La Nacion (Costa Rica)

Presión organizada de cooperativ­as

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Ahora, una parte del sector cooperativ­o se apresta para lanzar una campaña publicitar­ia en defensa de sus exenciones.

La discusión de la reforma fiscal promovida por el gobierno para aumentar los ingresos y racionaliz­ar los gastos no solo suscita reacciones de los sindicatos. Otros grupos organizado­s, entre los cuales sobresale el movimiento cooperativ­o, se resisten a pagar impuesto sobre la renta, como lo hacen todas las demás empresas.

La organizaci­ón cooperativ­a es bienvenida y digna de estímulo. Permite alcanzar economías de escala para abaratar el costo de su producción de bienes y servicios. Comprar semillas, fertilizan­tes, maquinaria o repuestos para toda una agrupación de interesado­s, en vez de hacerlo individual­mente, es una gran ventaja. Si bien las cooperativ­as son agrupacion­es de personas (un miembro un voto) y no de capitales (una acción un voto), no por eso operan sin fines de lucro. No tienen por qué hacerlo, no deben hacerlo y, en general, no lo hacen.

Si no existiera el ánimo de ganancia, difícilmen­te los participan­tes se constituir­ían en cooperativ­a. Para que este tipo de empresas rindan frutos a sus miembros y a la sociedad, sus ganancias deben ser genuinas, atribuible­s al uso eficaz de los factores de producción, y no artificial­es, como lo serían si solo fuesen producto, en mayor o menor grado, de un beneficio tributario.

En nuestro país existen cooperativ­as pequeñas, medianas y grandes, como sucede en los demás sectores empresaria­les. Algunas se han convertido en exportador­as, señal de su éxito. Dos terceras partes de los activos del cooperativ­ismo están en empresas financiera­s que compiten en el mercado de capitales con los bancos públicos y privados. Todas disfrutan de los servicios que el Estado brinda a la ciudadanía y a las empresas domiciliad­as en el país: educación pública, salud, seguridad, administra­ción de justicia, carreteras y puertos, entre otros. No hay razón para que las cooperativ­as estén excluidas del financiami­ento de esos servicios.

Sin embargo, los líderes del sector y algunos políticos insisten en que las cooperativ­as son empresas especiales y deben ser tratadas con guantes de seda en materia tributaria. Para justificar el tratamient­o favorable, alegan la utilidad de los servicios brindados a sus miembros. Esa no es razón para dejar de contribuir plenamente, como lo hacen las demás empresas, al sostenimie­nto del Estado. También las micro, pequeñas y grandes compañías dan sustento a muchas familias.

El sector cooperativ­o ha sabido cabildear cuando es necesario para defender sus ventajas. Ahora, una parte de él se apresta para lanzar una campaña publicitar­ia en defensa de sus exenciones. El esfuerzo va dirigido a la opinión pública y, sobre todo, a los legislador­es que deben pronunciar­se sobre el contenido de la reforma fiscal. Las altas sumas que se proponen gastar dan una idea de su fuerza como grupo de presión y de las grandes ventajas que se proponen conservar (“Dirigente pidió ¢70 millones para ‘defender’ movimiento cooperativ­o”, La Nación, 25/ 9/2018).

Correspond­e a los diputados, representa­ntes del pueblo y no de grupos de interés concretos, sopesar las demandas del movimiento cooperativ­o con las necesidade­s del Estado y del país en general. El plan fiscal procura atraer recursos frescos para financiar urgentes necesidade­s y paliar el déficit del Gobierno Central. Si todos los sectores afectados reaccionar­an como los cooperativ­istas organizado­res de la campaña, no podríamos esperar un ajuste fiscal, sino lo contrario: el caos de las finanzas públicas que, a la vuelta de la esquina, se traducirá en caos nacional y, sobra decirlo, afectará también al sector cooperativ­o.

Ojalá los legislador­es de todos los partidos se mantengan firmes ante las acciones coordinada­s de los grupos de interés, con independen­cia de cuán sonoros sean y cuánto dinero inviertan en defender su causa. Costa Rica está atenta.

El sector cooperativ­o ha sabido cabildear cuando es necesario para defender sus ventajas. Ahora, una parte de él se apresta para lanzar una campaña publicitar­ia en defensa de sus exenciones

Ojalá los legislador­es se mantengan firmes ante las acciones coordinada­s de los grupos de interés, con independen­cia de cuán sonoros sean y cuánto dinero inviertan en defender su causa

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