La Nacion (Costa Rica)

La huelga no debe pagarla el patrono

- María Inés Solís Quirós DIPUTADA

El país está envuelto en una discusión sin fin. Cada día más sectores de la población se lanzan a las calles para defender sus intereses. La huelga, sin duda, es un derecho de los costarrice­nses; sin embargo, debe haber regulacion­es para establecer límites, pues las consecuenc­ias, principalm­ente de la del último año, han sido perjudicia­les en gran medida para la economía.

Lejos de ser un derecho, la huelga se ha convertido en un portillo para el desorden social, y prácticame­nte todos los costarrice­nses han resultado afectados de manera directa o indirecta por las acciones de los manifestan­tes.

Varios países suspenden el salario a los trabajador­es en huelga, entre estos Francia, España, Bélgica, Holanda, Suecia, México, Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua, Panamá, República Dominicana, Colombia, Chile y Perú. Si ellos lo hacen, ¿por qué en Costa Rica no?

Los trabajador­es disfrutan una serie de privilegio­s, entre los cuales se encuentra el pago del salario durante los días de protestas. No obstante, es momento de un cambio no solo en la institucio­nalidad, sino también en la manera como las personas conciben al Estado, el cual históricam­ente ha sido considerad­o un ente benefactor y ello ha frenado el desarrollo nacional.

Corregir el rumbo.

Ahora, se pretende corregir este tipo de errores, con la aprobación del proyecto de ley para regular las huelgas, el cual está amparado por diferentes lineamient­os de la Organizaci­ón Internacio­nal del Trabajo (OIT).

Sindicatos de diferentes países utilizan mecanismos para garantizar a los trabajador­es sus remuneraci­ones durante la huelga, mediante el pago de una cuota deducida del salario de cada afiliado, es decir, se trata de un sistema solidario.

Uno de los sindicatos más reconocido­s, y que hace uso de este mecanismo, conocido como “cajas de resistenci­a” es la Unión Sindical Obrera (USO) de España. El gremio lo define en su reglamento como un instrument­o de solidarida­d y ayuda mutua de todos los afiliados para hacer más fuerte y eficaz la actividad sindical, de acuerdo con los objetivos del sindicato.

Existen otros sistemas y los trabajador­es, en el momento cuando deciden ir a huelga, gestionan las cajas de resistenci­a.

A inicios del año, La Nación informó de que los sindicatos de educadores y otros empleados del MEP contaban en el 2018 con más de 98.000 agremiados y recibieron unos ¢12.000 millones anuales. Gran parte de ese dinero es utilizado para gastos administra­tivos, mantenimie­nto de edificios y vehículos, y compra de equipo, entre otros.

En la huelga del año anterior, contra la Ley de Fortalecim­iento de las Finanzas Públicas, el MEP pagó aproximada­mente ¢2.200 millones diarios a quienes dejaron de dar lecciones para unirse al movimiento, en el segundo mes se depositaro­n ¢132.906 millones, de acuerdo con informació­n publicada también por este medio.

En otros países, los sindicatos pagan a los trabajador­es del dinero de las cuotas por afiliación

Responsabi­lidad sindical.

Los sindicatos deben dar opciones a sus agremiados y dejar de esperar que la solución de sus problemas salga del gobierno. Es momento de dejar de ver al Estado como un ente cuya obligación es dar respaldo económico en todo caso. Empiecen a buscar soluciones y a asumir la responsabi­lidad que les correspond­e.

Estamos en un momento crítico para el país y mantener privilegio­s es una vía de acción inaceptabl­e. La aprobación de la Ley de Fortalecim­iento de las Finanzas Públicas fue solo el primer paso para equilibrar las finanzas públicas, pero aunado a esto deben tomarse acciones que logren enviar a los costarrice­nses señales claras de transparen­cia y una buena gestión de los recursos.

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