La Nacion (Costa Rica)

El reto de la nutrición

- Bjørn Lomborg AMBIENTALI­STA DANéS BJORN LOMBORG: profesor visitante en la Escuela de Negocios de Copenhague, es director del Centro del Consenso de Copenhague. © Project Syndicate 1995–2019

EDIMBURGO– Es fácil pensar en la inanición como un reto que entró en la conciencia del mundo rico en los años 80 y que se solucionó en gran parte gracias a conciertos de rock. Es cierto que el mundo ha hecho enormes avances en la lucha contra el hambre masiva en los últimos 30 años, principalm­ente, como resultado del mejoramien­to de las prácticas agrícolas. Sin embargo, en el mundo, la escasez de comida sigue matando a un niño cada tres segundos.

Un nuevo informe de las Naciones Unidas revela que el número de las personas que sufren hambre en el mundo aumentó en el 2018 por tercer año consecutiv­o, y supera hoy los 820 millones. Más de un cuarto de los habitantes del planeta (unos dos mil millones de personas) carecen de acceso regular a comida segura, nutritiva y

suficiente.

Estas muertes y hambrunas silenciosa­s no captan la atención del mundo como las del pasado. Si bien hemos avanzado en la lucha contra el hambre, existen razones más que suficiente­s para hacer más. En particular, mejorar la nutrición infantil es una de las inversione­s más transforma­doras que pueden hacer los gobiernos y los donantes. Los estudios del Centro para el Consenso de Copenhague demuestran que cada dólar destinado a nutrición en los mil primeros días de vida de un niño devuelve a la sociedad el equivalent­e a $45 en seguridad de que tenga un futuro más sano y próspero.

Esos fenomenale­s retornos explican el que el gobierno estadounid­ense lanzara la Iniciativa Feed the Future en el 2010 y que la actual administra­ción la volviera a autorizar, y por qué la Unión Europea se comprometi­ó en el 2013 a destinar $3.900 millones a nutrición en el sexenio 2014-2020. Es crucial que EE. UU. y la UE mantengan estos esfuerzos, especialme­nte ante los próximos cambios en la Comisión Europea, y es vital que otros países se sumen.

Uno de los indicadore­s de nutrición más comunes es el retraso del crecimient­o: básicament­e, el que un niño sea mucho más bajo que lo normal para su edad. A diferencia de estar por debajo del peso apropiado, lo que suele indicar una desnutrici­ón a corto plazo, ser más bajo muestra que el niño ha sufrido una nutrición por debajo de lo óptimo de manera prolongada.

Si bien el retraso del crecimient­o ha bajado a la mitad desde 1990, cuando cuatro de cada diez niños lo padecían, sus efectos permanecen. La desnutrici­ón infantil crónica puede conducir a un menor desarrollo cognitivo y físico, menores capacidade­s productiva­s, mala salud y un mayor riesgo de sufrir enfermedad­es degenerati­vas crónicas como la diabetes.

Además, la desnutrici­ón tiene un amplio impacto en la sociedad: algunas estimacion­es sugieren que podría costar a la economía mundial más de $2 billones al año. De hecho, sigue siendo una de las principale­s barreras que impiden que los niños, sus comunidade­s y sus países alcancen todo su potencial.

Por eso, si bien una nutrición infantil adecuada reduce el riesgo de sufrir enfermedad­es y muertes, su mayor beneficio a largo plazo es quizás el que menos se reconoce: sus efectos positivos en el desarrollo cognitivo. Los niños bien alimentado­s aprenden más en las escuelas y es mucho más probable que se conviertan en adultos altamente productivo­s. Gracias a ello ganan salarios más altos, lo que les permite alimentar, proteger y educar mejor a sus propios hijos y acelerar, así, el desarrollo de sus países.

Hoy, dar una buena nutrición a un niño en sus dos primeros años de vida cuesta cerca de $100. Esta inversión ayudará a que solo una minoría de los niños evite el retraso del crecimient­o: después de todo, la mayoría lo evitará incluso sin la nutrición adicional. Pero puesto que los niños que sí se beneficien reciben una ayuda tan grande, es como si los ingresos de toda la vida de cada niño aumentaran en promedio el equivalent­e a un importe único de $4.500.

Por eso, los economista­s dicen que cada dólar destinado a nutrición infantil creará beneficios para la sociedad equivalent­es a $45, lo que lo convierte en una inversión ex tremadamen­te valiosa.

Los próximos 12 meses se rán cruciales para mantener la atención sobre la nutrición y movilizar los recursos nece sarios para que los objetivos globales se puedan alcanzar El Marco de Inversione­s para la Nutrición del Banco Mun dial estima que se necesitará­n $70.000 millones en diez años para lograr los objetivos clave de la Organizaci­ón Mundia de la Salud sobre desnutri ción para el 2025. Pero no se ha avanzado lo suficiente para lograr los objetivos mundia les sobre nutrición acordados en los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, en par ticular, poner fin a las ham brunas y a todas las formas de desnutrici­ón en el 2030.

Es esencial invertir más en nutrición para la infancia temprana, y esto debería ser una alta prioridad para los donantes y gobiernos desti natarios, las organizaci­ones multilater­ales de desarrollo y las fundacione­s filantrópi­cas Están claros los argumentos para tal gasto y, casi con segu ridad, los rendimient­os serán enormes.

En el mundo, la escasez de comida sigue matando a un niño cada tres segundos

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