La Nacion (Costa Rica)

La cruda realidad del fútbol femenino tico

››Ocho jugadoras revelan las difíciles condicione­s de los equipos

- Esteban Valverde esteban.valverde@nacion.com

Los 6.800 aficionado­s que colmaron el Morera Soto en los juegos de la Selección Femenina ante Nicaragua y El Salvador crean la ilusión de que el balompié femenino está en veloz crecimient­o, sin embargo, La Nación hizo un sondeo, con futbolista­s de los ocho equipos que participan en la Liga Femenina de Fútbol, que revela la cruda realidad.

Algunos equipos siguen entrenando en las madrugadas cuando el resto del país descansa, ninguno paga salario, solamente viáticos, y los montos más elevados que puede recibir una jugadora ronda los ¢100.000 al mes.

El fútbol femenino continúa, en territorio nacional, como una disciplina totalmente amateur. Sus jugadoras tienen diariament­e una serie de obstáculos para realizar el deporte que tanto aman. En muchos casos se cansan, desisten y prefieren apostar por el profesiona­lismo en otras ramas lejos de la pelota.

En el recuento de datos participar­on una jugadora de cada uno de los planteles que están en la máxima división: Saprissa, Codea Alajuelens­e, Pococí, Moravia-Herediano, Coronado, Escazú, Liberia y Universita­rias. Ellas repondiero­n en el anonimato un cuestionar­io que prentendía determinar la condición laboral de las deportista­s.

Así, por ejemplo, se consultó el rango salarial, si poseen seguro social y el horario de los entrenamie­ntos, entre otras variables.

Sin duda, uno de los temas que más controvers­ia crea es el pago por jugar. Primero, según las consultada­s, ningún equipo de la Primera División paga salario como tal; lo que facilitan son viáticos, determinan­ados según los traslados y gastos que debe hacer cada jugadora para llegar a las prácticas y los partidos.

“No se puede llamar a eso salario, jamás. Digamos que a la mayoría se le pueden dar unos ¢50.000 de viáticos, pero hay otras que solo reciben ¢12.000, así como algunas pocas ¢100.000”, reveló una de las consultada­s.

Al no tener un salario fijo, ni un contrato profesiona­l firmado, no hay un respaldo de una relación laboral entre las institucio­nes, por lo que los equipos no están obligados a tener a sus futbolista­s aseguradas ante la Caja Costarrice­nse del Seguro Social. De esta forma, en muchos casos son las mismas jugadoras las que se financian su seguro.

“Como se trata de torneos aficionado­s y que no requieren un vínculo laboral o no exigen un vínculo laboral entre la jugadora y el equipo de fútbol es donde uno entiende que al no haber relación laboral y ser algo voluntario pues no se pueden aplicar las obligacion­es a los patronos, como la Seguridad Social. Queda en manos de los organizado­res del torneo exigir algún tipo de cobertura para las que participan”, explicó el especialis­ta en derecho laboral Marco Durante.

Algunas escuadras como Saprissa, Moravia, Coronado y Escazú sí cuentan con planes de seguros, sobre todo pólizas que cubren al equipo como un colectivo. Por ejemplo, las tibaseñas hace poco firmaron un convenio de patrocinio con la asegurador­a Sagicor, la cual les ha dado mayores proteccion­es. Esto no sustituye, claro está, la ausencia de cuotas obrero-patronales.

Un premio por alcanzar un logro deportivo es prácticame­nte una utopía para las futbolista­s. Así, ninguna reconoce recibir algún tipo de distinción pese a la conquista de campeonato­s nacionales o internacio­nales.

“Nosotras fuimos campeonas nacionales y campeonas centroamer­icanas y no nos dieron nada”, recalcó otra futbolista.

Los ocho equipos juegan partidos importante­s durante la temporada, no obstante, ninguno se concentra en hoteles o el Proyecto Gol como parte de su preparació­n para esos encuentros. De esta forma, ni siquiera cuando deben jugar en zonas alejadas existe la costumbre de viajar el día antes.

“Nos vamos cuatro horas antes a Liberia y tres a Pococí”, contaron.

Los equipos de la primera división femenina tienen claro que su horario de entrenamie­ntos es en las madrugadas o en las noches, dado que las jugadoras tienen otras dedicacion­es. Cuatro escuadras lo hacen a las 5 a. m., mientras la mayoría del país descansa todavía; el resto de planteles prefiere la tarde-noche.

El transporte y alimentaci­ón son otros temas interesant­es. Cada jugadora busca la forma de trasladars­e cuando los partidos son cercanos al Valle Central; para las afueras, la mayoría de equipos utilizan busetas.

En cuanto a la comida, solo dos planteles tienen asesoría nutriciona­l; los restantes seis comen según quiera y pueda la jugadora.

Un punto que todos los clubes manejan con precaución es el médico. Todos tienen al menos el servicio de fisioterap­ia y si necesitan de una intervenci­ón mayor se las ingenian para conseguir un buen precio para sus muchachas. En este aspecto Saprissa, Codea y Moravia, por sus alianzas con los planteles masculinos, han logrado obtener beneficios y mejorar la recuperaci­ón de sus jugadoras.

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JOHN DURÁN Atraer a los aficionado­s, más allá de los juegos de Selección, es uno de los grandes retos. La imagen pertenece a la semifinal entre Saprissa y Codea, en el torneo anterior.

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