Cómo pedir perdón a Nery
Cómo decirlo sin que suene grosero, malagradecido, injusto. Cómo dejar claro que es una muestra de respeto y agradecimiento.
Podría decirlo amablemente con un “Nery Brenes no es eterno”. Y todos lo entenderíamos. Sería una justa manera de rendir homenaje a quien, con casi 33 años, sigue dándole con todo en la pista. Medallista de bronce en los Centroamericanos y del Caribe, su esfuerzo alcanza para el mayor de los respetos, no para soñarlo, casi un veterano, subiendo al podio en Tokio 2020.
Sería injusto pedírselo a estas alturas, como si estuviéramos en el 2012, cuando llegó a Londres como el vigente campeón del mundo en los 400 metros planos bajo techo. Entonces (quiero creer) solo la lesión que arrastraba en secreto le impidió subir al podio.
Han pasado seis años desde entonces (demasiado tiempo). Todos lo sabemos. Él lo sabe. Lo sabe la generación a la que encabeza, con varios deportistas que lo dieron todo, abrieron camino, pero no alcanzarán ir más allá de lo conquistado. Eso, en un país como Costa Rica, con escaso presupuesto para el deporte, implica tomar decisiones, quizás dolorosas, pero necesarias.
No alcanza para darle la mejor preparación a quienes van de salida y a quienes vienen de llegada como Juan Diego Castro y Andrea Carolina Vargas.
A el presidente del Comité Olímpico le pedimos el detalle de las becas otorgadas a cada atleta. Se negó a darlo, ante el riesgo de ver el dato convertido en un cotejo entre patrocinios y resultados. Intuyó bien. Eso precisamente pensábamos hacer, sin mala intención, sin juicios definitivos, pero con la obligación de un país que aún no aprueba las leyes que impulsen al deporte.
A Nery, eterna gratitud, y el deseo de verlo en la pista hasta que sus piernas no den, pero la mejor forma de honrarlo es apoyar a quienes siguen el camino que él trazó.
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