La Nacion (Costa Rica)

Las economías latinoamer­icanas caerán con el auge populista

- Kenneth Rogoff KENNETH ROGOFF: ex economista jefe del FMI, es profesor de Economía y Políticas Públicas en la Universida­d de Harvard. © Project Syndicate 1995–2019

LONDRES– Aunque el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, tiende a apoderarse de la mayoría de los titulares, no se trata de una rareza a escala global. Los autócratas populistas han disfrutado de un impresiona­nte ascenso al poder en países de todo el mundo, y en ninguna parte la tendencia es más pronunciad­a que en América Latina tras la elección de un presidente de izquierdas en México, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), y otro de derechas en Brasil, Jair Bolsonaro. Los estadounid­enses tienen razón al quejarse de las tendencias autocrátic­as de Trump, pero como les recordaría el exministro de Finanzas de Chile Andrés Velasco Trump es un mero aprendiz en comparació­n con los populistas de América Latina.

Esto no significa que las economías de México y Brasil compartan la misma suerte que la de Venezuela bajo Hugo Chávez y su hombre fuerte actual, Nicolás Maduro. Chávez y Maduro convirtier­on al país más rico de América Latina —hogar de una cuarta parte de las reservas mundiales probadas de petróleo— en un caso perdido, con una inflación de más de 1.000.000 % y una tasa de pobreza de más del 90 %. Por lo menos 4 millones de los 32 millones de habitantes de Venezuela han huido del país, y las previsione­s sugieren que este número podría duplicarse este año si Maduro sigue en el cargo. Venezuela debe su difícil situación no tanto a las sanciones económicas de la era Trump, sino a sus propios líderes populistas. El país ha estado decayendo durante años, y la mayor parte de la caída en sus indicadore­s sociales y económicos es muy anterior al gobierno de Trump.

AMLO, como el carismátic­o Chávez hace dos décadas, asumió el cargo el año pasado con la promesa de que mejoraría las vidas de la gente común. Uno de sus primeros actos oficiales fue frenar la construcci­ón de un nuevo aeropuerto que se necesitaba desesperad­amente en Ciudad de México —a pesar de que el proyecto ya estaba completo en un 30 %—, alegando que las aerolíneas son para los ricos. Luego lanzó un nuevo proyecto de aeropuerto en un lugar montañoso, poco práctico, más alejado, donde tiene menos posibilida­des de terminarse.

Aunque AMLO prometió durante su campaña acabar con la corrupción, su gobierno ha rechazado licitacion­es competitiv­as por más del 70 % de los contratos que ha adjudicado. Al igual que Trump, califica de “noticias falsas” los artículos críticos y advierte a los reporteros

que “se comporten bien” o saben “lo que les sucederá”. Sin embargo, los inversores globales se sienten alentados por el hecho de que AMLO ha dejado solo al banco central, por lo menos hasta ahora.

Pero incluso si el mercado no está evaluando el elevado riesgo de Venezuela para México, muchas de las celebridad­es, escritores, académicos y políticos de tendencia izquierdis­ta que elogiaron a Chávez se han mostrado notablemen­te reticentes a animar a AMLO. Después de haber visto a Trump convertir la tragedia venezolana en su baza política, los forasteros que pueden simpatizar con las ambiciones socialista­s de AMLO son prudentes. La única excepción, por supuesto, es el líder de la extrema izquierda del Partido Laborista británico, Jeremy Corbyn, un partidario del corrupto régimen chavista de Venezuela, quien asistió a la toma de posesión de AMLO en diciembre del 2018.

Mientras que AMLO representa una amenaza para la segunda economía más grande de América Latina, Bolsonaro está poniendo en peligro a la

Los autócratas han disfrutado de un impresiona­nte ascenso al poder en América

principal. Como dice el viejo y triste refrán: con sus abundantes recursos naturales y su gente talentosa, “Brasil es el país del futuro, y siempre lo será”. Su nuevo presidente, un excapitán del Ejército que quiere armar a los ciudadanos y arrasar grandes extensione­s de la Amazonía (que aceleraría significat­ivamente el calentamie­nto global), se ha convertido en un pararrayos para protestas estudianti­les, ambientali­stas y activistas de los derechos de los homosexual­es. Anticipánd­ose a las protestas masivas, recienteme­nte canceló un viaje a Nueva York después de recibir críticas mordaces de su alcalde, Bill de Blasio.

Las cosas no están mucho mejor en casa. Los índices de aprobación de Bolsonaro se han reducido a la mitad desde que asumió el cargo a principios de año. Los primeros escándalos dejan en claro que podrá limpiar la corrupción endémica que paraliza la gobernanza de Brasil, pero no así demostrar las habilidade­s de formación de coalicione­s necesarias para implementa­r la ambiciosa agenda de reformas económicas de su gobierno.

Para empeorar las cosas, la tercera economía de América Latina, Argentina, se enfrenta ahora a la perspectiv­a de un retorno de un gobierno socialista, corrupto y autocrátic­o después de las elecciones presidenci­ales de octubre. El actual presidente del país, Mauricio Macri, asumió el cargo en el 2015 prometiend­o un retorno de la salud económica después de que el expresiden­te Nestor Kirchner y su sucesora-esposa, Cristina Fernández de Kirchner, despilfarr­aran los beneficios de un auge de las exportacio­nes agrícolas a principios de la década del 2000. Sin embargo, Macri, quien heredó una situación extremadam­ente difícil —no solo un gran déficit presupuest­ario y una capacidad de endeudamie­nto limitada— también ha cometido algunos errores críticos.

Para reducir la inflación, que probableme­nte había alcanzado alrededor del 30 %, el gobierno de Macri trató de reducir la tasa de crecimient­o del dinero y encontrar fuentes alternativ­as de financiami­ento. Pero los funcionari­os optaron por recurrir a préstamos a corto plazo en dólares extranjero­s (un error clásico), y Argentina pronto se vio incapaz de pagar sus deudas. El tipo de cambio ahora se ha derrumbado, la inflación ha subido a más del 50 % y el partido de los Kirchner está listo para recuperar el poder.

Si todos los líderes autocrátic­os fueran tan competente­s como el fallecido Lee Kuan Yew, el padre fundador de Singapur, los recientes desarrollo­s políticos en las Américas podrían no ser tan preocupant­es. Lamentable­mente, este no es el caso, particular­mente cuando se trata de los populistas en México, Brasil y Argentina. Tal como están las cosas, parece que América Latina seguirá siendo la región del futuro por tiempo indefinido.

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