Para comprender la gesta de Pelé
Desde la tribuna
SPIANISTA Y ESCRITOR alió de su pueblito natal, Três Corações: 25.000 habitantes, sur de Minas Gerais. Estamos en 1958. Viajar hasta Estocolmo representaba un vuelo de 22 horas. El chico, de 17 años, jamás había abordado un avión. Se integró al plantel brasileño tarde, alineando hasta el tercer partido de la justa. Y ese adolescente, viajando solo, asomándose al mundo, un océano y un hemisferio de por medio, a 11.000 kilómetros de casa, debutó en el juego contra la URSS. Fue una sensación, constituyó inmediata mancuerna con Garrincha y en cuatro partidos anotó seis goles, puso dos asistencias y ganó la Copa: llorando copiosamente, más parecía un limpia botas que un atleta.
Un muchacho mal alimentado, con serias deficiencias físicas, recién fichado por las divisiones inferiores del Santos, que se ganaba la vida trayendo y llevando palanganas llenas de ropa que su madre lavaba. Había aprendido a jugar el fútbol en una calle ruinosa, desprovista de aceras, con una pelota hecha de medias entrelazadas. Ahí adquirió todas sus destrezas: propio de los genios.
Ese fue Pelé, y tales fueron las circunstancias en que conquistó su primera copa mundial. Su físico no se había aun desarrollado plenamente, no hablaba una palabra de sueco, era un negrito de aspecto endeble, con cero cultura, cero mundo, cero roce social, cero relaciones públicas, cero egolatría. Y así puso al planeta a sus pies.
Hoy en día, los divos que todos conocemos viajan en charters, supersónicos, acompañados por sus novias —o bien novios—, manicurista, pedicurista, masajista, fotógrafo, asesor de imagen, psicoanalista, representante, fisioterapeuta, nutricionista, abogados, secretaria, chef… y no hacen 6 goles y ponen 2 asistencias en cuatro partidos. Nunca se refieran a Pelé, amigos, sin contextualizar históricamente, dimensionar y comprender la inmensidad de su gesta, la sobrehumana proeza de 1958, y las condiciones en que la realizó. Para hablar de Pelé hay que lavarse no solo la boca, sino también el corazón.