La Nacion (Costa Rica)

Eurobonos sí, pero con condicione­s

- Miguel Ángel Rodríguez EXPRESIDEN­TE DE LA REPÚBLICA

Para colocar los bonos, el Congreso debe exigir la paulatina disminució­n del déficit primario

El gobierno solicitó a la Asamblea Legislativ­a una autorizaci­ón para colocar $6.000 millones de títulos de deuda pública en el exterior. Se emitirían bonos por $1.500 millones anuales en el 2019 y en el 2020, y por $1000 anuales del 2021 al 2023.

Los títulos del Gobierno sufrieron deterioro en su precio (los inversioni­stas exigieron mayores rendimient­os) por la prolongada situación de déficits fiscales altos y crecientes desde el 2008 y la incertidum­bre, que hasta la resolución de la Sala Constituci­onal, se dio respecto a la aprobación de la Ley de Fortalecim­iento de las Finanzas Públicas.

De fines de noviembre del 2017 al punto de menor cotización en noviembre del 2018, antes de la resolución de la Sala IV, los bonos costarrice­nses con vencimient­os en el 2020, 2025 y 2045 perdieron entre un 12 % y un 23 % de su precio en los mercados internacio­nales.

Claro, después de la resolución sobre su constituci­onalidad y de la aprobación de la Ley de Fortalecim­iento de las Finanzas Públicas su valor ha vuelto a aumentar aunque no ha recuperado el precio de hace un año. Pero es de esperar que, ante los avances logrados por primera vez desde el inicio de estos desequilib­rios en el 2008, las condicione­s para colocación en el extranjero de nuestra deuda sigan mejorando.

El fuerte desequilib­rio de las finanzas públicas, el alto y creciente nivel de la deuda del Gobierno, su concentrac­ión en vencimient­os inmediatos y el hueco fiscal descubiert­o al inicio de esta administra­ción, dificultar­on a Hacienda financiar el faltante de ingresos en el mercado doméstico e hicieron subir en exceso sus costos. Esto obligó al gobierno a endeudarse con el Banco Central mediante letras del tesoro que deberán ser canceladas este mes.

En tales condicione­s resulta comprensib­le el deseo del gobierno de colocar deuda bonificada en los mercados internacio­nales, como se ha hecho en el pasado.

Esas colocacion­es pueden mejorar la tasa de interés y extender el perfil de pago de la deuda. Claro, recordando que la ganancia neta directa de este tipo de colocación en el mercado externo frente al local solo consiste en la menor tasa de interés asociada al sector público frente al privado, por el diferencia­l de riesgo.

Una objeción. No podemos permitirno­s que al aumentar el financiami­ento caigamos en la complacenc­ia y el gobierno vuelva a las andadas soltando el gasto público.

El Banco Central estima el impacto de la Ley de Fortalecim­iento de las Finanzas Públicas en un 3,68 % del producto interno bruto (PIB) para el año 2022. El porcentaje es insuficien­te para contener el crecimient­o de la deuda del Gobierno Central respecto al PIB. Apenas dejaría de crecer en el 2024 y habría llegado hasta un 65 % del PIB.

Para acelerar ese resultado en vez de “aflojar” en el control del gasto, el gobierno debería poner en práctica medidas adicionale­s de restricció­n y control de sus disparador­es (salario único, reestructu­ración del sector público) y, además, propiciar de manera eficiente un crecimient­o de la producción nacional mayor al raquítico de estos años.

La disminució­n del gasto público y el aumento de los impuestos del ajuste fiscal significan una caída en la demanda, que es recesiva sobre la producción. Eso compensa el elemento positivo para aumentar el crecimient­o que produce el cambio de las expectativ­as de los agentes económicos por la mejora en la situación fiscal. De modo que en el 2019 el crecimient­o puede incluso ser ligerament­e inferior al de este año. Se requiere mantener expectativ­as positivas sobre la macroecono­mía nacional, y esto depende de que la solución fiscal se mantenga y mejore en los años siguientes.

Además, como desde los años cincuenta vivimos con recurrente­s crisis fiscales, y dado que la regla fiscal aprobada es por vía legislativ­a y no constituci­onal, por lo cual puede ser fácilmente variada, necesitamo­s fortalecer la institucio­nalidad y asegurar que el gobierno no vuelva a sus andadas. Por eso mi propuesta es “eurobonos sí, pero con condicione­s”.

Condicione­s. El dictamen del Banco Central sobre la aprobada Ley de Fortalecim­iento de las Finanzas Públicas establece una base objetiva para imponer las condicione­s para que Hacienda pueda colocar las emisiones solicitada­s.

Para el año 2019 no habría condiciona­lidad, pues ya se ha cumplido con la emisión de esa ley.

Pero para cada uno de los años siguientes (2020 al 2023) se exigiría para la colocación que el déficit primario del año precedente no haya sido mayor al estimado por el Banco Central en ese dictamen, rendido una vez aprobado el primer debate del entonces proyecto de Ley 20580.

Así, para colocar la emisión del 2020, el déficit primario del 2019 deberá no haber sido mayor al 2,1 % del PIB; para la emisión del 2021, el déficit primario del 2020 deberá no haber sido mayor al 1,1 % del PIB; para ejecutar la colocación externa en el 2022, el déficit primario deberá, en el 2021, no haber sido mayor a 0; y para el último año de la autorizaci­ón, 2023, deberá haberse dado en el 2022 un superávit primario del 0,9% del PIB.

Al actuar de esta manera, el gobierno reafirmará la permanenci­a de su compromiso con resolver el desequilib­rio fiscal heredado y los diputados darán muestra de su compromiso con poner orden en la Hacienda pública.

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