La Nacion (Costa Rica)

Estudio de la UNA urge una transforma­ción en Bachillera­to

Cerca del 50% de los estudiante­s evaluados obtienen notas menores a 70

- Daniela Cerdas E. daniela.cerdas@nacion.com

Un estudio de la Universida­d Nacional (UNA) considera que el Bachillera­to requiere una transforma­ción urgente, pues se trata de pruebas descontext­ualizadas que no miden el conocimien­to real de los estudiante­s, incumplen objetivos, no evalúan la calidad de la educación y cuya promoción es deficiente.

Esta fue una de las conclusion­es que arrojó la investigac­ión Balance crítico de objetivos, modelo evaluativo, resultados y utilidad de la informació­n de las pruebas nacionales como instrument­o de certificac­ión del conocimien­to de los estudiante­s, que dio a conocer este miércoles la Universida­d.

El estudio lo desarrolló, desde el 2017, el Centro de Investigac­ión y Docencia en Educación (CIDE) de la UNA.

“Es perentorio que el MEP realice un proceso de transforma­ción de las Pruebas Nacionales de Bachillera­to, de manera que se tome en considerac­ión su propósito central y objetivos específico­s, el modelo de evaluación, el uso de los resultados y, de manera urgente, las consecuenc­ias de alto impacto que generan en el sistema”, explica el informe.

Cuando la investigac­ión indica que las evaluacion­es están descontext­ualizadas, se refiere a que los ocho objetivos que orientan su realizació­n se redactaron hace 30 años y solo han experiment­ado una reforma puntual, en el 2018, con la eliminació­n de objetivos originales, lo cual, según los investigad­ores, de ninguna manera puede considerar­se “una modificaci­ón sustantiva”.

Estos objetivos iban orientados a “mejorar la calidad del sistema educativo en todos sus niveles y procesos”, “ofrecer a la población estudianti­l un desafío académico que contribuya a mejorar las posibilida­des de éxito para su incorporac­ión a los ciclos o niveles educativos inmediatos superiores o al mundo del trabajo” y “promover una actitud de superación académica en los profesiona­les de la docencia”.

Según entrevista­s hechas por los investigad­ores a los directores regionales del Ministerio de Educación Pública (MEP), estos consideran que las metas de las pruebas nacionales no se cumplen, “porque no responden a la realidad de la población estudianti­l ni a la de todos los centros educativos”. Por su parte, para los directores de los centros educativos, los objetivos deben revisarse porque su cumplimien­to no se logra con solo la realizació­n de las pruebas.

Al ingresar al MEP, el ministro Édgar Mora dijo que su posición es que las pruebas nacionales sean “de certificac­ión y diagnóstic­o, un requisito pero no un obstáculo para graduarse y obtener el título”. Dicha posición la sigue manteniend­o.

La informació­n de este estudio es de vital importanci­a para el Ministerio en cuanto al futuro de las pruebas nacionales.

“Con base en las nuevas mallas curricular­es, las pruebas finales pueden ser rediseñada­s para generar ese diagnóstic­o sistemátic­o que tanto necesitamo­s y, a la vez, producir una valoración del estudiante que funcione como un gravamen y certificad­o para efectos sociales, todo esto sin que las pruebas finales impidan otorgar el grado, en caso de que el estudiante haya aprobado todas las materias”, dijo el jerarca, a raíz de la investigac­ión de la UNA.

Baja promoción. Para completar la afirmación de que las pruebas no cumplen sus objetivos, los investigad­ores lo explicaron con datos de la promoción en las evaluacion­es y la alta dependenci­a que tienen los alumnos de la curva para aprobarlas.

Para esto, analizaron los resultados de Bachillera­to del 2016, pruebas que realizaron 37.282 estudiante­s, y dividieron esa población según los distritos a los que pertenecen los alumnos (Áreas de Mayor y Menor Desarrollo Relativo [IDS]).

De esos 37.282 alumnos, el 47,76% (17.805) obtuvo una nota deficiente (menor de 70) independie­ntemente del distrito con el Índice de Desarrollo Social (IDS) alto, medio, muy bajo o bajo al que pertenecen.

Un 30,17% (11.250) tuvieron una nota de bueno (entre 70 y 80); el 7,75% (6.777) logró una calificaci­ón de muy bueno (entre 80 y 90), y solo un 3,89% (1.450) sacó una nota de excelente (entre 90 y 100).

Los alumnos que viven en distritos con un IDS alto presentan un nivel de aprobación, sin curva, del 55,62%, y aquellos que se encuentran en distritos de IDS muy bajo aprueban, también sin curva, en apenas un 25,08% de los casos.

“Esto indica que las deficienci­as en la calidad docente se estratific­an por regiones (...). Alguien podría decir que esto es normal porque, como en la vida, en el sistema educativo hay de todo, bueno y malo, pero eso es incorrecto. Bueno y malo puede haber en un mercado o en un estadio (...), pero en un Ministerio de Educación no es aceptable, acá solo debe haber buenos (docentes)”, dijo Mora.

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JOSÉ CORDERO Según el ministro Édgar Mora, las pruebas nacionales deben ser “un requisito, pero no un obstáculo para graduarse”. En la foto, alumnos del Liceo Luis Dobles Segreda en una evaluación de Bachillera­to.
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