La Nacion (Costa Rica)

Dispositiv­o ayuda a pacientes con dificultad­es para orinar

→parato favorece a quienes presentan lesiones cerebrales o en las vértebras →Envía impulsos eléctricos a las raíces de los nervios, como un marcapasos

- Irene Rodríguez S. irodriguez@nacion.com

La noche del Sábado Santo del 2012, en la popular “quema de Judas”, el policía Emmanuel Rojas y sus compañeros se enfrentaro­n a una persona que se resistía a ser detenida.

Aunque habituado a esas maniobras, esa vez Rojas, entonces de 33 años, sintió un “jalón como nunca” en la espalda.

“A las pocas horas, estaba en el Hospital San Juan de Dios pegando gritos del dolor. El lunes me trasladaro­n al INS (al Hospital del Trauma, del Instituto Nacional de Seguros, que atiende accidentes laborales y de tránsito)”, relató este hombre.

Aquella lesión tocó su médula espinal y, desde entonces, ir al baño se convirtió en tortura.

“No podía orinar de pie, tenía que sentarme y hacer mucho esfuerzo, pujar hasta ponerme rojo y la orina no salía. Sentía que ya no podía expulsar más, pero seguía con ganas de orinar. A veces me tenían que cateteriza­r (poner una sonda) para que saliera la orina”, recordó Rojas.

Eso quedó atrás desde que en el Hospital del Trauma le colocaron una especie de marcapasos que ayuda a personas con lesiones en cerebro o vértebras a hacer sus necesidade­s. El dispositiv­o se llama InterStim y ya se lo han puesto, con muy buenos resultados, a seis pacientes.

¿Qué es? El urólogo Luis Fernando Esquivel explicó que la zona de la médula espinal es crucial para la comunicaci­ón entre el cerebro y la vejiga.

Cuando está lesionada, la vejiga no sabe cómo actuar, por lo que es fácil que se acumule orina o, al contrario, que haya incontinen­cia (se pierde el control de esfínteres y el líquido sale).

“Si no se facilita la micción (proceso de la orina), hay riesgo de que los riñones se dañen. El problema está en que no hay comunicaci­ón entre el cerebro y la vejiga y, por eso, la orina se acumula o cuesta muchísimo que salga. (...) Mientras tanto, los riñones funcionan bien y siguen produciend­o orina. Si esto se mantiene por mucho tiempo, estos órganos pueden sufrir tanto que se podría requerir un trasplante”, explicó el especialis­ta.

Este trastorno se da en casos como el de Rojas, o por accidentes de tránsito u otro tipo de golpes violentos. También es consecuenc­ia de algunas enfermedad­es.

En casos leves, las personas pueden solucionar su problema con modificar estilos de vida, pero para otros, el Hospital del Trauma fue más allá y optó por el llamado InterStim.

“Funciona como un marcapasos que envía impulsos eléctricos a las raíces de los nervios. Los impulsos son continuos y, entonces, restablece ese proceso de micción que estaba interrumpi­do”, continuó Esquivel.

Proceso. Primero, se somete al paciente a un tiempo de prueba. En una cirugía le colocan electrodos en las raíces nerviosas para ver cómo funciona su comunicaci­ón con el cerebro.

La persona recibe una especie de control remoto que le permite regular la intensidad de la energía liberada por los electrodos.

Si hay mejoría luego de dos o tres semanas, se procede a colocar el “marcapasos” definitivo.

No todo paciente es candidato para que se le ponga el dispositiv­o. Por es razón, antes se hace un estudio de urodinamia, donde se ve cómo funciona la vejiga y cómo es su comunicaci­ón con el cerebro, y cómo el paciente logra orinar, si consigue evacuar toda la orina o si se queda algo de líquido.

Después pasa a evaluacion­es en fisiatría y psicología y, si todo sale bien, se pasa a la intervenci­ón, añadió Esquivel.

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