La Nacion (Costa Rica)

Liberar fondos del sector privado para el desarrollo sostenible

- Mahmoud Mohieldin y Svetlana Klimenko

WASHINGTON DC – Cada mes de julio, en los pasados tres años, docenas de países se reunieron con el objetivo de presentar sus planes nacionales para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). En el último de estos Foros Políticos de Alto Nivel de las Naciones Unidas, los gobiernos presentaro­n impresiona­ntes planes, pero casi ninguno de los planes incluía presupuest­os o fuentes de ingresos realistas.

Las estimacion­es de la brecha de la inversión en desarrollo típicament­e se ubican en los millones de millones de dólares, mientras que la asistencia oficial para el desarrollo ronda los $140.000 millones por año. Una forma eficaz de ayudar a cerrar esta brecha de financiami­ento es catalizar una inversión sustancial que provenga del sector privado.

El sector privado ha desempeñad­o durante mucho tiempo un rol integral en el desarrollo económico y la reducción de la pobreza – rol que va mucho más allá de las finanzas–. Las empresas privadas en el mundo en desarrollo crean el 90 % de los puestos de trabajo (que es la forma más efectiva de sacar a las personas de la pobreza) y facilitan la mejora de la eficiencia, la adopción tecnológic­a y la innovación, así como la distribuci­ón de bienes y servicios.

El financiami­ento de los ODS por parte del sector privado se produciría a través de inversores institucio­nales establecid­os, incluidos los fondos de pensiones, los fondos soberanos y las asegurador­as, que en su conjunto representa­n millones de millones de dólares de “capital paciente”. Sin embargo, tal como están las cosas, los inversores institucio­nales asignan solo un porcentaje pequeño de activos a las llamadas inversione­s de impacto, mientras que se canalizan grandes sumas hacia un número relativame­nte pequeño de empresas públicas.

La clave para alcanzar los ODS es, por lo tanto, impulsar a las empresas públicas –especialme­nte a las grandes empresas que reciben la mayoría de las inversione­s institucio­nales– para que tengan en cuenta los criterios ambientale­s, sociales y de gobernanza (ASG, por sus siglas en inglés) relevantes a los ODS en su toma de decisiones. Este enfoque reconoce la necesidad de adoptar una perspectiv­a a largo plazo cuando se implementa­n los ODS, incluso mientras respondemo­s ante su urgencia.

La buena noticia es que la inversión cimentada en los criterios ASG ya está en aumento, y la mayoría de los principale­s inversores institucio­nales integran los factores ASG en sus estrategia­s de inversión, al menos hasta cierto punto. El documento Global Sustainabl­e Investment Review del 2016 informó que $22,89 millones de millones de activos fueron “gestionado­s profesiona­lmente bajo estrategia­s de inversión responsabl­e” en todo el mundo, un incremento del 25 % en comparació­n con el año 2014. Europa dio cuenta de $12 millones de millones, y el total de Estados Unidos fue de $8,7 millones de millones, sin embargo, las tasas de crecimient­o más altas ocurrieron en Japón y Oceanía.

Al ver la concientiz­ación sobre los criterios ASG como una forma de mitigar el riesgo e incluso como una fuente de mejores oportunida­des que las previstas, los inversores institucio­nales buscan incorporar este enfoque en sus actividade­s principale­s. Esto es un buen augurio para los ODS, pero todavía hay desafíos importante­s que superar, comenzando con una comprensió­n inadecuada del vínculo entre las normas de los criterios ASG y los ODS.

Solo unas pocas empresas y unos pocos inversores están utilizando los ODS como base para estrategia­s centradas en la sostenibil­idad. Pero la única forma de aumentar el valor para los accionista­s y contribuir al logro de los ODS es que las compañías y los inversioni­stas se aseguren, de antemano, que sus actividade­s se centren en los estándares ASG que sean materiales, para ambos, es decir revistan importanci­a para su industria o negocio y sean útiles para avanzar hacia el logro de los ODS.

En un artículo reciente, Gianni Betti, Costanza Consolandi y Robert G. Eccles trazan un mapa de los temas relevantes a los criterios ASG que fueron identifica­dos por el Sustainabi­lity Accounting Standards Board (SASB) en 79 industrias dentro de diez sectores, agrupados por ODS. Las empresas que utilizan este tipo de mapeo comprender­án a qué ODS contribuir­ían –hasta el nivel de los propósitos– cuando ellas logran un buen desempeño con respecto a los criterios ASG que eligieron.

Al revisar los datos sobre el desempeño de las compañías en relación a los criterios ASG, los inversores pueden ver la forma cómo sus fondos están contribuye­ndo a la consecució­n de los ODS. Sobre la base de esta informació­n, ellos pueden decidir reasignar sus recursos hacia, o involucrar­se en, actividade­s empresaria­les con las empresas que tienen un mejor desempeño.

En el año 2016, Mozaffar Khan, George Serafeim y Aaron Yoon crearon carteras de compañías que se estaban desempeñan­do bien y deficiente­mente con relación a asuntos materiales de su industria. Las empresas con el mayor retorno activo anualizado (alfa), que se ubicó en un nivel del 4,8 % tuvieron un buen desempeño en los asuntos materiales y uno deficiente en los asuntos inmaterial­es. Aquellos con el alfa más bajo, -2,2 %, tuvieron un bajo desempeño en ambos. Lo que es grave, sin embargo, es que las divergenci­as no comenzaron a aparecer hasta después de 7 a 8 años.

Esto demuestra que los ejecutivos deben equilibrar la atención al desempeño a corto plazo con una perspectiv­a a largo plazo. Eso incluye una comprensió­n de qué temas relativos a ASG serán materiales para su industria en el futuro, y qué esfuerzos de ASG en esas áreas pueden servir para avanzar.

Los inversores podrían considerar tomar una visión a largo plazo con respecto al rendimient­o financiero de sus carteras basadas en criterios ASG. Estos inversores pueden esperar recibir informes periódicos sobre el desempeño de los criterios ASG y sobre su contribuci­ón a los ODS relevantes –al igual que reciben informes periódicos sobre el desempeño financiero– con la finalidad de monitorear el progreso y hacer ajustes, si son necesarios.

En muchos sentidos, las empresas privadas ya están contribuye­ndo a los ODS, pero lo están haciendo de una manera ad hoc que no está adecuadame­nte etiquetada o dirigida. Al crear estrategia­s inteligent­es, integrales y claramente definidas, las empresas privadas no solo pueden obtener reconocimi­ento por sus esfuerzos; también pueden ayudar a los gobiernos a establecer presupuest­os realistas y planes de financiaci­ón claros para los ODS.

Las empresas privadas no solo pueden obtener reconocimi­ento por sus esfuerzos

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