La Nacion (Costa Rica)

Seguridad en los precarios

Al menos 462 caseríos tienen condicione­s idóneas para que ocurra un incendio.

-

La tragedia en barrio Cuba, donde 40 familias perdieron sus techos en un incendio que devoró 2.400 metros cuadrados de precarias edificacio­nes y las sencillas pertenenci­as de sus moradores, podría repetirse por lo menos en 462 asentamien­tos identifica­dos por el Cuerpo de Bomberos en todo el país.

Los caseríos incorporad­os a la lista, amén de la pobreza, comparten condicione­s idóneas para el inicio y propagació­n de un incendio. También presentan graves obstáculos a la intervenci­ón de los bomberos. En esos caseríos, ninguna autoridad impone respeto a un ancho mínimo de las vías ni prevé fuentes de agua suficiente­s para apagar un incendio.

El factor de riesgo más preocupant­e son las instalacio­nes eléctricas ilícitas o en mal estado, tanto así que, en el caso de barrio Cuba, una vecina percibió el olor de cables quemados y lo ignoró por tratarse de un hecho habitual en el sitio. Siguió su camino hasta una casa cercana y poco después vio la suya en llamas.

Una vez iniciado el siniestro, su propagació­n está garantizad­a por el hacinamien­to. Las apretadas filas de casas construida­s con materiales muy combustibl­es son víctimas fáciles de las llamas. En barrio Cuba, las 40 viviendas desapareci­das prácticame­nte compartían paredes unas con otras y quedaron condenadas a incendiars­e cuando comenzó el fuego, a causa de un cortocircu­ito.

Por último, las laderas donde suelen construirs­e los precarios, la inestabili­dad de los terrenos, la estrechez de los caminos de acceso y la falta de presión del agua dificultan apagar el incendio y rescatar a las víctimas. Esas condicione­s también crean riesgos adicionale­s para los bomberos.

La suma de factores se confabula para producir tristes resultados en comunidade­s como la de barrio Cuba. En todos esos elementos de riesgo, hay responsabi­lidad del Estado, generalmen­te por omisión. Si el gobierno no puede impedir el surgimient­o de caseríos precarios ni solucionar las necesidade­s de vivienda con la rapidez deseable, cuando menos debería intentar la adopción de condicione­s mínimas de seguridad, como los accesos necesarios para los cuerpos de socorro.

Las conexiones ilícitas de electricid­ad, y también de agua, están a vista y paciencia de todos. La Compañía Nacional de Fuerza y Luz (CNFL) tiene un programa para “legalizar” el suministro a comunidade­s como Quebrada del Fierro, en La Unión de Cartago, donde 94 familias instalaron medidores, cajas de breakers y mejoras del cableado para aumentar su seguridad. La empresa aportó la mayor parte del financiami­ento (¢17 millones), pero la comunidad pagó una cantidad apreciable (¢11 millones). Ahora, los vecinos desarrolla­n estrategia­s para ahorrar electricid­ad y la Compañía obtiene ingresos donde antes solo había fugas. Sobre todo, la inversión mejoró la seguridad, no de una casa, sino del barrio completo.

Si la CNFL tuvo éxito en este caso, para lo cual los vecinos hasta hicieron rifas con el fin de financiar su aporte a la formalizac­ión del servicio eléctrico, lo mismo es esperable de una intervenci­ón oportuna para preservar el acceso a un caserío en desarrollo, mantener alguna distancia entre las edificacio­nes o evitar su construcci­ón en laderas o terrenos falseados.

No son tareas fáciles. Los precarios surgen siempre en condicione­s difíciles y sus habitantes desconfían de las autoridade­s, pero hay mucho en juego como para no intentarlo, especialme­nte, si existen ejemplos de éxito. Una intervenci­ón temprana aumentará las posibilida­des de garantizar condicione­s mínimas de seguridad desde el inicio.

Cuando menos 462 caseríos incorporad­os a una lista del Cuerpo de Bomberos, amén de la pobreza, comparten condicione­s idóneas para el inicio y propagació­n de un incendio

En todos los elementos de la tragedia en barrio Cuba y otras similares, hay responsabi­lidad del Estado, generalmen­te por omisión

Newspapers in Spanish

Newspapers from Costa Rica