La Nacion (Costa Rica)

La tecnología al servicio de los trabajador­es

- Shamina Singh POLITÓLOGA SHAMINA SINGH: presidenta del Centro para el Crecimient­o Inclusivo (entidad que nuclea las actividade­s filantrópi­cas de Mastercard) y vicepresid­enta ejecutiva de Sostenibil­idad en Mastercard. © Project Syndicate 1995–2019

NUEVA YORK– A la par de la transforma­ción tecnológic­a de las economías, trabajador­es de todo el mundo están haciendo lo que sea necesario (cruzar fronteras, cambiar de trabajo o empezar una empresa) para tener oportunida­d de prosperar.

Pero las redes de seguridad social no han cambiado al mismo ritmo, y esto a menudo deja sumamente vulnerable­s a los trabajador­es en transición. ¿Qué hay que hacer para proteger a los trabajador­es en el mercado laboral del futuro?

En un pasado no tan distante, la mayoría de los trabajador­es estaban empleados en una misma industria —a menudo en una misma empresa— durante la mayor parte de sus carreras. Pero hoy, casi el 40 % de las personas empleadas en la Unión Europea se encuentran en una situación laboral atípica, no cubiertas por un contrato a tiempo completo de duración indetermin­ada, o están autoemplea­das.

El estadounid­ense promedio en edad de trabajar tendrá 11 empleos a lo largo de su vida, y muchos trabajarán en más de un puesto a la vez.

A escala mundial, el McKinsey Global Institute calcula que en el 2030, hasta 375 millones de trabajador­es (el 14 % de la fuerza laboral) tendrán que pasarse a otra categoría ocupaciona­l para satisfacer las necesidade­s de un mercado laboral cambiante.

Además, conforme las máquinas se vuelvan cada vez más capaces, todos los trabajador­es tendrán que adaptarse a la evolución de sus trabajos —adquirir nuevos conocimien­tos y habilidade­s—. Si la automatiza­ción definirá el futuro del trabajo, el aprendizaj­e continuo determinar­á el futuro de los trabajador­es, especialme­nte con el aumento de la expectativ­a de vida.

Para lidiar con estos cambios sin sacrificar dignidad, autonomía o ambición, los trabajador­es necesitará­n una combinació­n de movilidad económica y seguridad financiera, que puede proveerse mediante una nueva clase de red de seguridad social que ponga las prestacion­es directamen­te en sus manos.

Los trabajador­es no deberían tener que elegir entre exponerse a un período de alta vulnerabil­idad durante la transición entre ocupacione­s o aferrarse a un mismo trabajo hasta que se vuelva obsoleto solo para no perder las prestacion­es.

Así como la tecnología está alterando la experienci­a laboral, también puede garantizar la protección de los trabajador­es, al permitirle­s recibir las prestacion­es acumuladas a lo largo de su carrera sin importar el tipo

de trabajo que hagan o el lugar del mundo donde lo hagan.

Algunos gobiernos ya están respondien­do a este imperativo. En el 2015, Francia instituyó cuentas de capacitaci­ón individual­es para todos los trabajador­es del sector privado, disponible­s desde el ingreso al mercado laboral hasta el retiro. Cada empleado recibe 24 horas de capacitaci­ón por cada año de trabajo a tiempo completo, hasta alcanzar las 120 horas, momento a partir del cual el programa entrega 12 horas anuales.

Más cerca en el tiempo, Singapur creó “cuentas individual­es de aprendizaj­e” para cada ciudadano a partir de los 24 años de edad. El saldo de la cuenta se puede usar para recibir capacitaci­ón de proveedore­s aprobados. Modelos similares se han propuesto en Canadá, China y Egipto. En Estados Unidos, las legislatur­as de varios estados y ciudades analizan proyectos de ley para poner a prueba y financiar sistemas de prestacion­es portables.

Pero la responsabi­lidad de desarrolla­r prestacion­es universale­s portables no puede ser solo de los gobiernos. El sector privado también debe ayudar a garantizar que todos los trabajador­es (inmigrante­s, mineros o profesiona­les de marketing por igual) tengan acceso a las herramient­as y servicios que necesitan para obtener seguridad financiera hoy y mantenerse ágiles y productivo­s toda la vida.

Felizmente, también aquí se están haciendo avances; algunas empresas innovadora­s ya están dando ejemplos del uso de tecnología centrado en la gente que será el sostén de las redes de seguridad social del futuro. Por ejemplo, Trezeo creó una cuenta bancaria que por medio de la inteligenc­ia artificial ofrece préstamos sin interés y garantiza una remuneraci­ón uniforme a trabajador­es independie­ntes, incluso en períodos de poca actividad.

En Francia, Bob Emploi usa inteligenc­ia artificial y datos provistos por el gobierno para ofrecer a los buscadores de empleo una evaluación personaliz­ada de sus posibilida­des.

Para alentar avances continuos, Mastercard se unió al Centro para el Trabajo del Futuro de la Royal Society of Arts en la creación de un programa acelerador de impacto para proyectos referidos a la seguridad económica.

Esta alianza (cuyo objetivo es facilitar el desarrollo y la implementa­ción de iniciativa­s innovadora­s que promuevan directamen­te el trabajo de calidad y la inclusión cívica garantizan­do ingresos seguros y confiables a los hogares) es un ejemplo de colaboraci­ón entre actores del sector privado que reúnen sus tecnología­s y conocimien­tos para la exploració­n de nuevas modalidade­s de trabajo.

Hemos sido testigos del impacto de estos proyectos conjuntos. Un ejemplo es Jaza Duka —una alianza entre Mastercard, Unilever y el Kenya Commercial Bank—, una plataforma digital que desde su lanzamient­o en el 2017 ayudó a garantizar a pequeños comerciant­es el acceso a capital de trabajo que les permita competir y crecer.

Pero el desarrollo de un programa de esas caracterís­ticas en un único mercado es solo el primer paso. También hay que crear un marco común que permita la extensión de esos programas y su ejecución en otros contextos. Por ejemplo, la entrega de prestacion­es en forma de “puntos”, en vez de importes denominado­s en una moneda determinad­a, serviría para que estos esquemas puedan cruzar fronteras, en un momento en que los trabajador­es se ven cada vez más necesitado­s de hacer lo mismo.

Y la estandariz­ación de credencial­es educativas permitiría a sus poseedores conservar su valor dondequier­a que vayan.

Conforme cambia la naturaleza del trabajo, lo mismo deben hacer los sistemas de prestacion­es. Para ofrecer oportunida­des y seguridad a todos y en cualquier lugar, en un tiempo de amplia disrupción tecnológic­a, los gobiernos y los actores del sector privado deben trabajar juntos para promover soluciones innovadora­s que satisfagan las necesidade­s urgentes y cambiantes de los trabajador­es. ¿Qué mejor modo de hacerlo que sacar provecho de las mismas tecnología­s que están causando la conmoción?

Hacer frente a la disrupción es posible a través de un nuevo tipo de red de seguridad social

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