Estudiantes en doble desventaja
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) publicó recientemente un informe de los resultados de las pruebas PISA del 2015 bajo el título Equidad en educación: Rompiendo barreras de la movilidad social, sobre la capacidad de los sistemas educativos para hacer frente a las brechas de origen socioeconómico.
Las brechas significan una diferencia promedio de 88 puntos entre los estudiantes más aventajados y los desventajados, lo cual equivale a casi tres años escolares. Este dato no es aislado, otras pruebas como TIMSS y PIAAC apuntan a que más de la mitad de la brecha en el rendimiento tiene su origen en la misma variable.
En el caso de Costa Rica, el puntaje promedio en ciencias de las pruebas PISA del 2015 fue 460. Los estudiantes provenientes del cuartil más bajo obtuvieron un promedio de 390 puntos, en cambio, los provenientes del cuartil de condición socioeconómica más alto alcanzaron 460. La diferencia de 71 puntos equivale a más de dos años escolares.
Los estudiantes en desventaja socioeconómica provienen un 52 % de colegios de perfiles socioeconómicos bajos, un 44,9 % de perfil socioeconómico medio y un 3,1 % de perfil socioeconómico alto. El número elevado de estudiantes desventajados en colegios desventajados es lo que el informe llama “doble desventaja”; un tipo de segregación.
Medición.
La doble desventaja es un hecho medible: cuando los estudiantes de menor condición socioeconómica asisten a un colegio de perfil socioeconómicamente aventajado logran superar en 78 puntos a sus semejantes que frecuentan un colegio de perfil desventajado; en cambio, si estos mismos estudiantes asisten a un colegio de perfil promedio su mejora es de 36 puntos.
Otro dato relevante es la capacidad del estudiante de lograr un alto desempeño a pesar de provenir de una familia socioeconómicamente desventajada, tal capacidad se conoce como resiliencia académica. Esta puede medirse en relación con los resultados internacionales de otros estudiantes o en relación con los estudiantes de mejor desempeño del mismo país; una tercera forma de medición es considerando el desempeño superior al nivel 3 de las pruebas PISA.
Tomando como referencia los estudiantes de mejor desempeño de nuestro país, el 10,9 % de los nacionales son resilientes académicos.
Conocer datos de la equidad educativa del país es primordial, al igual que tener la capacidad de interpretarlos y diseñar políticas educativas para mitigar los efectos de las brechas socioeconómicas en la calidad de la educación. La educación es un hecho social y contextualizado, no puede comprenderse como mero mérito individual. Si bien algunos estudiantes son resilientes académicos, la gran mayoría (89,1 %) de ellos se encuentran limitados a las oportunidades educativas de su familia y del centro educativo. Es un reto para la política educativa nacional crear las condiciones mínimas necesarias para un proceso educativo de calidad.
Segregación.
Existe un fenómeno de segregación que representa una doble desventaja para los estudiantes.
Primero, los alumnos de bajo nivel socioeconómico asisten a las escuelas desventajadas muchas veces por ser las más próximas, sin posibilidad de ingresar a otras de mejor perfil por su lejanía.
Segundo, la conformación de los grupos se hace pensando en quienes muestran más compromiso o menos compromiso con el estudio. No es raro que los menos comprometidos terminen en una misma aula. Por tanto, deberán diseñarse estrategias para evitar la segregación en todos los niveles del sistema educativo.
Tercero, tenemos colegios que pueden ser llamados “fábricas de abandono” porque necesitan una política específica de apoyo.
Si bien hay programas en el Ministerio de Educación Pública que atienden colegios de bajo rendimiento y alto nivel de abandono escolar, la cobertura y metodología empleada aún requiere de mejoras para ser sostenibles en el tiempo.
Finalmente, deben articularse los esfuerzos para la construcción de climas escolares que favorezcan el aprendizaje y el bienestar. Cambiar los climas escolares no se limita a un programa de convivencia; abarca todo el quehacer e identidad del centro educativo. Habrá que pensar en un modelo que integre lo administrativo, lo curricular, el capital profesional de los docentes y la cultura institucional.
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Los alumnos resilientes se esfuerzan pese a su pobre condición económica