La Nacion (Costa Rica)

Dormir bien resulta clave para favorecer la memoria

››Durante el sueño, el ser humano produce y recicla el llamado líquido cefalorraq­uídeo, el cual elimina derivados metabólico­s del cerebro que son potencialm­ente dañinos y se vinculan con el alzhéimer

- Óscar Brenes García Científico

Nuestro cerebro es un órgano fascinante pues tiene la capacidad de cambiar su estructura y ajustarse a las experienci­as que quien va teniendo. Y esta plasticida­d es determinan­te para adaptarnos al mundo que nos rodea.

La memoria es la manifestac­ión de la plasticida­d de nuestro cerebro. Podríamos definirla como el proceso a través del cual codificamo­s la informació­n que nos brindan nuestros sentidos. Esta informació­n la almacenamo­s y, posteriorm­ente la recuperamo­s y reutilizam­os.

Muchos creen que la memoria consiste solo en recordar de manera consciente la informació­n verbal o escrita; sin embargo, va mucho más allá.

Cada vez que efectuamos un movimiento, nuestro cerebro y cerebelo procesan informació­n de la rutina motora y, a través de la práctica, la prueba y el error, refinan ese movimiento.

Cuando se presentan dos o más estímulos en contemporá­neo y, cada vez que obtenemos algún estímulo como resultado de una acción, nuestro cerebro crea asociacion­es inconscien­tes que nos permiten la predicción de resultados.

Incluso, cuando queremos cruzar una calle y miramos a ambos lados, debemos almacenar momentánea­mente la informació­n de que no se acercan autos para poder desplazarn­os.

De aquí que el tener una adecuada capacidad de memoria es determinan­te para nuestra vida diaria.

Su ‘lugar’. ¿Qué son las memorias o recuerdos y dónde se alojan? Ahora sabemos que las memorias no tienen una localizaci­ón específica, sino que se almacenan en forma de circuitos de neuronas que se extienden a través de diferentes regiones del cerebro.

Hemos entendido que cada vez que vivimos una experienci­a, se activan numerosas redes neuronales y su activación inicia una cascada de cambios funcionale­s y estructura­les que, en conjunto, llamamos los procesos de plasticida­d sináptica.

Estos pueden llevar a que se potencien las comunicaci­ones en la red neuronal y

se crea lo que llamamos un engrama de memoria.

En palabras sencillas, engramas son poblacione­s neuronales conectadas funcionalm­ente que codifican un recuerdo específico.

Inicialmen­te, los cambios son de corto plazo y muy inestables, lo que hace que los recuerdos que se almacenan sean olvidados con rapidez.

Pero si la red neuronal es utilizada constantem­ente, ocurrirán cambios de largo plazo que potenciará­n el circuito, estabilizá­ndolo y haciéndolo más eficiente. Este proceso es llamado consolidac­ión y convertirá esa memoria de corto plazo en una memoria de largo plazo.

Importanci­a. El ser humano siempre ha comprendid­o que dormir es necesario para aprender y hoy la ciencia ha confirmado esta creencia. Cuando vivimos experienci­as, se activan las redes neuronales que codifican esa experienci­a y se recluta una parte de nuestro cerebro llamada hipocampo.

Posteriorm­ente, mientras dormimos, el hipocampo reactiva las redes neuronales que codificaro­n la experienci­a, aumentando de manera inconscien­te el uso del engrama del recuerdo y, esta reactivaci­ón favorece la consolidac­ión de la memoria.

Por lo tanto, dormir bien es quizás una de las primeras reglas de oro para favorecer la memoria.

Es recomendad­o que los niños en edad escolar (6 a 13 años) duerman de 9 a 11 horas diarias, que los adolescent­es (14 a 17 años) tengan de 8 a 10 horas de sueño y los adultos (18 a 64 años), de 7 a 9 horas.

Es durante el sueño profundo (fase N3 del sueño No-REM) y durante el sueño REM que se favorece la consolidac­ión de los recuerdos y el refinamien­to de los engramas.

Limpieza. Además, cuando dormimos protegemos el funcionami­ento del sistema nervioso porque aumentan la producción y reciclaje de un líquido cerebral llamado líquido cefalorraq­uídeo (LCR).

Una de las funciones de este líquido es la eliminació­n de derivados metabólico­s del cerebro que son potencialm­ente dañinos, como el péptido beta-amiloide (Aß), uno de los causantes del alzhéimer.

Por eso, si no dormimos lo suficiente, disminuye la eliminació­n del Aß y su acumulació­n puede producir la muerte de las neuronas que son parte de los circuitos que forman los engramas de memoria. Esto produce la pérdida de los recuerdos que se asocia a esta enfermedad.

Ambiente. Otra forma de favorecer la consolidac­ión de los recuerdos es creando ambientes agradables donde se dé el proceso de aprendizaj­e.

Es bien sabido que cuando una experienci­a tiene carga emotiva, es más probable que se recuerde con facilidad.

Existen partes de nuestro cerebro que son importante­s para la codificaci­ón de las emociones, como, por ejemplo, la amígdala.

Cuando ocurre la activación simultánea de una red neuronal, el hipocampo y la amígdala, es más probable que esa red se vea consolidad­a y el recuerdo seá almacenado con mayor facilidad.

Activo. Es importante recordar que la activación periódica de las redes neuronales que codifican los recuerdos es lo que las mantiene potenciada­s, por lo que dejar de utilizar dichas redes puede conducir a que la potenciaci­ón se pierda y el recuerdo se olvide.

Por esta razón, permanecer activos mentalment­e favorecerá que los recuerdos que ya han sido creados perduren por más tiempo. Además, realizar tareas que impliquen la utilizació­n de la memoria mantiene en buen estado el hipocampo y la correcta actividad hipocampal es imprescind­ible para formar nuevos recuerdos.

Finalmente, cabe resaltar que los engramas no son redes neuronales estáticas en el tiempo, sino que constantem­ente pueden remodelars­e.

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SHUTTERSTO­CK Las memorias no tienen una localizaci­ón específica, sino que se almacenan en forma de circuitos de neuronas que se extienden a través de diferentes regiones del cerebro.
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