Los perros también van a la universidad
Ulacit autoriza llevarlos a clase para favorecer cuido, interacción social y bajar el estrés
Su trato amable y carismática figura, convierten a Mila en una de las “estudiantes” más populares de la Universidad Latinoamericana de Ciencia y Tecnología (Ulacit), en barrio Tournón, San José.
Pero hay algo que la diferencia del resto de sus compañeros de clase: su aprendizaje no pasa por ejercicios matemáticos o prácticas de laboratorio; lo suyo más bien es sensibilizar a los demás con respecto a la tenencia responsable de mascotas y bienestar animal.
Después de todo, Mila es una labrador chocolate de siete años y la leal compañera de Javier Jara, estudiante de Ingeniería Industrial; juntos ahora comparten la experiencia universitaria, en el primer campus de la región amigable con perros.
“Para mí es como una hija, se porta muy bien adonde yo la lleve, entonces cuando me da chance de venir a la U con ella, la traigo”, expresó el joven, quien es vecino de Tres Ríos.
Puertas abiertas. Desde el lunes 9 de julio, la Ulacit abrió a los perros las puertas de sus sedes en Tournón y Escazú, de forma tal que estudiantes, profesores y personal administrativo puedan asistir a la universidad con su mascota canina.
Cuando Mila entra al salón de clases inmediatamente se roba la atención de todos sus compañeros, quienes rápidamente se acercan a ella para acariciarla. Su presencia alegra el ambiente y permite romper la monotonía, sin entorpecer el proceso de enseñanza.
“Los perros los entendemos como un ‘lubricante social’, facilitan un montón la interacción y además es un estímulo para su dueño, porque se siente acompañado, seguro y en su zona de confort. Estamos convencidos de que entre más estímulos tenga el ambiente educativo, mucho más enriquecedor será el proceso de aprendizaje”, manifestó José Rojas, director de Sostenibilidad de esta universidad.
Al iniciar la lección Mila toma su lugar en la primera fila, al lado de su humano favorito, y tranquilamente acostada en el piso escucha a la profesora dar el resto de la clase, de vez en cuando levanta la mirada como si algún tema de la materia le hubiese llamado la atención.
Su dueño ya empezó a ver los beneficios que trae la presencia de la canina en el aula y como esta se relaciona con los demás.
“Ella realmente identifica cuando la gente está muy triste, más de una vez ha pasado que alguien está pasando por un muy mal momento y cuando ella llega, los ‘abraza’ y los chupa”, cuenta Javier Jara.
La idea se fundamenta en un estudio de la organización World Animal Protection para Costa Rica, el cual indica que más de la mitad de los hogares ticos tienen, al menos, un perro; sin embargo, la mayoría dicen pasar poco tiempo con ellos.
Las reglas. También está Nao, quien podrá ser pequeña, pero su presencia no pasa desapercibida por los pasillos.
Adonde sea que vaya, la chihuahua de ocho meses arranca suspiros y en cuestión de segundos está rodeada de personas que la quieren acariciar o alzar.
Fue la primera mascota canina en contar con todo el papeleo necesario para poder ingresar a los salones de clase y así acompañar a su dueño José Sáenz.
Para el estudiante de Ingeniería en Informática, la experiencia resulta un beneficio.
“Me parece que ayuda a desestresarlo a uno en la U, le quita a uno esa congoja de dejar el perro solo en la casa”, expresó.
Para poder formar parte de este programa, los interesados deben completar un formulario de inscripción, además de entregar una copia del reglamento de participación debidamente firmada, el certificado veterinario sanitario (proporcionado por el Departamento de Infraestructura), dos fotografías de la mascota y el comprobante del pago de la inscripción, cuyo valor es de $10 (unos ¢5.701).
Una vez realizado este trámite, la universidad entrega al cuidador un carné que debe portar para ingresar al campus y que debe llevar consigo siempre. Adicionalmente, deberá portar el kit para recoger las heces u otro residuo, como toallas húmedas y bolsas plásticas.
Como parte de la iniciativa, el campus fue acondicionado con estaciones para que los perros puedan beber agua, ubicados en distintos puntos alrededor del edificio. Además, se colocó una señalización especial que indica los sitios en los que están permitidas o no las mascotas.
Por ejemplo, un área donde los animales no pueden ingresar es la cafetería. También está prohibido que los perros se suban al mobiliario o que se acerquen a la clínica.
En una segunda etapa del proyecto, se planea habilitar una guardería de perros para que las personas puedan dejar ahí sus mascotas en caso que no puedan llevarlos a clase porque algún compañero sufra una alergia severa o fobia.
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