La Nacion (Costa Rica)

Secretos de confesión

- Ronald Matute JEFE DE INFORMACIÓ­N DE LA NACIÓN rmatute@nacion.com

El abuso infantil e una tragedia mun dial, una aberra ción que debe se combatida con ac ciones contundent­es, no co disparates. Las cifras eriza la piel. En el 2017, el Ministe rio Público recibió 6.162 de nuncias de abusos sexuale contra niños y adolescent­es.

Las víctimas fueron obliga das a tener relaciones sexua les con adultos, a prostituir­s o sufrieron tocamiento­s inde bidos. Las denuncias repre sentaron el 70 % de las queja por abuso sexual tramitada por la Fiscalía ese año y no to man en cuenta la cifra negra casos que quedan ocultos po miedo o vergüenza. Mucho de esos hechos ocurren en e hogar, donde familiares y alle gados aprovechan la inocen cia y la confianza de los má vulnerable­s. Sin embargo, lo abusadores también oculta sus garras de buitre vestido con trajes de educador, líde espiritual, entrenador u otr figura de autoridad.

En medio de tanta calami dad, un diputado del PAC pre sentó un proyecto para obliga a grupos religiosos, juveniles culturales y deportivos a de nunciar abusos que se come tan en su entorno. La inicia tiva podría sonar novedosa, hasta propicia para cerrarle el cerco a los depravados, per tiene varios problemas. E primer lugar, los sacerdote se verían obligados a viola el secreto de confesión par desenmasca­rar a quienes ad mitan ser abusadores.

Lo anterior colocaría a confesor en una encrucijad­a pues el Código de Derech Canónico señala que el casti go por quebrantar el sigilo sa cramental es la excomunión Pero, aunque esté dispuest a pagar ese precio, el sacer dote estaría convirtien­do e evidencia judicial uno de lo actos más sagrados de la f católica: la reconcilia­ción.

En segundo lugar, ¿quié garantiza que los abusado res van a ir al confesonar­io contar todos sus pecados? Po otro lado, se corre el riesg de que más adelante surja otras iniciativa­s para obliga a los curas a delatar hasta los envidiosos.

La confesión es un momen to de profunda humillació que nace del examen de con ciencia y del arrepentim­ient del pecador que busca el per dón divino. No la convirtamo en un anticipo de prueba. De jemos que Dios se encargu de la justicia celestial y demo a la ley de los hombres la herramient­as correctas par detectar y castigar a los abu sadores de menores.

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