Pobladores de zona sur encaran solos falta de trabajo
Vecinos señalan abandono Zona sin proyectos viales, turísticos o productivos en la mira 32% de hogares pobres De seis cantones, cinco están entre los de índice de desarrollo social más bajo
Mientras cosechaban el maíz de la parcela que alquilan a un lado de la carretera Costanera, Miguel, Hernán y William contaban el drama de sus familias en las que por lo menos un miembro está sin trabajo... hermano, hijo, primo o un sobrino.
Por supuesto, la falta de un salario aumenta la dificultad para poner comida en la mesa. “Aquí si no trabajamos, no comemos”, sentenció Miguel Jiménez, vecino de Osa.
La realidad de Hernán Morales y William Zúñiga no es diferente a la de su compañero. Ambos coinciden en que “la situación se puso más dura” en los últimos meses.
Como si no fuera suficiente ser pobre y que falte trabaje, desconocidos les robaron parte de la cosecha.
“La situación de nosotros no es buena, es bastante dura. Hay que ver qué pasa, hay que continuar luchando porque el pobre tiene que pulsearla para comer”, dijo Jiménez, quien padece de dolores de espalda que le complican la faena.
Lejos del resto del país, solos y con pocas herramientas para producir, los habitantes de la zona sur sufren los índices más alto de desempleo y pobreza de Costa Rica, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC).
Aquí, por cada 100 personas disponibles para trabajar, 15 buscan una ocupación pero no encuentran oportunidades. Otros 13 tienen subempleos, es decir, laboran menos de una jornada completa y buscan otras opciones para complementar sus ingresos.
La tasa de desempleo en la región central, por ejemplo, es de 11,9%, tres puntos porcentuales menos.
Esta realidad explica por qué 32 de cada 100 hogares de la zona sur vive en condiciones de pobreza, según las cifras oficiales.
La Región Brunca, como se llama, está integrada por los cantones de Pérez Zeledón, Buenos Aires, Coto Brus, Golfito, Osa y Corredores. Aquí viven poco más de 350.000 personas.
Con excepción de Pérez Zeledón, estos lugares se encuentran entre los 12 cantones con el índice de desarrollo social (IDS) más bajo de Costa Rica, según la última medición del Ministerio de Planificación y Política Económica (Mideplán) en 2017.
La cifra en una escala de 0 a 100, estima la medida en que se satisfacen las necesidades económicas y de salud, seguridad, educación y participación social de los habitantes. Buenos Aires (17,7), Golfito (21) y Osa (23,6) son los que enfrentan el peor panorama.
Mal momento. Si en algunos comercios en el centro del país se extraña a los compradores, ese fenómeno se multiplica en el Depósito Libre de Golfito, a 323 kilómetros de la capital.
La Junta de Desarrollo Regional de la Zona Sur (Judesur), administradora del centro comercial libre de impuestos, reconoce que ahora se emiten menos tarjetas de compra en comparación con años anteriores.
“Estamos apostando por embellecer el Depósito, pero para eso necesitamos quitar los locales colocados ilegalmente en la entrada, porque hasta que da miedo pasar por ahí, para eso necesitamos apoyo del Poder Ejecutivo.
“Estamos en proceso de diseñar un área de comidas que actualmente no lo tenemos y la tarjeta digital que pretendemos esté lista para el primer trimestre de 2020. También apoyamos el proyecto de ley para que los clientes puedan sacar la tarjeta y hacer las compras el mismo día”, afirmó Gabriel Villachica, vicepresidente de la Junta.
Una decena de muchachos acarreadores, reunidos en una cooperativa, esperaban sentados por clientes para llevarles sus electrodomésticos y compras hasta la entrada del centro comercial, sin embargo, al menos ese día, no toparon con suerte.
Al final de la jornada se reparten lo que hayan ganado. De lo que recibe Giovani Ávila depende su familia. Él tiene esposa y una niña pequeña.
“El movimiento es bastante crudo. Los fines de semana aumenta un poco la presencia de compradores, pero no llega ni al 50% del movimiento normal del Depósito. Quisiéramos que la situación fuera diferente, pero esta es la realidad”, dice Ávila.
Su incertidumbre se traslada al exterior del centro