Un celular con carga puede ser vital en paseo a la montaña
En caso de extravío permitirá dar aviso y guiar a rescatistas
Con las vacaciones y la llegada de los días soleados aumentan los paseos a las montañas, y con estos, el riesgo de extravíos. El año pasado hubo 139 incidentes de ese tipo, es decir, alguien se extravió, en promedio, cada tres días.
Aunque la tecnología ayuda mucho para efectos de ubicación, es común que los caminantes hayan tomado y enviado tantas fotos y videos, que su teléfono se queda sin carga.
Así lo ha constatado Carlos Herrera, encargado de atención prehospitalaria de la Cruz Roja, quien narró que a menudo encuentran personas con celulares llenos de fotos y la batería sin carga. Esa previsión es solo una de las que los vacacionistas a menudo no toman en cuenta cuando deciden aventurarse a conocer la belleza de bosques y montañas.
De acuerdo con Herrera, aparte de portar una batería adicional, otros consejos son hacerse acompañar por un guía y tener aplicaciones en el teléfono que permitan enviar el punto de ubicación en caso de perderse en determinada zona. Esto, si hay señal de Internet.
Tres perdidos. Un paseo por el cañón del río Toro Amarillo, en Guápiles, Pococí, para conocer una catarata de aguas termales, terminó en extravío para tres hombres que, el 24 de diciembre pasado, fueron rescatados por la Cruz Roja. El operativo se facilitó porque llevaban celular.
Los excursionistas tuvieron que pasar la noche en la montaña y hasta ellos llegaron miembros de la Unidad Especializada de Primera Intervención, que necesitaron más de cuatro horas para encontrarlos.
Según contó Minyar Collado, uno de los miembros de la patrulla que los rescató, los extraviados eran hombres de entre 45 y 52 años, quienes narraron que los problemas comenzaron cuando el cauce del río comenzó a subir, posiblemente por una corriente de agua producida por lluvias montaña arriba. Eso los obligó a escalar lomas, y subieron tanto, que luego no sabían cómo salir.
La tarde del domingo 23 de diciembre, al no llegar al sitio acordado para que un familiar los recogiera, comenzaron las sospechas. Al día siguiente, con una ínfima señal de celular, los montañistas avisaron que estaban perdidos. Fue entonces cuando empezó el operativo.
Estuvieron extraviados 16 horas y fueron buscados por 12 cruzrojistas que duraron casi cinco horas siguiendo rastros hasta dar con ellos. Los hombres tenían hipotermia y estaban un poco deshidratados, pero pudieron salir por sus propios medios.
Algunas razones. El desacato a las zonas demarcadas, no avisar a nadie sobre la travesía que se piensa hacer y el hecho de que la montaña puede cambiar en cuestión de 15 días con la desaparición de algunos trillos, son algunas variables por las que la gente se extravía.
En octubre del 2014, ocho agentes de la Sección de Cárceles del Organismo de Investiga-
ción Judicial (OIJ) se perdieron por más de 50 horas luego de que un alud los obligó a variar la ruta que llevaban en el Parque Nacional Braulio Carrillo.
Las montañas de Pico Blanco y alrededores en Escazú, así como otras del Parque Nacional Braulio Carrillo y las que colindan con Prusia, en Oreamuno de Cartago, son algunos de los puntos que regularmente requieren movilización para rescate. En el 2017, los extravíos atendidos fueron 135 y en el 2016, la cifra fue de 151 .
En el sector Prusia, en el Parque Nacional Volcán Irazú, en Oreamuno de Cartago, los visitantes afirman que es difícil extraviarse si se respetan los más de 13 kilómetros de senderos existentes, que albergan diferentes tipos de bosques.
Unas 90.000 personas visitaron Prusia en el 2017. Elías Campos Cruz, vecino de Orotina, lo hizo junto a su familia este miércoles 9 de enero. Habían salido a las 6 a. m. de la casa y a las 9 a. m. llegaron al sitio, al que se ingresa por la misma calle que lleva al Sanatorio Durán.
Si bien encontró senderos bien demarcados, con buen mantenimiento, algo lo inquietó: “Vimos algunos senderos clandestinos, que no son los que llevan a los lugares que dicen. Aquí no hay puntos de reunión para que nos localicen en caso de emergencia”.
También en Prusia, en el sendero La Gruta estaba Alexánder Astorga Solís, un docente de Turrialba que llegó por primera vez con su esposa, una hija y dos nietos. Él admitió que no tomaron previsión alguna en caso de extravío.
Alexandra Astorga, una joven visitante, comentó que la zona es ideal para respirar aire fresco, hacer ejercicio y admirar la vegetación. Empero, estima que debería haber más señalización en puntos de eventual peligro por guindos o posible caída de ramas.
“Da cierto temor adentrarnos mucho porque uno no está acostumbrado a caminar en bosques y no se ve la salida bien señalizada”, afirmó.
Otro excursionista, Marlon Calderón, vecino de Cartago, manifestó: “Esta belleza hay que aprovecharla. Pero nunca paso más allá de lo que marcan los senderos, porque he escuchado de personas que, por hacerlo, se pierden”, afirmó.
También Karla Zumbado, vecina de Esparza, llegó a Prusia con un amigo de Hatillo y dijo que recomienda la visita, aunque opina que debería haber más rótulos para que las personas sepan que están caminando por el sendero correcto.
Por su parte, el grupo integrado por Jenny Hernández, Angie Fallas y Christian Silva, recomendaron, como previsión, tomar fotos de los mapas internos para ayudarse en la orientación dentro del bosque, y además, llevar agua, alimentos y algunas medicinas.
El rastro. En algunas regiones altas del país, debido a la lluvia o al crecimiento rápido de la maleza, no es fácil para el turista identificar si está o no en un sendero montañoso. A veces siguen caminando sin preocuparse por retomar el camino que los lleve a la salida, explicó Minyar Collado.
En ocasiones, mantos de neblina afectan la visibilidad o el lugar se oscurece a causa de lluvias, lo que dificulta el caminar, incluso en parques bien demarcados.
“Si el montañista tiene una ruta predefinida y le informa a algún conocido la ruta que seguirá, en caso de extravío eso facilita la labor de búsqueda, porque los cruzrojistas definen con más facilidad el área de trabajo”, afirmó.
Y es que, al hecho de estar perdidos, pueden sumarse otras situaciones como tener que soportar el frío de la noche a la intemperie o con deshidratación o falta de alimentos.
No siempre los finales son felices. Existen casos de excursionistas que, pese a intensas búsquedas, no aparecen, como ocurrió el 6 de enero del 2011 con un joven de 21 años en el Parque Nacional Chirripó, lugar donde también se perdieron dos scouts décadas atrás y nunca se dio con su paradero.