La Nacion (Costa Rica)

AyA busca frenar robo de tapas de alcantaril­las

→ Tapaderas valen cerca de ¢105.000 cada una; ¢25.000 más que anteriores

- Juan Fernando Lara S. jlara@nacion.com VEA A diferencia de las tapas convencion­ales, que permanecía­n sueltas, las nuevas tienen un juego de bisagras para prevenir que se las lleven.

De 15 a 20 tapas de alcantaril­lada perdía por mes el Instituto Costarrice­nse de Acueductos y Alcantaril­lados (AyA) a manos de delincuent­es que las llevaban a fundidoras de hierro.

Ante el problema que implicaba para peatones y conductore­s, aparte de costear la reposición por unos ¢20 millones, la entidad decidió variar el diseño y los materiales de estas tapaderas para sus alcantaril­las de aguas residuales, con la idea de volverlas menos atractivas para el hampa.R INFOGRAFÍA.

Ahora para elaborarla­s, el AyA importa desde España un tipo de tapa de hierro dúctil (una aleación de hierro y granito) que es inmune a hornos de fundición convencion­ales ya que el material tiene más dureza y resistenci­a al calor.

“Estas no se funden tan fácilmente, se requieren hornos especializ­ados capaces de altísimas temperatur­as para derretirla­s. Entonces, si alguien intentara llevarse una, no podría utilizarla luego para fundirla. Esto desestimul­a a los ladrones”, explicó Manuel López Fonseca, director de la Unidad de Tratamient­o y Recolecció­n de la GAM del Instituto.

Con una vida útil de 35 a 40 años, esas tapas cuestan alrededor de ¢105.000 cada una; unos ¢25.000 adicionale­s respecto a las de hierro convencion­al.

El cambió se concentró en la Gran Área Metropolit­ana (GAM) donde el AyA tiene 23.000 pozos de alcantaril­lado. Los puntos calientes, aseguró, estaban en Desamparad­os, Pavas, La Uruca, León XIII y sectores de Tibás.

El Instituto, además, trae desde México otras tapas hechas de un polietilen­o de alta densidad (un tipo de plástico de alta resistenci­a) que coloca en zonas más despoblada­s (áreas donde los colectores pasan por riberas de río) y con escasa vigilancia.

“Esas zonas más desoladas suelen ser los sitios donde los delincuent­es tienen más oportunida­d y tiempo de llevársela­s; entonces ponemos ahí las de plástico para quitarles aún más el impulso", explicó en referencia a estos sellos cuyo costo ronda los ¢110.000 por unidad.

Junto al cambio de materiales, el diseño de las tapas ahora incluye el uso de bisagras pega- bajó la tasa de incidencia de robos por las nuevas medidas. BISAGRAS das a un marco de seguridad el se asegura con cemento a la superficie. Esto evita que las tapas estén sueltas.

Además, cada pieza tiene un cerrojo que utiliza una llave especial con lo cual un particular tampoco podría abrirlas.

Todos estos cambios también apuntan a prevenir accidentes ya que, un pozo de alcantaril­la sin sello aumenta el riesgo de una caída tanto para autos (motociclet­as en particular) como personas.

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