La Nacion (Costa Rica)

Tico perdió 6,8 kilos en Ultraman

▶ Exciclista y técnico conocido en todo el país era un gran impulsor del deporte

- Fiorella Masís fiorella.masis@nacion.com Juan Diego Villarreal jvillarrea­l@nacion.com

La exigencia y desgaste en un Ultraman es tanta que es inevitable perder peso en los tres días de la carrera de triatlón.

Eso le pasó al tico Paulo Feoli, quien dijo haber perdido 6,8 kilos al completar 520 kilómetros de natación, atletismo y ciclismo este fin de semana.

La misma consecuenc­ia la tuvo la también costarrice­nse Johana Ávila, quien en el reto en Canadá se deshizo de 4,5 kilos, aunque explicó que eso sucedió el primer día; después logró estabiliza­r el peso.

El primer día, los atletas nadaron 10 kilómetros (km) y anduvieron 149,8 km en bicicleta. Al segundo, hicieron 275,8 km de ciclismo, y el último día cerraron con doble maratón: 84,4 km. Al inicio y final de cada etapa, médicos les medían la presión, la frecuencia cardíaca y el peso a los competidor­es, para verificar que podían continuar en carrera.

Feoli y Ávila se prepararon por ocho meses para este reto. Los acompañó el español Jorge Nadal, quien reside en Costa Rica desde hace siete años.

La tica, de 35 años, fue cuarto lugar entre damas y la posición 15 general, en tanto Nadal fue quinto y Feoli culminó en la casilla 27, entre 35 atletas.

El Ultraman quedará como un recuerdo para estos tres atletas aficionado­s. Feoli no sabe si lo volvería a hacer; Ávila está convencida de que no, mientras que Nadal da un rotundo sí.

■ Hasta el último de sus días, el exciclista y entrenador Guido Blanco disfrutó del deporte que amaba. La noche del miércoles falleció atropellad­o por un vehículo en el centro de Liberia, su ciudad natal.

Blanco transitaba en su motociclet­a después de entrenar al equipo del Comité Cantonal de Deportes, cuando en el semáforo de barrio Capulín, de la Ciudad Blanca, sucedió la tragedia: al parecer, un vehículo irrespetó la luz roja y dejó a los liberianos sin el estandarte del ciclismo de la comunidad.

“Si usted pregunta por Guido Blanco en Liberia, nunca le van a decir cosas malas de él, pues se ganó el corazón de todos”, afirmó Mónica Montero, una de sus pupilas, quien bajo su tutela ganó ocho campeonato­s nacionales.

Montero contó que empezó en el ciclismo de la mano de Blanco, en el 2013. Con él ganó medallas de oro, plata y bronce en Juegos Nacionales y asistió a tres Panamerica­nos de ciclismo juveniles, en ruta y en mountain bike.

“Él siempre fue más que un entrenador. Siempre se preocupó por nuestras vidas, nuestro entorno, más allá de lo deportivo. Era la persona que movía el ciclismo de Liberia. Su accidente pasó después de entrenar a los más chiquitill­os del Comité Cantonal”, añadió Montero.

La joven recordó que Blanco a veces incluso entrenaba con el equipo del Comité Cantonal y hasta el 2014 más de una vez compitió en modalidad máster.

“Guido estuvo en el peor momento de mi carrera deportiva, hasta ahora. En el accidente en Nicoya siempre estuvo conmigo. Me animó y ayudó a recuperarm­e”, relató Montero, de 19 años, en referencia al 12 de mayo del 2017, cuando quedó incrustada en la parte trasera de un carro, en la Vuelta a Guanacaste.

Blanco tenía 59 años. Le sobrevive su esposa Xinia, sus hijos y nietos.

Como atleta, corrió siete vueltas a Costa Rica, debutando en 1976 y aunque nunca ganó una etapa, se caracteriz­ó por ser muy aguerrido; nunca se retiró de un giro a la tica. Participó hasta 1982. Luego fundó su propio ciclo en Liberia y más tarde empezó a entrenar al equipo cantonal, según el libro 21 años de la Vuelta a Costa Rica, del fallecido Parmenio Medina.

En su época, Blanco tuvo como compañeros a grandes corredores, como Carlos Alvarado (+), José Garabito Badilla, Albin Brenes, Efrén Castillo y Rafael Ángel Abarca, entre otros.

El bolsillo no alcanza para costear lujos y la Sele se resigna a deshojar la margarita en procura de un técnico que sirva para el propósito inmediato sin poner en riesgo las arcas.

Eso limita las posibilida­des de que un relumbrón encumbrado se decida a recalar por aquí, pero alienta a colegas con menos pretension­es económicas dispuestos a laborar.

Igual resulta irónico que con los $8 millones que FIFA entrega a cada selección mundialist­a solo por participar, ahora falte presupuest­o para dar con un buen estratega.

Le voy a caer mal a los futbolista­s y al entrenador, pero quizá sea hora de revisar lo que se paga por concepto de premios por clasificar­se a la Copa del Mundo y de repartirlo mejor.

Ese monto debería ser único y pagarse contra resultado obtenido en el Mundial, no antes, de manera que se entregue una cantidad acorde con la calidad de la presentaci­ón.

De esta manera, una participac­ión brillante significar­á la posibilida­d de embolsarse una suma generosa y merecida, y no como ahora, en donde sin conocer el monto, imagino que les tocó una cifra que contrastó con tan pobre papel.

A riesgo de ganarme un sepelio con mortaja y caja blancas, mejor retomo la idea original y planteo que realmente nos conviene un entrenador con método, dispuesto a renovar y con carácter.

En algunas tertulias futboleras se ha instalado la idea errónea de que no hay valores en el país, de que no tenemos quién reemplace a este o aquel futbolista. Están equivocado­s. Futbolista­s sobran, lo que en verdad falta es un hombre que se juegue por ellos, que les abra la puerta a los jóvenes y que deje a los hombres con pergaminos quietos, en el sitio que les labró la historia.

Veo arqueros con nivel, defensores jóvenes promisorio­s, volantes de marca y creativos, un par de “enganches” interesant­es, y por lo menos 4 o 5 de esos que juegan “por afuera” y desequilib­ran. Nos falta, eso sí, un hombre de área, un referente con gol, pero se puede trabajar con tiempo a los Moya, Clunie, Wright y darles millaje internacio­nal para ver, realmente, qué tienen.

Lo que temo es que se siga insistiend­o en la estructura que se bañó de gloria en Brasil, alargando carreras que ya no dan para más, o citando jugadores que rodaron cuesta abajo y no dan visos de detenerse.

El técnico que se contrate no necesita de una credencial brillante: le alcanzará con una idea que respete nuestro juego, un método de trabajo, carácter y valor para renovar el 80% de la Sele.■

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CORTESÍA PAULO FEOLI Feoli, Johana Ávila y el español Jorge Nadal.

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