¿Pueden sobrevivir los bebés en una piscina?
→Nueva técnica posibilita que menores de dos meses hasta los cinco años, floten y se muevan dentro del agua de manera natural
En el vientre materno, el bebé se mueve en un medio acuático que lo prepara para desarrollarse, alimentarse y adquirir destrezas que necesitará a fin de enfrentarse al mundo. ¿Podría sobrevivir en el agua con esta misma facilidad después del nacimiento? La respuesta es sí, pero para que un niño pequeño lo logre debe contarse con la guía de personas debidamente capacitadas.
De lo contrario, el menor podría desarrollar lesiones, accidentes o perjudicar su salud mental y emocional, y hasta experimentar miedos y otras dificultades para relacionarse con el agua y, más adelante, aprender a nadar.
Con esto en mente, la exnadadora María José Artavia, quien tiene tres hijos menores de cinco años, comenzó a buscar, hace un par de años, alguna opción que posibilitara a sus hijos convivir con el agua sin temores y salir airosos de eventuales peligros.
“Muchos aprendimos natación de una manera diferente, pero también estábamos más expuestos a llevarnos sustos o no saber cómo reaccionar ante una ola o ante alguien que nos empujaba en una piscina o si nos caíamos”, expresó.
Luego de mucho buscar encontró en EE. UU. una técnica de supervivencia llamada “flotar, nadar, flotar” (swim, float
swim). Su objetivo es que los menores, a partir de los dos meses de vida, comiencen a familiarizarse con los ambientes acuáticos. ¿Cómo lo hacen?
No se trata de clases de natación ni de estimulación temprana, pero sí de desarrollar habilidades que los facultan para acostumbrarse al agua y especialmente a flotar, lo que les daría una ventaja comparativa en caso de algún accidente.
Obviamente, todo este entrenamiento les ayudará a adquirir independencia, ejercitar su motora gruesa, potenciar su aprendizaje y, en el futuro, nadarán con mayor facilidad.
Convencida de que la técnica era ventajosa para los padres y sus hijos, Artavia decidió capacitarse, obtuvo una acredita- ción y trajo la modalidad a Costa Rica, donde la aplica desde el 2017 en Wawa Prenatación.
Algo diferente.
La técnica flotar, nadar, flotar tiene particularidades. Por ejemplo, mientras se aprende y se domina, los bebés no utilizan del todo los brazos porque deben concentrarse en aprender primero a flotar bien.
Los alumnos se reciben a partir de los dos meses (no antes) y hasta los cinco años de edad. Además, las sesiones son más cortas que las tradicionales clases de natación para bebés.
Mientras aprenden a desarrollar la habilidad de flotar, los menores entran a la piscina con uno de sus padres e interactúan con el agua durante 30 minutos. Ya una vez que logran esa meta, pasan a una fase de afianzamiento, donde sus papás no entran a la piscina y los bebés permanecen hasta diez minutos solos, bajo la guía y cuidados de instructores especializados y certificados en Estados Unidos.
“Hemos visto niños que rápidamente adquieren las habilidades. Son más seguros y no tienen problemas. De hecho ya comenzamos con un siguiente nivel llamado little fish (pequeños peces), que es la siguiente parte. Ya cuando los vemos más desarrollados sí los referimos a academias de natación”, aseveró.
Otras opciones.
Además de esta técnica, existen otras opciones para que los bebés se familiaricen con el agua. Eso sí, los especialistas aconsejan no dejar a los menores por la libre ni que sus hermanos o primos mayores lo “socialicen” con las piscinas. Eso puede ser peligroso.
“Queremos que el menor tenga una experiencia agradable con el agua y no que más bien, fruto de una mala experiencia, desarrolle miedo y nunca aprenda a nadar”, aseguró la especialista en psicopedagogía Luciana Pauli.
“Si el agua es bien usada, el bebé se relaja, aprende nuevos movimientos, fortalece su musculatura y aprende a controlar la respiración. Pero, para ser bien usada, deben ser guiados por personas que sepan acerca del desarrollo motor del niño, no solo de quienes puedan evitar que este se ahogue”, añadió.
En este punto, Juan Antonio Morero, quien es especialista español en la disciplina del neurodesarrollo, opina parecido: “Si vemos el concepto de supervivencia en el agua sin ninguna ayuda o con la guía de adultos que simplemente saben nadar pero no están capacitados, o que creen que a los bebés se les enseña natación como se hace con un niño de siete años que ya está más crecido y desarrollado, pues cometemos un error. Con un programa de actividades acuáticas para bebés, el niño adquirirá un conjunto de comportamientos que permitirán que no tenga miedo o recelo a meter la cara en el agua o a ser capaz de mantener la flotación”.