La Nacion (Costa Rica)

Ser seropositi­vo en Marruecos: un drama de repudio y desprecio

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RABAT. AFP. Zineb, una marroquí de 29 años, vive con miedo a que su familia y la sociedad descubran que es seropositi­va en un país donde el tema sigue siendo tabú.

“Aquí me siento normal, me tratan como a un ser humano”, afirma durante un taller de “autoestima”, organizado por la Asociación Marroquí de Lucha contra el Sida (ALCS), en Casablanca, Marruecos.

Ese día había 12 participan­tes. Todos, excepto una mujer de 40 años que el grupo consideró “muy afortunada”, escondían su enfermedad o sufrían el rechazo de sus seres queridos.

“Mi madre me trató como a un asesino, me sentí solo en el mundo durante mucho tiempo”, explica Yusef, de 28 años, quien dice haber cometido dos intentos de suicidio. Él admite que prefiere usar un nombre falso “para protegerse”, como todos los seropositi­vos con los que habló la agencia AFP.

En un país donde 21.000 personas están registrada­s como seropositi­vas según la ALCS, el tema sigue siendo “tabú, porque la infección está vinculada a las relaciones sexuales, una cuestión tabú en Marruecos”, un país musulmán, explica Yakub, uno de los mediadores de la Asociación.

“El rechazo social es tal que algunos pierden todo: familia, amigos, empleo, vivienda”, lamenta este joven de 25 años.

Zineb, como muchos, esconde sus medicament­os para ocultar la enfermedad. Esta madre les dijo a sus seres queridos que padece diabetes.

“Una vez que estás enfermo, no eres nadie”, susurra Sakina, otra madre que “nunca habla de su enfermedad” excepto con los médicos o con otros seropositi­vos.

Contagio marital. Como el 70% de las mujeres infectadas en este país de 35 millones de habitantes, a Sakina la contagió su marido. Sus suegros le dieron la espalda y ella no se atreve a decirle a su hijo, de 15 años, que su padre también está enfermo. “Ya no duermo por la noche”, dice llorando.

Fundada tras la detección del primer caso marroquí de VIH (virus de inmunodefi­ciencia humana) en 1986, la Asociación cuenta actualment­e con 36 mediadores en unas 20 ciudades y unos 30 centros de informació­n y detección. Cinco de ellos son móviles y todos son financiado­s con subvencion­es del Fondo Mundial de Lucha contra el Sida.

“Hace 30 años que se habla del tema. El virus es bien conocido, pero la discrimina­ción sigue existiendo, con un estigma de la sociedad pero también del personal médico en el medio hospitalar­io”, lamenta Kamal Marhum El Filali, jefe del departamen­to de enfermedad­es infecciosa­s del Hospital Ibn Rochd, en Casablanca.

Amina lo vivió. “Cuando acudí al hospital para dar a luz, nadie quería cuidarme; nadie quería tocarme”, recuerda indignada.

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AFP Dos voluntaria­s de la Asociación Marroquí de Lucha contra el Sida dirigen una sesión con portadores de VIH en un hospital de Casablanca, Marruecos.
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AFP Una familiar de un paciente con sida espera por él en un hospital marroquí. Es tal el estigma que incluso ella evita ser vista.

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