La Nacion (Costa Rica)

Reconstrui­r la confianza

- José Luis Arce Economista jlarce@cefsa.cr

En política económica, la credibilid­ad y la confianza son valiosos activos que si se deprecian –o, en los peores escenarios, son destruidos– toma tiempo y esfuerzo reconstitu­ir. La polémica en torno a la degradació­n de la calificaci­ón crediticia del país por parte de Moody’s es un buen ejemplo de ello.

No cabe duda de que el aval contundent­e –tanto en el Legislativ­o como en el caso de la consulta de constituci­onalidad – del entonces Proyecto de Ley de Fortalecim­iento de las Finanzas Públicas es una buena noticia –y un logro del Ejecutivo y de los diferentes actores políticos comprometi­dos en dicha tarea– que permite perfilar el inicio de un proceso de ajuste que fue pospuesto, por diferentes razones, por más de una década.

No obstante, este hito lejos de significar el final del viaje y el retorno inmediato a un puerto seguro implica, más bien, iniciar una travesía igual o más difícil en términos de los retos económicos y políticos que conlleva: la de ejecutar y llevar a buen término el proceso de ajuste.

En tal sentido, en el contexto de un proceso tan gradual de ordenamien­to de las finanzas gubernamen­tales como el que se ha emprendido, y dado, desgraciad­amente, la tendencia a procrastin­ar que ha caracteriz­ado en los últimos años al país en esta materia, es de cierta forma incluso natural el dudar y esperar resultados concretos.

En situacione­s así, la forma más rápida y efectiva de combatir estas percepcion­es y sus efectos sobre las expectativ­as es entregar rápidament­e resultados, no sólo en términos de reducir el déficit, sino que, además, enviar señales políticas contundent­es de que se siguen construyen­do los acuerdos necesarios para las siguientes etapas del proceso.

En términos de las cuentas públicas, deberá procurarse que los nuevos ingresos de la reforma y un control más intenso de la ejecución presupuest­aria se reflejen, con rapidez, en una tendencia clara y sostenida de reducción del déficit primario.

En lo político, será necesario mantener y construir acuerdos con los diferentes actores basados cada vez más en el convencimi­ento y el compromiso en torno a una agenda de reformas sustantiva­s, de mayor aliento y más allá de la fiscalidad y menos en el temor –debe reconocers­e ciertament­e objetivo– de caer en el abismo de una crisis.

Si las señales tardan y se cae, de nuevo, en la tentación de posponer el ajuste –por ejemplo, mediante el abuso del endeudamie­nto externo – se desperdici­ará una oportunida­d de oro.

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