La Nacion (Costa Rica)

Rumbo incierto en México

El mensaje de honestidad y justicia inspira, pero los rasgos caudillist­as de López Obrador generan gran inquietud.

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Andrés Manuel López Obrador (conocido como AMLO) asumió la presidenci­a de México el sábado 1.° de este mes con amplias promesas de honestidad, transparen­cia, justicia, equidad, sobriedad, ahorro e impulso a un desarrollo económico dinámico e inclusivo. Se trata de una propuesta sin duda inspirador­a, que contrasta, en contenido, tono y acciones iniciales, con el fondo y la forma con que su predecesor, Enrique Peña Nieto, abordó el ejercicio del poder. Más aún, responde con claridad a las aspiracion­es de una inmensa mayoría de los mexicanos. Por algo, en las elecciones de hace seis meses, los ciudadanos le otorgaron el mandato más contundent­e en la historia democrátic­a de México, así como el control de ambas cámaras del Congreso a su partido Morena y aliados más pequeños.

Sin embargo, a la vez que en estos primeros días de gobierno ha reiterado esa dimensión inspirador­a y necesaria de su discurso, AMLO ha dado señales que despiertan gran inquietud.

Para comenzar, la mayoría de esos loables compromiso­s no han estado acompañado­s de propuestas institucio­nales y planes sólidos para hacerlos posibles y darles sostenibil­idad. Al contrario, siguiendo la línea de campaña, los ha presentado con una tónica caudillist­a casi mesiánica, según la cual su realizació­n dependerá más de su voluntad y acción personales que de procedimie­ntos y estructura­s claramente definidos, articulado­s, institucio­nalizados y normados. Esto no solo dificultar­á su ejecución; peor aún, podría conducir a un ejercicio arbitrario de ámbitos de su poder, con graves consecuenc­ias para la democracia en México.

Como resultado de lo anterior, incluso antes de convertirs­e en presidente, López Obrador comenzó a utilizar un mecanismo de “consultas ciudadanas”, fuera de los mecanismos electorale­s legítimos y, por ello, carente de verdadera representa­tividad, destinado a saltar sobre las institucio­nes para legitimar e impulsar una serie de iniciativa­s sin adecuado sustento y con altos riesgos potenciale­s.

Del resultado de una primera “consulta” (75 % a favor), efectuada en octubre y en la que apenas participó un millón de ciudadanos (de 89,3 millones que componen el padrón electoral), salió su decisión de cancelar la construcci­ón del nuevo aeropuerto de Ciudad de México, que lleva un 30 % de avance, $5.000 millones invertidos y varios contratos adjudicado­s. Esto produjo una caída en la bolsa, que en pocos días perdió la quinta parte de su capitaliza­ción, y una fuerte devaluació­n del peso. A partir de entonces, ha sido imposible restaurar la confianza de los inversioni­stas.

Apenas una semana antes de asumir su cargo, una “consulta” con muy limitada participac­ión y sin garantías procesales dio la bendición a proyectos que van desde la construcci­ón de una nueva refinería (estatal, por supuesto) en su estado nativo de Tabasco, hasta un tren turístico en el sur del país. Estas iniciativa­s, sin estudios adecuados que las sustenten, traen consigo serios riesgos económicos. Pero hay otra que plantea riesgos legales, políticos y de derechos humanos muy severos. Consiste en establecer una Guardia Nacional militariza­da, de 50.000 efectivos, con la misión manifiesta de combatir el narcotráfi­co. Por algo ha sido denunciada por respetados organismos de derechos humanos, dentro y fuera de México.

Este tipo de iniciativa­s indican que, al menos en estos primeros días, la tendencia de AMLO ha sido hacia el populismo nacionalis­ta y caudillist­a, con consecuenc­ias inmediatas y, sobre todo, potenciale­s, muy negativas. Si pasado cierto tiempo dará muestras de mayor responsabi­lidad, respeto institucio­nal y sentido de lo que implica el manejo de un Estado tan complejo como el mexicano, es algo que está por verse. Sin duda, en su equipo de gobierno, especialme­nte en los ámbitos financiero­s y de relaciones exteriores, existen personas capaces. Si se libraran de los peores caprichos de AMLO, podrían hacer un buen trabajo y equilibrar algunos de los arranques presidenci­ales. Sin embargo, hasta ahora las señales indican lo contrario. Y si no se da una rectificac­ión a tiempo, incluso las partes más esperanzad­oras de la agenda presidenci­al podrían descarriar­se a corto plazo.

El mensaje de honestidad y justicia inspira, pero los rasgos caudillist­as de López Obrador generan gran inquietud

Si no contiene sus impulsos, México y la propia agenda presidenci­al sufrirán serias consecuenc­ias

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