Tiempo desperdiciado
Nos lo decía Emma Gamboa: “Muchachos, enseñen a leer a un niño pequeño, pero no a escribir, pues su motricidad fina no está madura”. Los datos científicos respaldan aquellas sabias palabras. Nos enteramos de que el mismo Ministerio de Educación Pública permite que un niño de seis o siete años sea promovido al siguiente nivel sin saber leer.
Desperdician, dilapidan, el tiempo en que los cerebros humanos son capaces de aprender tres idiomas, si fuera el caso, con suma facilidad. La capacidad maravillosa va disminuyendo triste y visiblemente con la edad.
El artículo escrito por el expresidente Óscar Arias Sánchez, titulado “Enseñar es encender un fuego”, publicado este domingo en “Página quince” de La Nación, resulta sumamente ofensivo y degradante.
Hace creer que quienes estudian la carrera de Educación lo hacen porque “creen que es de las más fáciles de cursar” o que estudiar Educación “es la manera más fácil de obtener un título de educación superior”. Todo con el fin de justificar el nivel de mediocridad en el que se ha hundido nuestra educación primaria y secundaria, según el último Informe del Estado de la Educación, para así endosarles parte del problema a los educadores.
Sería interesante saber de dónde saca sus conclusiones. Arias debería profundizar más en el problema y analizar si, en parte, la crisis de nuestra educación pública se debe, ¿por qué no?, a la frecuencia con que las administraciones, cada cuatro años, anuncian nuevas reformas que no consiguen nada más que poner la educación en un permanente laboratorio donde nuestros estudiantes, y los propios educadores, se convierten en conejillos de Indias. Quizás, este es el motivo por el cual la educación costarricense atraviesa una crisis. Luis Eduardo Monge Flores
No vivo en Alajuela ni conozco a Fabio Molina, pero apoyo cien por ciento su comentario acerca del sinsentido de pintar una raya amarilla para impedir el estacionamiento de clientes en la calle ancha de Alajuela (“Cartas”, 29/9/2019).
Los funcionarios municipales deberían usar el sentido común. Si las empresas cierran, no pagarán impuestos. Deben premiar el esfuerzo individual, ayudar al empresario, dejar de atormentar a quienes decidimos no ser una carga estatal.
Se lo dice una persona que cada semana lucha por el sustento y no ser un lastre para el Gobierno.
Douglas Romero Alvarado
A lo largo de nuestra vida personal y profesional, estamos en busca de buenas ideas para sentirnos mejor con nosotros mismos y con los demás. Las buenas ideas son las que nos dan luz para emprender, innovar y ayudar al prójimo.
Buenas ideas son las que nacen de la autenticidad y el deseo de hacer mejor lo que sabemos hacer. Las buenas ideas son siempre bien recibidas si se concretan con habilidad y sapiencia.
Son ellas, muchas veces, la guía en el camino, la decisión acertada y el apoyo necesario para seguir adelante.