21 jóvenes lograron nota perfecta de ingreso a la UNA
→Una indígena y recolector de café son parte de la lista de estudiantes →Provienen de colegios públicos, rurales, nocturnos e incluso a distancia
Obtener 900 puntos de los 900 posibles en el examen de admisión para ingresar a la Universidad Nacional (UNA) fue un logro que compartieron, este año, 21 estudiantes, a quienes la mañana de ayer se les rindió un homenaje en la sede de esa institución en Heredia.
La lista la componen personas de diferentes regiones del país, como Valle La Estrella, Quepos, la zona de los Santos, San Vito de Coto Brus y Sarapiquí. Todos ellos provienen de colegios públicos, liceos rurales o nocturnos y algunos de la modalidad de educación a distancia.
Dentro de esos 21 mejores promedios, destaca la historia de Abigail Salguero, indígena cabécar que sueña con llevar la educación a pueblos alejados. Alumna del Liceo Rural de Vesta, en el Valle de la Estrella, Limón, esta joven de 21 años tiene muy claras las razones por las cuales escogió la carrera de Educación con Énfasis en Educación Rural.
“Hay un pueblo como a 50 kilómetros de donde vivo, que se llama Telire. Ahí, la educación es difícil porque prácticamente no hay maestros o profesores que quieran llegar; es muy lejos, hace mucho frío y no hay ni una pulpería. Pero mi sueño es poder llevarle educación a la gente de ahí”, expresó la muchacha, quien tiene tres hermanos y todos han emprendido carreras universitarias, algo poco común en su pueblo, donde por razones de trabajo, muchos abandonan los estudios antes de terminar el colegio.
Entre las personas con la máxima calificación para ingresar a la UNA también destaca el caso de Melanny Godínez, vecina de Quepos e hija de pulperos.
“He pasado toda mi vida en medio de números y de cálculos, y también viendo cómo ayudar más en el negocio la pulpería; por eso, me gusta mucho la carrera de Economía”, señaló la joven, quien dijo no estar del todo convencida de que sea su opción definitiva.
“Voy a tomarme estas semanas para pensar bien, porque también me gusta mucho Medicina. Yo sé que son dos carreras muy diferentes, pero ambas me gustan”, añadió Godínez, de 17 años y quien está por concluir sus estudios en el Liceo Rural de Londres, en su natal Quepos.
Futuro ingeniero. Alejandro Jiménez, por su parte, es vecino de San Isidro de León Cortés y recolecta café. Ya tiene seguro que comenzará su sueño para ser ingeniero en Informática, aunque no está claro a cuál universidad irá, pues también obtuvo muy buena nota de admisión en la Universidad de Costa Rica (UCR) y en el Instituto Tecnológico de Costa Rica (Tec). En ambas casas de estudio también se ofrece esta carrera.
“Desde muy pequeño me han gustado mucho las computadoras; es mi sueño”, declaró.
Jiménez, de 17 años, y estudiante del Liceo Rural de San Isidro de León Cortés, no dimensionó, de primera entrada, lo que significaba este logro.
“Yo estaba en el cafetal cuando me entró una llamada. Atendí y me dijeron del 900. Yo pensé que era como sacarme un 100 en cualquier otro examen”, recordó el joven.
Otra historia sobresaliente es la de María José Miranda, de 21 años. Esta joven creció en medio de dos parques nacionales: el Volcán Poás y el Braulio Carrillo. La gran cantidad de animales y la vegetación de su tierra marcaron, desde muy pequeña, su vocación por la veterinaria . Ahora con la prueba de admisión de la UNA ganada, no duda de que podrá concretar sus anhelos.
“Desde pequeñita me gusta mucho cuidar a los animales. Antes de esto, estuve estudiando Administración en la UNED (Universidad Estatal a Distancia), solo para confirmar que no era lo mío. Ahora, más feliz no puedo estar. Yo, durante un tiempo, evité este examen porque creí que iba a necesitar muchos puntos, y sin embargo, aquí estoy”, destacó Miranda.
Entre los galardonados se encuentra también Yeltsin Muñoz, vecino de San Ramón de Alajuela y quien estudió en el Liceo Nocturno Julián Volio. Él está por comenzar su proyecto de diseñar videojuegos, al inclinarse por la carrera de Ingeniería Informática.
“Desde chiquitillo me encantaban los videojuegos, puedo decir que hasta aprendí a hablar inglés con ellos”, comenta el muchacho, de 25 años.
■