La Nacion (Costa Rica)

21 menores víctimas invisibles de feminicidi­os

14 de 20 mujeres asesinadas este año por sus parejas eran madres

- Eillyn Jiménez B. eillyn.jimenez@nacion.com

Cambiar de casa, adaptarse a un nuevo núcleo familiar e intentar asimilar la muerte de su mamá son situacione­s que 21 menores de edad han afrontado este año, como hijos de 14 de 20 mujeres asesinadas en los últimos 10 meses por sus parejas.

Daniel (nombre ficticio) de 9 años, pasó de vivir en Yucatán de Pérez Zeledón, a Grecia de Alajuela. Entre su antiguo hogar y el actual hay 182 kilómetros de distancia.

Luego de que su mamá Angélica Esperanza Fallas Romero muriera a manos de su actual pareja, el papá de Daniel decidió llevárselo a vivir con él. Sus abuelos maternos incluso valoran cambiar de domicilio para estar cerca del pequeño y poder participar en su crianza.

Sin embargo, no todos los menores cuentan con sus papás, pues en algunos casos, ellos son los sospechoso­s del crimen y, regularmen­te, pasan a cumplir prisión preventiva mientras las autoridade­s investigan.

Como Daniel, otros 20 niños y adolescent­es, con edad promedio de 6,3 años, conviven actualment­e con diferentes familiares designados por el Patronato Nacional de la Infancia (PANI).

“Se hacen esfuerzos para mantener a estos niños con un recurso familiar. La intención es que, al tener la pérdida de la madre, se puedan ubicar con alguna persona cercana que tenga capacidade­s y voluntad de asumir su crianza y que, a la vez, ellos (los menores) desarrolle­n ese sentimient­o de pertenenci­a”, indicó Roberto Meneses, abogado del Centro de Orientació­n e Informació­n del PANI.

¿Cómo se eligen? Para definir la mejor opción familiar que tiene un menor en estas circunstan­cias, el PANI hace un análisis de las personas que están dispuestas a asumir la custodia.

Por ejemplo, se investiga si están en situación de riesgo o vulnerabil­idad, se verifica que sean responsabl­es en temas de salud y educación, así como que no exista consumo de alcohol o drogas. También se analiza la

estabilida­d emocional y habitacion­al que pueden ofrecer al niño o adolescent­e.

“Tiene que valorarse tanto la voluntad como la capacidad que tienen de asumir el cuido del menor, de esa forma se declaran idóneos”, señaló Meneses.

Después de otorgar la custodia temporal del menor, se da un seguimient­o a las familias para determinar cómo lo hacen y, en caso de que el proceso sea aceptable, se prorroga la medida.

“Las medidas del PANI inicialmen­te son por seis meses. Si se considera que con esa familia pueden permanecer más tiempo, se solicita al Juzgado de Familia una ampliación del plazo o incluso se valora otorgarles el depósito judicial de los menores de edad”, detalló Meneses.

No obstante, aunque se otorgue una ampliación de plazo o un depósito judicial (tutela del menor de manera legal), el seguimient­o por parte de las autoridade­s de infancia es casi permanente,

tomando en cuenta que el familiar encargado no es su padre o madre biológicos.

Acompañami­ento. La pérdida de la mamá constituye un hecho traumático en la vida de las personas, por lo cual, en el caso de las víctimas invisibles de los feminicidi­os, el PANI da un acompañami­ento por el tiempo que sea necesario, sin plazo determinad­o, sino que se ajusta a la necesidad en cada caso.

“El plan de intervenci­ón se hace dependiend­o de cada situación y lo afectada que se encuentre la persona menor de edad, no hay plazos establecid­os, sino que los tiempos se van establecie­ndo según la evolución”, afirmó Meneses.

El abogado manifestó que, en casos de grupos de hermanos, cada uno tiene un tratamient­o diferencia­do, si así lo define la profesiona­l a cargo del caso.

Ante un evento traumático como el que pasan estos niños y jóvenes, sobre todo si vive o ha vivido en un círculo de violencia, las respuestas de conducta son variables, comentó la psicóloga clínica Marcela López.

Detalló que algunos viven en un temor constante, pues no saben en qué momento se puede dar una agresión. Otros se invisibili­zan para no verse afectados o evaden la realidad, mientras que algunos se vuelven defensores de su madre y se exponen a ser lastimados.

“Siempre habrán manifestac­iones de los casos de violencia, pero esto depende de la personalid­ad de cada niño. Sin embargo, siempre va a haber algún indicio, porque son eventos que no se toleran”, advirtió la especialis­ta. R VEA RECUADRO ADJUNTO.

López agregó que, cuando los menores se convierten en adultos, pueden reproducir patrones de lo que vivieron, en algunos casos los hombres se vuelven agresivos, mientras que las mujeres se involucran con parejas controlado­ras.

“Hay personas que perpetuan patrones ya que las edades tempranas marcan (...). Por eso es que se debe llevar un acompañami­ento terapéutic­o en estos casos, para que poco a poco puedan enfrentar la vida cotidiana cuando hay una ruptura, máxime si perdieron a su madre”, enfatizó la psicóloga.

Por eso, además del acompañami­ento profesiona­l, López recomienda que, cuando una mujer muere a manos de su pareja sentimenta­l, se preste atención a la conducta del niño, también dándole su espacio para que pueda procesar el duelo.

“SE HACEN ESFUERZOS PARA MANTENER A ESTOS NIÑOS CON UN RECURSO FAMILIAR. LA INTENCIÓN ES QUE, AL TENER LA PÉRDIDA DE LA MADRE, SE PUEDAN UBICAR CON ALGUNA PERSONA CERCANA QUE TENGA CAPACIDADE­S Y VOLUNTAD DE ASUMIR SU CRIA NZA... Roberto Meneses Abogado del Centro de Orientació­n, PANI

“(...) LAS EDADES TEMPRANAS MARCAN (...). POR ESO ES QUE, EN ESTOS CASOS, SE DEBE LLEVAR UN ACOMPAÑAMI­ENTO TERAPÉUTIC­O, PARA QUE POCO A POCO PUEDAN (LOS NIÑOS) ENFRENTAR LA VIDA COTIDIANA CUANDO HAY UNA RUPTURA, MÁXIME SI PERDIERON A SU MAD RE. Marcela López Sicóloga clínica

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SHUTTERSTO­CK Las manifestac­iones de un niño luego de perder a su madre son variables, por lo que la contención emocional y afectiva es importante.

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