Poco fuertes pero letales
“Los sismos más destructivos en Costa Rica han sido los originados en fallas pequeñas y no los grandes de la zona de subducción”, afirmó Linkimer.
El científico recordó el terremoto de Cinchona (2009); el de Picagres (Mora), que es conocido como el de Alajuela (1990), y el de Patillos, en la parte alta de Coronado (1952), que dejó 21 personas muertas. Tales movimientos fueron de magnitudes intermedias, pero por estar cerca de ciudades, produjeron mucho daño.
“Por eso es tan importante hacer estudios para entender las fallas, saber por dónde pasan y los terremotos que ocasionan”, acotó.
En comparación con la zona de subducción, donde la placa del Coco se mueve a 9 centímetros por año debajo de la Caribe, estas fallas locales solo se mueven un centímetro por año.
El catálogo de Costa Rica es de 150 fallas en todo el país. La parte central tiene muchas con ramales y por eso se habla de sistemas de fallas. Algunas en el Valle Central son la falla Cipreses, la Frailes y la Liebres, que está entre los volcanes Irazú y Turrialba.
Lidier Esquivel, jefe de Investigación y Análisis del Riesgo de la Comisión Nacional de Emergencias (CNE), afirmó que tienen conocimiento de los sismos recientes y por eso han apostado a desarrollar actividades como el simulacro nacional. También insisten en la necesidad de que las municipalidades apliquen de forma muy estricta el Código Sísmico.
Además, evalúan periódicamente las áreas de amenazas por medio de visitas técnicas y con el apoyo comunal que dan los Comités Municipales de Emergencia. Igualmente, se apoya de modo directo el fortalecimiento de las redes de vigilancia.
Entre los puntos con riesgo de deslizamiento en la zona central están los cerros Tablazo, Tapezco, Burío y Chitaría, detalló Esquivel.