Empresas centenarias revelan cómo sobreviven
El buen nombre, no temer al cambio y evolucionar están entre los secretos Variación en gusto de los clientes y tecnología están entre mayores retos
En un país donde la tasa de mortalidad de los emprendimientos puede rondar el 80% en los primeros tres años de vida, que una marca viva 100 años no es cosa fácil. Sin embargo, seis compañías costarricenses, que ya superan el centenario, coinciden en los argumentos sobre el cómo y el porqué lograron perdurar tantos calendarios.
Haber sido fundadas en una Costa Rica de otro siglo, entre otros aspectos con menos competencia, no tener miedo a evolucionar ni cambiar lo que fuera necesario, además de la dedicación que termina en un buen nombre, son solo algunos de los factores. El largo camino también dejó en algunas de ellas, notables cicatrices.
De acuerdo con información del Global Entrepreneurship Monitor (GEM), en el Reporte Nacional de Costa Rica 2012: La Situación del Emprendimiento en Costa Rica, así como una investigación de Ricardo Monge y Federico Torres denominada La dinámica de la iniciativa empresarial en Costa Rica: Un análisis de la entrada, salida y crecimiento de las empresas, entre el 70% y el 80% de las empresas no se logran establecer como compañías maduras.
Secreto. Las marcas tienen vida, así lo define Juan Carlos Crespo, gerente de Tienda La Gloria. Su familia ha estado al frente del almacén multidepartamental desde su fundación, en 1902. Esas ganas de seguir existiendo –y vendiendo– son las que han hecho que la compañía haya sobrevivido a dos incendios, dos guerras mundiales, una guerra civil, un cambio de milenio y además hayan salido de la quiebra. Luego de 116 vueltas al calendario, La Gloria sigue vendiendo en San José.
Pero no es solo cuestión de ganas de sobrevivir. La relación entre el producto y los clientes también es importante. Cuando la empresa logra acuñar esa buena relación logra dar un paso firme hacia la sobrevivencia, de acuerdo con Álvaro Cedeño, consultor de empresas.
También hay circunstancias externas que afectan el producto y consecuentemente la marca. Una es la tecnología y es un enfrentamiento que permite crecer o morir. Un ejemplo es el de la Librería Lehmann. Vender libros en la época de los digitales es un negocio cuesta arriba. Ante esto, la firma, encabezada por Antonio Lehmann, fijó su vista en un producto poco conocido y menos relacionado con una librería común: las pruebas psicológicas. Hoy, las ventas de pruebas psicológicas y la exportación de libros, principalmente de carácter educativo, al resto de Centroamérica, donde son más consumidos que en Costa Rica, son dos de los pilares de la compañía que ya cumplió 122 años. La diversificación es el paso
más correcto. Si el negocio cambia y es necesario cambiar de producto o servicio, debe hacerse sin miedo. También, es importante que la dirección de la marca tenga un buen ojo para adaptar el negocio en el momento que sea necesario, no antes ni después. Ampliar la oferta, si se hace correctamente, puede traer buenos resultados de acuerdo con Cedeño.
Adaptación. Fifco se fundó en 1908, como una fábrica de hielo. Los hermanos Lindo crearon Florida Ice and Farm Company, en la finca La Florida en Siquirres. Desde ahí distribuían el hielo a lo largo de la zona atlántica aprovechando las paradas del ferrocarril de la época. Hoy, del hielo solo queda el nombre.
El negocio cambió por completo. Se enfocó en la producción y comercialización de cervezas y otras bebidas y la firma creció tanto que exporta a Centroamérica y Estados Unidos.
Pero los cambios no son solo en los negocios. El cliente también cambia. Los ajustes culturales e históricos que vive un país, afectan las dinámicas de consumo de manera directa y cuando vive por 100 años, un negocio está expuesto a muchos de esos cambios en la clientela.
En la Costa Rica de inicios del siglo XX, San José era el centro. Era la ciudad más importante, donde se debían hacer los trámites y donde, por supuesto, estaban los mejores almacenes.
El centro de la capital representaba entonces, el movimiento masivo de las personas y donde se concentraban las tiendas, de acuerdo con Hugo Scaglietti, dueño de la Sastrería Scaglietti, un negocio con 130 años de vida, a pesar de la competencia directa de centros comerciales que hacen que los clientes ya no necesiten visitar el centro de San José, por ejemplo.
En otros casos, las firmas sobreviven porque el nicho para el cual trabajan es invulnerable y bien defendido. Es el caso de la Funeraria Polini o de la Joyería Müller, otros dos negocios centenarios.
Crear una empresa que tenga sentido es como realizar un gran descubrimiento científico. Hay muchos intentos fallidos. Crear una que dure más de 100 años, es hacer historia.