Matosas ya vio el trabajo que le espera
En la derrota, 3 a 2, ante México, la Sele mostró las virtudes y carencias de los últimos tiempos
Si la premisa de Gustavo Matosas era mirar a la verdadera base de la Sele, el primer tiempo del juego ante México se acerca a la realidad. Pero si la aspiración pasaba por apreciar los otros recursos con que podrá contar en su proceso, solo probó a Allan Cruz.
Dos objetivos antagónicos, que desnudan cómo la Tricolor aún depende del plantel estelar. Durante los primeros 45 minutos, Rónald González abandonó el discurso de experimentar y mezclar a los nuevos valores con la estructura de experiencia. Jugó la carta segura.
Al único futbolista que le dio la oportunidad de jugar a la par de los hombres con más rodaje fue a Cruz. Y rindió. Un bálsamo que al menos permite identificar que el talento que se distingue hoy, puede asumir un rol alternativo para rejuvenecer algunas áreas.
El resto de jóvenes apenas si pudieron mostrar chispazos, cuando el equipo estaba cuesta arriba y después de ceder la iniciativa en la complementaria.
Cruz asumió el lugar de Celso Borges con personalidad. Condujo, pidió el balón y se proyectó al ataque (lo puede hacer más seguido). Sus condiciones naturales para asociarse con los hombres de ofensiva, refrescan un engranaje que, hasta poco, parecía estar desgastado.
En donde sí probó González fue en la propuesta ofensiva. Soltó a dos hombres en punta, Johan Venegas y Joel Campbell, de enorme movilidad para romper una zaga azteca poco coordinada en la inicial.
En una jugada por izquierda, Bryan Oviedo lanzó un centro a la cabeza de Joel Campbell, quien abrió la cuenta al 29’.
En el mano a mano, la Sele golpeó con frecuencia, a razón de un libreto que apostó a la proyección de los laterales
Al colocar a David Guzmán (de mal partido) y Cruz en la recuperación del balón, el volante ofensivo se vio más suelto, sin tantos sacrificios defensivos.
En cualquier circunstancia, esta es una premisa. En la recta final de su carrera, Ruiz aún puede aportar si se le libera de tantas responsabilidades atrás.
También se refleja otra realidad. La dinámica azteca evidencia cómo la velocidad y el juego de primera intención le hace daño a la Mayor, un equipo que juega a otro ritmo. Los dos goles mexicanos se generaron después de acciones a velocidad, con triangulaciones y juego de primera intención en el eje medular. Lejos del presente tico.
En el primero hubo una anticipación tardía de Francisco Calvo, justo antes de producirse una acción rápida de tome y dame que culminó en un remate de Víctor Guzmán al 26’ Golazo, imposible para Keylor Navas.
En el segundo periodo, Jür- gen Damm se bailó a Calvo y lanzó otro centro al área. Esta vez, resolvió Henry Martín con un remate de cabeza para anotar el 2 por 2, cuando Costa Rica se decidió replegar, sin opciones reales para contragolpear.
El primer tiempo terminó con buenas sensaciones para la Sele. De una buena combinación entre Cruz y Ruiz nació el segundo gol, luego de una mano dentro del área que él central señaló como pena máxima. Ruiz se encargó de anotarlo con un disparo bien colocado al 44’.
Pero en la complementaria, se volvió a la idea de juego que predominó en el pasado proceso, con poca generación de ataque y un plantel replegado
Un panorama complicado para cualquier jugador que ingresara a la cancha. Aun así, Rándall Leal estuvo participativo. Al final, el dominio mexicano se tradujo en el tercer gol.
Guzmán culminó su más que floja actuación con una falta innecesaria dentro del área. Cometió una infracción que Raúl Jiménez concretó al 71’.
3-2. Bienvenido Matosas.
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