Puntarenas no es culpable
-EL INFIERNO DE UNA PERSONA NO ES EL DE TODASJacques Sagot nos reveló hace unos días la infancia desgraciada de su madre, en un relato descarnado que conmueve y nos hace sentir como propio el sufrimiento de esa niña abandonada por un padre irresponsable y criada sin el cariño materno.
El haber vivido en Puntarenas esa triste y amarga experiencia de vida, provocó en ella una malquerencia hacia esa ciudad, al punto de considerar al puerto como un infierno, ampliando así el alcance de lo que fue su personal infierno.
El absurdo rencor y el hostil sentimiento generado por tan funestos recuerdos, evidentemente fue asumido como propio por su amoroso hijo y es la causa de la burda e irreal descripción que de ese puerto nos hace el distinguido pianista y escritor.
No es justo que las culpas de un “padre desertor” y una “madre incapaz de ternura” se le achaquen a un lugar y se trasladen a toda una colectividad en la que también, en todos los tiempos, se han criado niños felices que disfrutaron del lugar y que aman a su ciudad natal. última generación, etc.
En lo particular, lo que veo, analizo y me explico, es que, en los corredores y oficinas sobresale, por cultura institucional, la irresponsabilidad, el egoísmo, la inequidad, la injusticia y, finalmente, como común denominador de tales conductas, la falta de compasión. Me digo y pregunto, ¿qué sucedería si en los hospitales, las clínicas y las oficinas de salud privadas existiera la cultura de la CCSS? dijeron que la documentación estaba en revisión. Como si fuera poco, reporté mi teléfono fijo en avería por el sistema automatizado dos veces. Como una semana después, no había recibido respuesta, escribí un correo a la Contraloría de Servicios donde reporté ambas situaciones. Más de un mes pasó. Finalmente, recibí respuesta de la Contraloría y les indiqué que nada estaba resuelto. Aquí estoy esperando. Evidentemente, contraté otros servicios de TV, y si existiera portabilidad de líneas fijas también buscaría otra compañía. Lo siento, abuelo.