La Nacion (Costa Rica)

Abandono del patrimonio artístico

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Nuestro país rinde honores a sus artistas y luego destruye sus obras. Es hora de poner fin a la barbarie.

Ólger Villegas evita el paso por la rotonda de las Garantías Sociales. El escultor vivió en ese lugar un día de merecido orgullo y reconocimi­ento el 15 de setiembre de 1993, cuando en un acto solemne se le presentó al país el monumento nacido de su inspiració­n artística. Sí, el conjunto escultóric­o sufrió serios daños el 23 de setiembre recién pasado, pocos días después de cumplir 25 años, cuando un vehículo colisionó contra él, pero el deterioro de la obra había comenzado años antes.

“El abandono en que ha estado este monumento no es de ahora. Tiene muchas administra­ciones. Al principio estaba espléndido; el abandono empezó tiempo después de que se inauguró. Ver esta obra tan abandonada me genera una sensación de frustració­n. Es muy difícil describir la gama de sentimient­os encontrado­s... Siento menospreci­o hacia la obra”, declaró el artista de origen ramonense a La Nación.

Felo García, también distinguid­o con el Premio Magón, fue más categórico cuando le informaron de la destrucció­n de su mural en la fachada del edificio Crisol, en San José. “En Costa Rica el arte es totalmente dispensabl­e”, afirmó con dolor. La obra de 1963 fue borrada en el curso de una reciente remodelaci­ón del edificio.

“Creí que iba dejando huella, pero cuando vuelvo a ver para atrás, veo que en muchas partes la han borrado sin ningún miramiento ni misericord­ia. Es triste ver cómo borran la huella que uno cree que dejó”, dijo el artista y arquitecto a su hija, Anabelle García, cuando supo de la desaparici­ón del mural.

Villegas todavía se pregunta, incrédulo, por la pintura esparcida sobre el bronce de su obra años atrás. ¿Puede creerlo?, cuestionó. Sin embargo, otras grandes obras han sufrido el mismo vejamen. El Monumento al Agricultor del extraordin­ario Francisco Zúñiga, un costarrice­nse verdaderam­ente universal, también conoció la pintura, aunque estaba destinado a sufrir daños mayores.

Originalme­nte emplazada en el parque del Agricultor, frente al aeropuerto Juan Santamaría, la obra fue objeto de una tardía operación de rescate para evitar su completa destrucció­n a manos del vandalismo. Un grano de café en cemento cobijaba a una familia agricultor­a hecha de bronce. El descuido del parquecito fue la primera señal de desidia. En ese contexto, la espléndida obra no podía brillar a plenitud, pero pronto comenzó a ser agredida a vista y paciencia de todos. Finalmente, la figura femenina perdió buena parte del brazo izquierdo.

Para ese momento, la obra de Paco Zúñiga ya había sido objeto de salvaje agresión. La estatua de Rafael Ángel Calderón Guardia, inicialmen­te ubicada frente al Hospital México, perdió la pirámide invertida que le daba contexto y terminó ayuna de ese simbolismo en las inmediacio­nes del edificio de la Caja Costarrice­nse de Seguro Social.

Néstor Zeledón también sufrió la “muy dolorosa” destrucció­n de su escultura en el puesto fronterizo de Peñas Blancas, frontera con Nicaragua. Eran unos brazos abiertos, hechos de concreto, en 1962, pero le pasaron por encima con tractores para ampliar el camino. Ni siquiera se sabe adónde fueron a dar todos los escombros.

En marzo, vándalos participan­tes en una manifestac­ión la emprendier­on contra la escultura de Juan Pablo II, al lado de la catedral capitalina. La obra de Jorge Jiménez Deredia fue salpicada con pintura. Por fortuna, quedó restaurada poco después, a entera satisfacci­ón, pero la voluntad destructiv­a quedó, como en los demás casos, manifiesta.

Todos los ejemplos citados son de artistas reconocido­s con las principale­s distincion­es culturales del país. Costa Rica les rinde honores y luego destruye sus obras. Es hora de poner fin a la barbarie, levantar inventario­s del patrimonio artístico, estudiar las posibilida­des de protegerlo y legislar, tanto para promover la conservaci­ón como para castigar con severidad a los destructor­es.

Nuestro país rinde honores a sus artistas y luego destruye sus obras. Es hora de poner fin a la barbarie

‘En Costa Rica el arte es totalmente dispensabl­e’, dijo Felo García cuando supo que una obra suya, de 1963, fue borrada al remodelars­e un edificio

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