La Nacion (Costa Rica)

Equivalenc­ia ricardiana y reforma fiscal

- Jorge Martínez Esquivel

La equivalenc­ia ricardiana es una teoría económica que señala que el gasto público no afecta la demanda agregada y por ello no tiene un impacto en la producción final de un país. Fue propuesta por el economista David Ricardo, de ahí su nombre.

El argumento se centra en que un gobierno puede financiar su gasto con impuestos o con deuda. Si elige deuda, ya sea a corto o largo plazo, tendrá que pagar, para lo cual aumentará los impuestos en el futuro. Ricardo indicaba que los ciudadanos, temiendo mayores impuestos en el futuro, buscarían ahorrar, por lo que el aumento en la demanda agregada, ante el mayor gasto del gobierno, se vería compensado con el ahorro privado de familias y empresas.

Es difícil imaginar una reacción de estas en nuestro país. Llevamos años viendo cómo se deterioran las finanzas públicas y el nivel de deuda pública crece, pero el consumo y el crédito bancario no han mostrado reduccione­s, salvo algún grado de cautela recienteme­nte.

Esta teoría ha sido punto de debate entre quienes defienden el papel del gasto público como estímulo para el crecimient­o y quienes lo consideran un incentivo inútil. Sin embargo, lo valioso de la equivalenc­ia ricardiana es el recuerdo de que la deuda tiene que pagarse. Si no existe control del gasto ni del crecimient­o de la deuda, tarde o temprano la única opción será aumentar impuestos.

Consecuenc­ia. Es imperativo tener presente esta relación para tomar decisiones correctas, de lo contrario, nuestro país sería como un individuo que, con un ingreso bajo y deudas altas, necesita un trabajo adicional que le genere más ingresos. Pero, una vez obtenido, en lugar de cancelar deudas y eliminar gastos inútiles, incrementa el uso de la tarjeta de crédito. Lo cual definitiva­mente no es muy racional.

Lo anterior puede pasarle a la reforma fiscal. Creer que una mayor recaudació­n de impuestos le da carta blanca al país para endeudarse más, será una mala acción. Rápidament­e, vendrá otra crisis fiscal y, como medida final, la solución será otro ajuste en los tributos.

Para evitarlo, es necesario revisar la eficiencia del gasto público. Medidas como la fusión de institucio­nes para que brinden servicios de forma más eficiente, revisar los objetivos de entidades que podrían estar obsoletas y acelerar el uso de tecnología­s que favorezcan el ahorro de recursos deben de formar parte de los planes estratégic­os de los ministerio­s e institucio­nes públicas.

Por otra parte, la aprobación de la reforma fiscal mejora la imagen del país a escala internacio­nal y esto nos permite emitir deuda externa. Esta nueva deuda debería utilizarse para cancelar deuda actual tratando de reducir el costo financiero y no para financiar gastos corrientes.

Como ciudadanos responsabl­es debemos estar vigilantes y presionar a los responsabl­es de las decisiones económicas para que actúen bajo esta línea. De lo contrario, pasará como a aquella persona que utilizó los ingresos solo para endeudarse más, y ya sabemos cómo termina esa historia. ■

Los nuevos impuestos deben ser para pagar deuda y es necesario revisar el gasto público

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