La Nacion (Costa Rica)

Italia nos tiene un mensaje

- Velia Govaere Vicarioli vgovaere@gmail.com

Estridenci­as esconden, muchas veces, silencioso­s murmullos telúricos, hasta que sorprende un terremoto. Distraídos con estruendos bullicioso­s de materiales de portada, tal vez dejemos de advertir una posible catástrofe financiera. La bota italiana proyecta sobre el euro una nueva y amenazante sombra.

El primer acto de la inminente crisis tomó la forma teatral de un duelo. La coalición populista italiana desafió con descaro las normas presupuest­arias de la zona euro, con un déficit tres veces mayor a su compromiso de Estado. La Comisión Europea lo rechazó y ordenó ajustarlo.

Los populistas se sentaron en su galleta. Italia arriesga, ahora, un castigo ejemplar del 0,5 % de su PIB y la degradació­n de su calificaci­ón de riesgo, con aumento del costo de sus créditos y potencial crisis financiera. Tercera economía de la eurozona y uno de los mayores mercados de bonos del mundo, Italia responde sola por el 15 % de toda la deuda pública de Europa. Un terremoto financiero ahí, haría ver la crisis griega como un temblorcit­o en Tilarán.

Ese desafío es también chantaje. Con un castigo, la Comisión Europea desencaden­aría la crisis. Es delicado hacerlo. Está en juego, incluso, la superviven­cia del euro. Eso lo sabe el gobierno italiano. Su enfrentami­ento contra Bruselas es popular en Italia y rinde réditos electorale­s. Ya tienen el doble de simpatizan­tes que en las elecciones. Con su desafío presupuest­ario, apuntan a las elecciones del Parlamento Europeo, en mayo. Buscan ahí la victoria de una coalición de populistas europeos que cambiaría las piezas del ajedrez político, con un viraje radical de autoridade­s.

Mala cosa. La crisis actual tiene su origen político inmediato en la victoria del populismo en Italia, en el 2017. Pero esa victoria necesita, a su vez, una explicació­n más profunda. El izquierdis­ta Movimiento Cinco Estrellas (M5S), dirigido por Luigi di Maio, formó gobierno con la Lega Nord de Matteo Salvini, de extrema derecha. Ambos llegaron con promesas a cargo del ya ajustado y comprometi­do presupuest­o italiano. Di Maio, aumentando el gasto público, y Salvini, disminuyen­do impuestos.

El gobierno de Renzi había pospuesto la edad de retiro. El M5S revierte esas reformas. Poder pensionars­e antes significar­á un aumento de costos a cargo del presupuest­o y un debilitami­ento de toda la economía, al disminuir el número de personas ocupadas. Eso no es todo. Lo peor viene ahora, al instaurar un sistema de ingresos garantizad­os de ciudadanía. Hablamos de 780 euros, por persona, al mes. Y pensar que ese incremento de gastos “sociales” se acompaña de disminució­n de impuestos “empresaria­les”. La suma de dos populismos es una formidable fórmula para el desastre.

Cuando se adhirió al euro, Italia ya era un país altamente endeudado. Debía hasta el 100 % de su PIB. Desde entonces, Italia se ha ajustado la faja, obligándos­e a un “superávit primario”. Si no se cuenta el servicio de su deuda, por más de 25 años, el Estado ha gastado menos de lo que gana. Y, sin embargo, la deuda siguió creciendo. Ya llega a más del 132 % de su PIB. Dos billones de euros cuyo servicio demanda casi el 4 % del PIB.

Si aumentan los intereses para renovar créditos, la deuda puede hacerse impagable. El Banco Central Europeo podría comprar el pequeño exceso de su presupuest­o, a cero intereses. Ya lo hizo con Renzi. ¿Lo hará de nuevo? ¡No bajo chantaje y mucho menos para alimentar gasto improducti­vo! ¿Dejará de hacerlo? Eso tiene que pensarlo muy bien.

Paradoja. Lo que debe hacernos reflexiona­r es cómo Italia se encuentra más endeudada que nunca, a pesar de su responsabi­lidad fiscal. Mucho se debe a la estructura rígida e improducti­va de su gasto público, a la camisa de fuerza del euro y a la ausencia de políticas productiva­s de crecimient­o económico. ¿Qué ganó, a fin de cuentas, Italia con el euro? Los jóvenes no lo saben.

Desde que entró a la eurozona, sus ingresos reales han disminuido. Ningún otro país occidental tiene un desarrollo económico tan débil. Desigualda­d y pobreza han aumentado. Su productivi­dad está por debajo de hace 18 años. Bajas inversione­s y leyes laborales inflexible­s erosionaro­n las condicione­s de empleo. La inversión extranjera es prácticame­nte nula.

Renzi introdujo cambios estructura­les. Cambió leyes de trabajo para facilitar inversión y empleos. Aumentó la edad de retiro y mejoró las condicione­s fiscales. Eso supuso sacrificio­s. Sus reformas necesitaba­n tiempo para que se vieran sus efectos. Pero los italianos querían cambios inmediatos. Perdió popularida­d y a los pocos meses tuvo que renunciar. No hay ajuste popular.

El problema de Italia no es su gasto público, sino cómo emplea los recursos. Si fuera en ajustes que promoviera­n la riqueza, serían bienvenido­s. Pero el déficit actual empeora, más bien, las condicione­s de la economía. La Comisión Europea ha sido tolerante cuando el déficit presupuest­ario atiende reformas estructura­les. Lo fue con Renzi y también con España y Portugal. El problema es que ahora, sin promover empleo y producción, se aumentan los disparador­es del gasto social y se disminuyen los ingresos fiscales.

De Grecia, aprendimos la necesidad de frenar la incontinen­cia fiscal. Italia nos trae otro mensaje: la sensatez fiscal pierde sentido humano cuando los pueblos no ven crecimient­o económico, aumento de oportunida­des y equidad. Ajuste fiscal sin mejoramien­to productivo implica solamente sacrificio­s y no resuelve la ratonera estructura­l. Cualquier pueblo se cansa de eso. En medio de la falta de oportunida­des, llegaron voces populistas con flautas mágicas y siempre sobran sindicatos para hacerles eco.

Eso explica la fatiga política del electorado italiano, especialme­nte de los jóvenes, con los partidos que identifica­n con el

statu quo. De ahí viene su giro de preferenci­as hacia quienes ofrecían un cambio, con confites incluidos, hacia el abismo. Un ajuste fiscal es necesario, pero no es suficiente. Esa es la lección italiana. ¿La aprenderem­os, a tiempo? No lo creo.

La suma de dos populismos es una formidable fórmula para el desastre

 ?? SHUTTERSTO­CK ??
SHUTTERSTO­CK
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Costa Rica