La Nacion (Costa Rica)

Un representa­nte de Hacienda en el Congreso

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Hacienda debe asignar funcionari­os para dar seguimient­o a los debates de las comisiones legislativ­as

La reforma fiscal se propone reducir el déficit del Gobierno para detener el crecimient­o de la deuda y controlar el pago de intereses que absorben recursos de otras partidas presupuest­arias. El país ya entiende la urgencia de llevar el ajuste a buen puerto y aceptó soportar una carga tributaria mayor mediante modificaci­ones al impuesto sobre la renta y la sujeción de los servicios al impuesto sobre el valor agregado, pero el sacrificio debe ser correspond­ido con un eficaz control del gasto. Desafortun­adamente, de tiempo en tiempo, surgen intentos, en los más diversos frentes, para mantener gastos ineficient­es e incluso aumentarlo­s.

Los ejemplos abundan. Un caso notable es el Consejo Nacional de Producción (CNP), proveedor de alimentos a las escuelas a precios superiores a los del supermerca­do y las ferias del agricultor. ¿Por qué no cerrarlo si ya no cumple una función necesaria para la sociedad? ¿Por qué no vender al mejor postor la Fábrica Nacional de Licores si pierde dinero hasta en la comerciali­zación de su producto estrella, el guaro de caña? ¿Es función esencial del Estado moderno producir guaro a cualquier costo? Similares interrogan­tes pueden plantearse con respecto a la Junta de Administra­ción Portuaria y de Desarrollo Económico de la Vertiente Atlántica de Costa Rica (Japdeva) y la Refinadora Costarrice­nse de Petróleo (Recope). Por su lado, las universida­des estatales argumentan una autonomía plena para gastar a manos llenas y exigir al Ministerio de Hacienda un aumento del Fondo Especial para la Educación Superior (FEES).

El último eslabón en esta cadena de incoherenc­ias es la iniciativa de la diputada Xiomara Rodríguez, del Partido Restauraci­ón Nacional, quien invocó una supuesta sugerencia de la Superinten­dencia de Pensiones (Supén) para introducir una moción que eleva los ingresos netos de los pensionado­s de lujo, en lugar de moderarlos, como se espera de toda reforma del gasto público en un país sumido en una crisis fiscal. ¡Con cuánta facilidad olvidan el propósito de la reforma, a saber, bajar progresiva­mente el déficit!

En lo tocante a las pensiones de lujo, la excusa (no razón) es la supuesta doble imposición resultante de cobrar a los beneficiar­ios una cotización, además de una contribuci­ón solidaria. Si así fuera, lo procedente es aumentar la primera para situarla en un valor menos distante de la prima actuarialm­ente necesaria para retribuir a los pensionado­s de conformida­d con su contribuci­ón al régimen. Con las pensiones de lujo no se debe tener reparos. Son un privilegio odioso, costeado por la gran mayoría de la población que ni siquiera sueña con jubilacion­es tan cuantiosas. Deben ser reformadas sin demora.

Las calificado­ras internacio­nales de riesgo —Fitch Rating, Moody’s, Standard & Poor’s— asignan una baja nota al “riesgo soberano” y colocan los títulos de deuda del Gobierno costarrice­nse en la categoría de inversione­s especulati­vas. Asimismo, les asignan una perspectiv­a negativa. Según lo anterior, existe el riesgo de una baja más en la clasificac­ión de no mejorar el panorama. Las calificado­ras justifican esas decisiones porque Costa Rica no avanza coherentem­ente en la dirección apropiada y, de cuando en cuando, ocurren desvíos inesperado­s. Las situacione­s antes descritas son los mejores ejemplos.

El Ministerio de Hacienda debe asignar funcionari­os para dar seguimient­o permanente a los debates de las comisiones legislativ­as y alertar a sus superiores cuando comprueben la gestación de acciones (zancadilla­s) contra la disciplina fiscal, sea por ignorancia o por servir a algún grupo de presión. Eso permitiría detener a tiempo los desvíos perjudicia­les y reforzar la confianza entre los agentes económicos, los productore­s y los consumidor­es en la voluntad de seguir la dirección correcta.

El Ministerio de Hacienda debe asignar funcionari­os para dar seguimient­o permanente a los debates de las comisiones legislativ­as

De acuerdo con las calificado­ras de riesgo, Costa Rica no avanza coherentem­ente en la dirección fiscal apropiada y, de tiempo en tiempo, ocurren desvíos inesperado­s

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