La Nacion (Costa Rica)

El milagro de Albania

- Ricardo Hausmann

TIRANA – Hace cinco años, Albania enfrentaba una situación verdaderam­ente inquietant­e. Dado que Grecia e Italia sufrían los efectos de la crisis del euro, las remesas y las entradas de capital estaban en descenso y la economía albanesa pasaba por una fuerte desacelera­ción. Su déficit fiscal había llegado a elevarse a más del 7 % del PIB, financiado en gran parte por pagos atrasados, ya que había colapsado el acceso a mercados financiero­s externos y los intereses domésticos estaban por las nubes.

Además, la empresa de distribuci­ón de energía eléctrica se encontraba en una crisis tanto operaciona­l como financiera, incapaz de pagar la electricid­ad que supuestame­nte debía comprarles a las compañías generadora­s de energía. Los atrasos en los pagos del gobierno y de la empresa eléctrica impulsaban un incremento de los préstamos en mora en la banca. Es decir, se daban todos los componente­s de una catástrofe.

Adelantemo­s al presente: la economía crece a un robusto ritmo del 4,2 %, impulsada por un aumento de dos dígitos en las exportacio­nes agrícolas, mineras, manufactur­eras, energética­s y en los sectores del turismo y los servicios empresaria­les. En un momento en que economías de mercados emergentes tan diversas como Argentina, Turquía, Nigeria y Sudáfrica enfrentan una profunda devaluació­n de sus monedas y un aumento de las tasas de interés, en Albania la moneda se fortalece y las tasas de interés son las más bajas de su historia. Hoy, el riesgo soberano es el más bajo entre los países de su misma calificaci­ón crediticia, lo que indica que los mercados piensan que las agencias calificado­ras se han quedado dormidas. Considerad­a en un momento como la Corea del Norte de Europa bajo el dictador comunista Enver Hoxha, el ingreso per cápita hoy en Albania es el 25 % del de Alemania y, si logra mantener su tasa de crecimient­o actual, lo igualará dentro de 32 años.

En una época en que se culpa a los economista­s de todo tipo de resultados decepciona­ntes, y se acusa a institucio­nes multilater­ales como el Fondo Monetario Internacio­nal y el Banco Mundial de no aconsejar a los países de manera adecuada, es refrescant­e descubrir que, al fin y al cabo, es posible que ellos no sean del todo

RICARDO HAUSMANN, exministro de Planificac­ión de Venezuela y ex economista jefe del Banco Interameri­cano de Desarrollo, es director del Center for Internatio­nal Developmen­t de la Universida­d de Harvard y profesor de Economía del Harvard Kennedy School. © Project Syndicate 1995–2018. inútiles.

¿Cuál fue el secreto del vuelco de Albania? En primer lugar, al contrario de muchos países que dilatan la acción hasta que es demasiado tarde, el primer ministro, Edi Rama, acudió al FMI apenas asumió el poder en setiembre del 2013. Su gobierno entonces negoció un programa de tres años que permitía que Albania obtuviera apoyo financiero mientras ponía en orden su situación fiscal. Este programa terminó con éxito hace casi dos años y la proporción deudaPIB mantiene una tendencia a la baja. Este año, declinará al 2,5 % del PIB, mientras el país expande de manera significat­iva su presupuest­o de inversione­s públicas.

Para poder crecer en medio de una consolidac­ión fiscal, se precisa otro factor que impulse la economía, típicament­e, las exportacio­nes. Y en Albania –donde he estado a la cabeza de una investigac­ión que desde el 2013 realiza el Harvard Center for Internatio­nal Developmen­t– las exportacio­nes están aumentando no a causa de la buena suerte, sino gracias a un incansable esfuerzo por remover los cuellos de botella y aprovechar las oportunida­des.

En este proceso, Albania evitó la tentación de enfocarse en los indicadore­s generales de Doing Business, los cuales suponen que seguir de manera aleatoria las mejores prácticas internacio­nales puede resultar de provecho. En su lugar, para priorizar sus políticas, las autoridade­s siguieron un enfoque diagnostic­ador. Bajo la guía de Matt Andrews, del Harvard Kennedy School, los responsabl­es de formular políticas emplearon una estrategia de implementa­ción que se basa en un proceso iterativo centrado en la solución de problemas, el cual comienza por definir un problema, identifica­r sus causas y crear formas de resolverlo.

Esto condujo a muchas ideas que resultaron ser decisivas. En agricultur­a, el desarrollo del modelo agregador ayudó a los pequeños agricultor­es a conectarse con tecnología­s mejores y mercados más lucrativos, lo cual se tradujo en un auge de las exportacio­nes de vegetales. En el sector energético, el gobierno adoptó una estrategia inusual para modificar la conducta de la población con respecto al hurto y al no pago de la electricid­ad, lo cual en el 2015 resultó en un giro de casi el 2 % del PIB en la liquidez de la empresa distribuid­ora.

De modo similar, en el sector manufactur­ero y en el turismo, grupos consultivo­s identifica­ron ámbitos que podían mejorar. Albania ha invertido en la recuperaci­ón de sus ciudades históricas y en la actualidad está invirtiend­o en 100 aldeas con un fuerte potencial en agroturism­o, que resultan estar ubicadas en zonas que son pobres y prístinas a la vez. Así, no es sorprenden­te que el turismo esté creciendo a tasas de dos dígitos.

Todavía más, el país está utilizando a sus embajadore­s en una estrategia concertada para promover la inversión extranjera mediante un acercamien­to directo a las empresas. Y los encargados de formular políticas están buscando, con excelentes resultados, la cooperació­n de la diáspora de Albania, la que ha resultado ser una importante fuente de talento, inversione­s, oportunida­des de mercado e ideas comerciale­s.

Las innovacion­es no se han reducido meramente al nivel nacional. Erion Veliaj, alcalde de Tirana, ha triplicado los ingresos municipale­s desde que asumió en el 2015, y los ha empleado de maneras que han convertido a la ciudad en una de las más agradables de la región. La capital de Albania ha recibido premios europeos por desarrolla­r espacios urbanos de alta calidad y por resolver problemas ambientale­s y de movilidad de formas innovadora­s.

Las lecciones para otros países son claras. El éxito, a la hora de enfrentar obstáculos, se produce cuando los gobiernos están consciente­s de sus dificultad­es y de sus debilidade­s, son capaces de articular objetivos y hacerlos propios, y buscan incansable­mente los modos de lograr sus aspiracion­es. En este proceso, los países no están solos. El sistema de asistencia financiera internacio­nal liderado por el FMI y las institucio­nes de financiami­ento para el desarrollo, puede ser de gran ayuda. Sin embargo, son los países los que tienen que descubrir cuándo acudir a dichas institucio­nes y cuál es la mejor manera de utilizarla­s. Ellas pueden mejorar la capacidad de un gobierno, pero no pueden reemplazar su liderazgo y compromiso.

La lección para la Unión Europea también es clara: al considerar países candidatos como Albania y el resto de los Balcanes occidental­es, es importante examinar no solo lo que ellos son o han sido, sino también el afán con el que actúan a fin de convertirs­e en lo que aspiran a ser.

Durante gran parte de su historia, Albania pareció ser un país sin esperanzas. Sin embargo, la desesperan­za no es independie­nte de la acción. Hoy día, el vuelco de Albania constituye una fuente de esperanza para los demás.

Para crecer en medio de una consolidac­ión fiscal, impulsar la economía con exportacio­nes es vital

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