Familias limonenses en alto riesgo por inundaciones
Redactor y corresponsal de GN María Germania Zumbado vive en una propiedad de barrio Limoncito con tres hijos y su madrastra, quien a su vez tiene tres hijos. Ahí también habita una hermana de ella con dos hijas.
Es una localidad que constantemente se inunda porque el río del mismo nombre se sale por distintas partes, principalmente cerca de donde está la escuela local.
Ese centro educativo tuvo que cerrar sus puertas en mayo del año pasado por orden del Ministerio de Salud. Los 70 funcionarios y 689 estudiantes fueron trasladados a un galerón en los patios del templo católico, donde los niños reciben las lecciones.
Zumbado asegura que se esfumó la ilusión que tenían de que se iban a acabar las inundaciones, porque la mayoría del vecindario continúa como antes o peor.
La última llena hizo que el agua subiera hasta un metro de altura y afectó, solo en ese lugar, a unas 50 personas.
Después de cada inundación, las aguas quedan estancadas y causan olores nauseabundos porque las crecidas afectan los débiles sistemas de evacuación de aguas negras, que caen directamente al río, el cual, al sobrepasar su cauce, llena el barrio de esas aguas y basura, lo que conlleva riesgos serios para la salud.
Mientras tanto, unas basas de casi un metro sostienen en alto la casa de madera donde vive Zumbado, pero aun así, debe poner en alto todos sus muebles y electrodomésticos cada vez que llueve para evitar perderlos.
“Cómo nos gustaría tener casas bonitas, con jardines, como en otros barrios, pero aquí lo único que hay es barro y piedras”, lamentó la mujer.
Apenas llueve, debe salir rápido a recoger las gallinas, gansos y patos que tiene en el patio y evitar que se ahoguen, recordó Zumbado.
A pocos metros de ahí vive Josira Cortés Muñoz, madre de una niña de dos años. Ella es ama de casa y tiene siete meses de embarazo.
Apenas llueve, tiene que ver adónde se va con su hija en brazos para evitar que alguna emergencia propia de su embarazo la sorprenda en un sitio al que no entran ambulancias, patrullas ni taxis.
Los lugareños se quejan porque allí no llega el Comité Municipal de Emergencia ni la Comisión Nacional de Emergencias a atenderlos. Según narraron, cuando sus patios se inundan, se convierten en virtuales criaderos de mosquitos que causan males como zika, dengue y chikunguña.
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