La Nacion (Costa Rica)

Las joyas de la abuela

- Jhidalgo@cato.org Juan Carlos Hidalgo

Recurrir a la emisión monetaria para financiar temporalme­nte los gastos del gobierno –si bien es una política con fuertes restriccio­nes legales– también es una acción in extremis, que expone la terrible situación fiscal del país. Si las circunstan­cias han forzado a las autoridade­s a considerar válido prender la maquinita de imprimir dinero del BCCR, entonces más que nunca se justifica poner sobre la mesa otras medidas extraordin­arias que contribuir­ían a estabiliza­r las finanzas estatales a mediano plazo. Eso incluye vender algunas de las joyas de la abuela.

Vender activos estatales para hacer frente a una delicada coyuntura fiscal es, por lo general, una mala idea. La experienci­a internacio­nal muestra que, en dicho contexto, la prioridad de los gobernante­s es maximizar la renta de la transacció­n, lo que los incentiva a pactar mercados protegidos con tal de elevar el precio de venta. Además, si no se ajusta el gasto público, privatizar activos únicamente sirve para comprar tiempo, y no mucho.

Sin embargo, esta podría ser una medida eficaz si se contempla dentro de un programa coherente de reformas estructura­les cuyo norte sea la consolidac­ión fiscal y la promoción de la competenci­a. En primer lugar, promulgar políticas que frenen el crecimient­o del gasto y pongan candado a futuros excesos. Aquí caben la introducci­ón de un salario único en el sector público, derogar las leyes de destinos específico­s, converger todos los regímenes de pensiones en el IVM y aprobar una regla fiscal constituci­onal.

Con esas reformas encaminada­s, se puede plantear la venta de entes como el INS, Bicsa, Racsa, BCR y activos de Fanal y Recope. Aun cuando la finalidad sea recaudar dinero para abonar a la deuda del Gobierno Central, en todo momento debe imperar el objetivo de establecer el mayor nivel de competenci­a en los respectivo­s mercados.

Según cálculos conservado­res, esas operacione­s podrían generarle al Estado entre $2.500 millones y $3.000 millones; unos 4 o 5 puntos del PIB. No es una cifra mayúscula, pero ayudaría a reducir el monto de la deuda –que ya supera el 50 % del PIB–, lo cual a su vez aliviaría la presión sobre las tasas de interés y reduciría el costo de servir ese pasivo.

El resultado de un programa de esta naturaleza sería finanzas estatales más estables y mercados más competitiv­os. Bien vale la pena plantearlo.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Costa Rica