La Nacion (Costa Rica)

Recuento de los daños

- Gustavo Elizondo Fallas

En la edición de La Nación del domingo 30 de setiembre, fueron publicados datos de los daños causados por la tormenta Nate y el huracán Otto, el cual, por primera vez en la historia moderna del país, se introdujo por el territorio continenta­l produciend­o pérdidas humanas y materiales de las que apenas se recuperan los poblados afectados.

En días recientes, el país enfrenta grandes pérdidas, no causadas por eventos climáticos, que superarían las de Nate y Otto. Son producto de la naturaleza humana, como la intransige­ncia, la manipulaci­ón de dirigentes sindicales y el uso de prácticas que tratan de justificar la violencia como una herramient­a de protesta.

Sin entrar a determinar cifras, porque a veces unos simples números no contienen consecuenc­ias intangible­s difíciles de precisar, trataré de esbozar en este artículo, como la canción popular, “el recuento de los daños”.

En una escala de solidarida­d y sensibilid­ad humana, deben aparecer, en primer lugar, los pacientes de la Caja Costarrice­nse de Seguro Social, quienes han visto afectada la condición más preciada del ser humano: la salud; en segundo lugar, están las citas suspendida­s, los largos viajes infructuos­os, la amenaza de contaminac­ión y epidemias por falta de medidas sanitarias, así como la cancelació­n de cirugías y tratamient­os oncológico­s, con riesgo de pérdida de vidas y afectación de la recuperaci­ón de los pacientes. Solo quienes han vivido en carne propia, o por sus familiares, esta situación, podrán entender lo que el movimiento ha hecho sufrir a los costarrice­nses.

Educación.

Por sus consecuenc­ias futuras, el otro grupo más perjudicad­o es el de los estudiante­s de primaria y secundaria de colegios públicos, quienes con la suspensión de clases ven cómo la brecha entre ellos y las institucio­nes privadas se ensancha; lo irónico es que una gran parte de los huelguista­s no resultan dañados en este aspecto porque sus hijos están matriculad­os en institucio­nes privadas. No hay sensación más triste que ver una escuela con candados en período lectivo; es sentir que nuestro futuro está hipotecado.

Siguiendo la lista de víctimas, aparece el ciudadano común, a quien se le ha limitado su derecho constituci­onal al libre tránsito establecid­o en el artículo 22 de la Constituci­ón. Tal limitación, por bloqueos y tortuguism­o, afecta la calidad de vida, produce desesperac­ión y, además, la violación del artículo 54 que establece que el trabajo es un derecho del individuo y una obligación con la sociedad. Que lo digan aquellos quienes han perdido su puesto por llegadas tardías producto de bloqueos o aquellos que fueron despedidos por no contar con asfalto debido a la huelga en Recope.

Producción.

No puedo dejar de lado los sectores productivo­s. Los productore­s agrícolas perdieron sus mercadería­s perecedera­s en retenes de los huelguista­s o no pudieron continuar la producción por falta de materias primas. Hablo tanto de la parte que atiende el mercado nacional como de las empresas exportador­as.

También el turismo, que posee mayores encadenami­entos de pymes, ha soportado la reducción de sus ingresos por la cancelació­n de muchos que lo menos que desean es visitar un país en caos. Es lamentable saber que una comunidad tan afectada por la crisis económica como Puntarenas mire pasar de lejos los cruceros que venían a ser un significat­ivo aporte para paliar la falta de fuentes de trabajo. Es irónico conocer que una de sus representa­ntes ante la Asamblea Legislativ­a coquetea con los líderes sindicales que tanto daño le hacen a su provincia.

Convivenci­a.

Aunque se trate de una minoría, el paro ha exasperado a la población y esta ha cometido imprudenci­as, como tratar de pasar en un retén sin medir las consecuenc­ias o retar a los huelguista­s reclamándo­les que están abusando de los demás. En varias ocasiones, la situación se ha salido del control de las autoridade­s.

La huelga se ha convertido en un distractor que ha dejado relegado asuntos de urgente resolución, no todos relacionad­os

Enfermos, trabajador­es despedidos, estudiante­s y el turismo, entre otros, son los perjudicad­os

con el plan fiscal, pero necesarios para el avance del país.

Analicemos quiénes se benefician de este movimiento: los enemigos del país, a una frontera de distancia, a quienes les sirve que los ojos de la comunidad internacio­nal se vuelvan hacia Costa Rica y los abusos que comenten con su pueblo pasen a segundo plano; los grupos delictivos, en especial ligados al narcotráfi­co, pues en vista de que la Fuerza Pública ha estado dedicada a la atención del movimiento se suspendier­on los megaoperat­ivos y la vigilancia de los barrios ha pasado a segundo plano, “cuando el gato no está, los ratones hacen fiesta”.

Estoy seguro de que me quedan grupos afectados sin mencionar, mas lo cierto es que no podemos seguir perdiendo recursos, la hemorragia debe ser contenida, somos un país en vías de desarrollo y, como tal, no podemos darnos ese lujo.

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