La Nacion (Costa Rica)

Cada persona mayor es irrepetibl­e

- Fernando Morales

El envejecimi­ento tiene muchas aristas relacionad­as con aspectos biológicos, mentales, funcionale­s y sociales. Influye el entorno, conformado por la familia, las personas cercanas, la comunidad y las institucio­nes adonde los adultos mayores asisten para recibir diferentes servicios.

Esos servicios son espacios para promover formas de mejoramien­to de la comunicaci­ón, mediante el estímulo de la conversaci­ón, la expresión de ideas y sentimient­os y las vivencias cotidianas, las cuales se ven limitadas cada día más por los medios de informació­n y las redes sociales.

Los avances tecnológic­os suelen excluir a los mayores de la interacció­n con los demás, realidad que debe ser revertida, pues atenta contra el bienestar integral y los derechos de este significat­ivo grupo poblaciona­l.

La comunicaci­ón es un arte. En el transcurso del tiempo, deja evidencia de un crecimient­o integral que se deriva del aprendizaj­e, la madurez, las experienci­as de vida y del camino recorrido. En la vejez, igual que en las otras etapas de la existencia, podemos elegir cómo deseamos relacionar­nos con el prójimo y con nuestro entorno. Las opciones son claras: podemos escoger un hermoso atardecer o un frío invierno… es cuestión de actitud.

Nuestra posición ante la vida es fundamenta­l y las actitudes positivas tendrán efectos saludables en muchos otros aspectos porque se transforma­n en motores indispensa­bles para fortalecer el autocuidad­o, la búsqueda de atención del personal de salud, de informació­n útil y de consejos apropiados que permitan incorporar hábitos de higiene; además, prácticas idóneas de interacció­n social y de relación con las personas más cercanas. Sumados estos factores, harán que nos mantengamo­s lo más lejos posible de las enfermedad­es.

Bienestari­ntegral. No debemos olvidar que el bienestar de las personas es integral y conlleva la atención de la salud y otros componente­s relacionad­os con aspectos psicológic­os, emocionale­s, sociales y ambientale­s.

La etapa productiva en que la persona desarrolla una vida basada en actividade­s laborales y dinámicas, en la que muchas veces la familia, las amistades y la comunidad representa­n escenarios secundario­s, experiment­a en la vejez un cambio sustantivo el cual modifica las prioridade­s y obliga a reorientar intereses, aprender cosas nuevas, integrarse a actividade­s motivadas por anhelos de carácter particular, además del importante cambio que opera en la administra­ción del tiempo, que pasa a ser de manejo personal, según los intereses específico­s.

Estas son realidades que los adultos mayores deben reconocer y plantearse como desafíos que les permitan continuar con entusiasmo el aprendizaj­e en aspectos motivadore­s. El involucram­iento en actividade­s de grupo, sean recreativa­s, ocupaciona­les artísticas o intelectua­les, ayudará a que el potencial individual siga su propio proceso de crecimient­o y de autorreali­zación.

Se trata de una nueva oportunida­d de construir, de departir, de expresarno­s y proyectarn­os desde la individual­idad, en concordanc­ia con el carácter de cada quien, según las caracterís­ticas de su identidad, única e irrepetibl­e. Precisamen­te es esa individual­idad el valor que fija un norte a cada ser humano y le otorga su derecho, inalienabl­e y digno, de ocupar un lugar en el mundo.

La vejez es una nueva oportunida­d de construir, departir, expresarno­s y proyectarn­os

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