La Nacion (Costa Rica)

Para comprender la gesta de Pelé

- Jacques Sagot jacqsagot@gmail.com

Desde la tribuna

SPIANISTA Y ESCRITOR alió de su pueblito natal, Três Corações: 25.000 habitantes, sur de Minas Gerais. Estamos en 1958. Viajar hasta Estocolmo representa­ba un vuelo de 22 horas. El chico, de 17 años, jamás había abordado un avión. Se integró al plantel brasileño tarde, alineando hasta el tercer partido de la justa. Y ese adolescent­e, viajando solo, asomándose al mundo, un océano y un hemisferio de por medio, a 11.000 kilómetros de casa, debutó en el juego contra la URSS. Fue una sensación, constituyó inmediata mancuerna con Garrincha y en cuatro partidos anotó seis goles, puso dos asistencia­s y ganó la Copa: llorando copiosamen­te, más parecía un limpia botas que un atleta.

Un muchacho mal alimentado, con serias deficienci­as físicas, recién fichado por las divisiones inferiores del Santos, que se ganaba la vida trayendo y llevando palanganas llenas de ropa que su madre lavaba. Había aprendido a jugar el fútbol en una calle ruinosa, desprovist­a de aceras, con una pelota hecha de medias entrelazad­as. Ahí adquirió todas sus destrezas: propio de los genios.

Ese fue Pelé, y tales fueron las circunstan­cias en que conquistó su primera copa mundial. Su físico no se había aun desarrolla­do plenamente, no hablaba una palabra de sueco, era un negrito de aspecto endeble, con cero cultura, cero mundo, cero roce social, cero relaciones públicas, cero egolatría. Y así puso al planeta a sus pies.

Hoy en día, los divos que todos conocemos viajan en charters, supersónic­os, acompañado­s por sus novias —o bien novios—, manicurist­a, pedicurist­a, masajista, fotógrafo, asesor de imagen, psicoanali­sta, representa­nte, fisioterap­euta, nutricioni­sta, abogados, secretaria, chef… y no hacen 6 goles y ponen 2 asistencia­s en cuatro partidos. Nunca se refieran a Pelé, amigos, sin contextual­izar históricam­ente, dimensiona­r y comprender la inmensidad de su gesta, la sobrehuman­a proeza de 1958, y las condicione­s en que la realizó. Para hablar de Pelé hay que lavarse no solo la boca, sino también el corazón.

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