La Nacion (Costa Rica)

‘Oleadas’ de extraños transitan por esta región

- Ángela Ávalos R. aavalos@nacion.com

BURICA. A sus 19 años, Walter Sánchez Montezuma decidió que quiere estudiar Criminolog­ía si se le presenta la oportunida­d.

Hasta ahora, solo se ha dedicado a la agricultur­a, pero explica con claridad el porqué de sus aspiracion­es profesiona­les. “La droga. El movimiento se ve”, dijo en un breve relato.

Su amigo, Gilberto Rodríguez Guerra, de 26 años, quien estudia Enseñanza del Inglés, también ha sido testigo de ese movimiento que describe Walter en Alto Carona, donde vive. “Vienen en oleadas. Casi siempre son colombiano­s que vemos pasar. Es hasta ahorita que el Gobierno se ha preocupado un poco y esto tiene que ver con el aumento en el tráfico de drogas”, dijo Gilberto.

Los muchachos estuvieron entre el grupo de 685 indígenas ngöbe o guaymíes que acudieron, la última semana, al llamado de una misión de militares norteameri­canos y personal de salud de la Caja.

Estaban en la Escuela de Al- to Carona el jueves pasado, esperando a que sus hermanos fueran atendidos por médicos, enfermeras, farmacéuti­cos y promotores de salud.

Según contaron, a pesar de las carencias que hay en estas comunidade­s, es un “bonito lugar para vivir”.

Pero en los últimos años y ante el abandono de estas comunidade­s por parte del Estado –que lo justifican, de alguna manera, por su gran lejanía–, la afluencia de extraños se incrementó.

Los llaman “no blancos”, pues ahí, de las casi 3.000 personas que hay, más de 2.000 son ngöbes.

Gilberto cuenta que hay un puesto policial. “Pero solo uno. El problema es la distancia, porque, además de tener que enfrentars­e con delincuent­es, son responsabl­es de colaborar cuando hay una emergencia”, comentó Rodríguez.

Con pocos recursos frente a los narcos y ante las grandes distancias –que ahí no se miden en kilómetros, sino en horas de recorrido a pie o a caballo– la batalla parece estarla ganando el tráfico de drogas.

 ?? ÁNGELA ÁVALOS ?? Gilberto Rodríguez (izq.), de 26 años, y Walter Sánchez, de 19, lamentan la irrupción de narcos en un lugar “tan tranquilo”.
ÁNGELA ÁVALOS Gilberto Rodríguez (izq.), de 26 años, y Walter Sánchez, de 19, lamentan la irrupción de narcos en un lugar “tan tranquilo”.

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