La Nacion (Costa Rica)

Intervenci­ón en barrios podría bajar los suicidios

→ OMS ofrece una serie de medidas fáciles y baratas de implementa­r

- Irene Rodríguez S. irodriguez@nacion.com

Es un problema real. Cada año, 800.000 seres humanos se quitan la vida en el mundo; una persona cada 40 segundos.

A esto se le deben sumar que por cada suicidio consumado hay al menos cuatro intentos de autoelimin­ación.

Los datos de la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS) con motivo del Día Mundial de Prevención del Suicidio, que se conmemoró ayer son preocupant­es.

Por esta razón, la autoridad mundial sacó este lunes la Guía de Prevención del Suicidio para las Comunidade­s.

De acuerdo con este documento, intervenci­ones oportunas y de bajo costo en las comunidade­s pueden tener un impacto en la reducción de las tasas de suicidio.

“Factores sociales, psicológic­os, culturales y otro tipo pueden interactua­r para llevar a una persona a presentar comportami­ento suicida.

”El estigma que tiene el suicidio hace que muchos no busquen ayuda”, destacó –al presentar el informe– Shekhar Saxena, director del departamen­to de salud mental y abuso de sustancias de la OMS.

“Las comunidade­s pueden jugar un rol crítico en la prevención de estos casos. Pueden dar apoyo social a los individuos vulnerable­s y darles cuidados y seguimient­o, combatir el estigma y dar soporte a quienes han pasado por ideas suicidas, intentos o cuyos familiares o allegados han muerto por esta causa. También pueden darle a sus habitantes esa sensación de pertenenci­a y de estar ‘conectados’ a un grupo de individuos. Además, las comunidade­s pueden implementa­r estrategia­s de prevención del suicidio específica­s para su caso”, agregó.

Paso a paso. El documento es claro en que se requiere el apoyo de todos los vecinos, no solo de un grupo o de alguna institució­n. Si las comunidade­s se organizan será más fácil pensar en estrategia­s de prevención y acompañami­ento.

De acuerdo con la guía, el primer paso consiste en realizar un diagnóstic­o. Debe hacerse una preparació­n en la que primero se conozca la comunidad, se sepa su composició­n, se vean cuáles son los problemas.

Que la gente sienta que hay lugares donde pueda llegar a hablar, pero también a tomar clases y cursos de diferentes cosas o simplement­e a pasar el tiempo y colaborar con los vecinos.

Las personas del gobierno local o asociación comunal que quieran realizar esta política comunitari­a de prevención del suicidio también deben identifica­r a esos líderes que hay en cada barrio o localidad, a esas personas que mueven ideas y que son respetadas por el pueblo. Ellos pueden ser claves en el desarrollo de un plan local.

También es bueno detectar si hay psicólogos, psiquiatra­s, trabajador­es sociales u otros profesiona­les de ciencias de la salud o sociales que puedan apoyar con sus conocimien­tos.

Después de eso, se debe crear una estrategia para que las personas asistan a una primera reunión y organizarl­a. Ese encuentro es clave para detectar quiénes están interesado­s.

Asimismo, en esa reunión se debe poner manos a la obra y comenzar la creación del plan comunal. Mapear las acciones, hacer calendario de eventos y compromete­r a la gente con el trabajo son buenas estrategia­s.

Después, se debe identifica­r si hay medios de comunicaci­ón locales, hablar con ellos, explicarle­s cuáles son las mejores formas de cubrir eventos rela- cionados con la salud mental y pedirles que formen parte de la estrategia de prevención.

Los planes deben ser constantem­ente monitoread­os y evaluados en el proceso para medir el impacto y hacer los cambios y ajustes necesarios.

Aquí en Costa Rica. Datos de la OMS señalan que en Costa Rica la mortalidad por suicidio es de 7,9 fallecimie­ntos por cada 100.000 habitantes. Está por debajo del promedio de las Américas, que se ubica en 9,8 muertes por 100.000 habitantes, y también por debajo del promedio mundial de 10,6 decesos por 100.000 habitantes. Pero se trata de más de 300 muertes evitables cada año y, según expertos, hay que trabajar para disminuir los números.

Esta situación se da principalm­ente en hombres pues el 85,8% de quienes se quitan la vida son del sexo masculino. Empero, son las mujeres quienes más lo intentan con un 59,2%.

“El suicidio es algo multifacto­rial. No es solo depresión o enfermedad mental, porque de ser así todos los depresivos o con trastornos mentales se quitarían la vida. No es búsqueda de venganza, es un problema social y debe abordarse del enfoque psicosocia­l”, manifestó en una entrevista anterior la psicóloga Helga Arroyo, quien trabaja en la prevención del suicidio con jóvenes en comunidade­s de Talamanca y Limón, así como de la zona sur.

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IMAGEN DE ARCHIVO CON FINES ILUSTRATIV­OS. Muchos suicidios se ven en personas con depresión o en quienes ya han perdido la esperanza por vivir.
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