Navidad sin ellas
Esta Nochebuena, la tristeza posiblemente visitará los hogares de las 24 mujeres que han fallecido este año a manos de sus compañeros sentimentales.
Al menos 21 niños y adolescentes no podrán recibir el tierno abrazo de su mamá ni su beso de Navidad.
Los tamales tampoco les sabrán igual a los padres, abuelos, hermanos y tíos de las víctimas de esta cruel epidemia de violencia doméstica que azota al país.
Hoy, recuerdo a Wilber Barrantes Castillo. Su hija Kimberly Jazmín Barrantes Pérez fue asesinada por el excompañero el pasado 17 de marzo en Siquirres, Limón.
La voz de Kimberly, una joven trabajadora y luchadora de 19 años, fue apagada por un arrebato de celos del mismo hombre que un día le juró amor y respeto.
Su muerte dejó a dos pequeñas niñas huérfanas y a toda una familia destrozada por el dolor. ¿Qué pensará don Wilber en estas fechas?
¿Qué pensarán los parientes de otras víctimas que están esperando justicia aunque saben que sus seres amados nunca volverán?
Cifras alarmantes. Según la plataforma de emergencias 911, cada cinco minutos una mujer llama pidiendo auxilio por un ataque.
Hasta el 20 de noviembre, las autoridades registraban 71 tentativas de feminicidio a lo largo del 2018.
Estas cifras son inauditas, vergonzosas e intolerables en un país cuyo himno nacional canta que “vivan siempre el trabajo y la paz”.
¿Quién y cómo podrá detener esta tragedia, este drama, que se vive en la intimidad de nuestros hogares?
Esta es una de las grandes interrogantes a la que Costa Rica debe buscar respuesta en los próximos años.
Policías, jueces, docentes, periodistas, abogados, diputados, ministros, trabajadores sociales, psicólogos y médicos debemos darnos la mano para encontrar caminos más eficaces para prevenir, denunciar y castigar la violencia contra las mujeres.
Tal vez así, en las próximas Navidades podamos evitar que más familias pasen una de las épocas más lindas del año sufriendo por el crimen cometido por un asesino que antes se sentaba a la mesa a comer con ellas.
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