Burócratas endeudados
Un empleado con problemas de liquidez crónicos es un funcionario disminuido, incapaz de producir a plenitud.
Gran número de empleados del Gobierno Central, la Asamblea Legislativa, el Tribunal Supremo de Elecciones, la Contraloría General de la República y la Defensoría de los Habitantes, entidades públicas clave, están endeudados más allá de sus posibilidades. Las rebajas, para cumplir las obligaciones asumidas, dejan los salarios por debajo del mínimo. Más de 35.000 servidores del Gobierno se encuentran en esa situación y la administración decidió tomar cartas en el asunto.
El sistema de pagos del Ministerio de Hacienda permite deducir de la planilla las sumas necesarias para mantenerles las deudas al día. Las entidades suplidoras de crédito han visto el sistema con buenos ojos, en especial la Caja de ANDE, las mutuales y las cooperativas, en conjunto, receptoras de cuatro quintas partes de las deducciones.
Un empleado con problemas de liquidez crónicos es un funcionario disminuido, incapaz de producir a plenitud, pues su mente está ocupada en otros asuntos. El sobrendeudamiento de los empleados públicos debería ser puesto en conocimiento de sus superiores para encontrar soluciones conjuntas. Entidades financieras como las cooperativas y la Caja de ANDE concedieron crédito a burócratas sin capacidad de pago, en parte porque la deducción automática del sueldo efectuada por el Ministerio de Hacienda opera como garantía de pago. Además, el Gobierno no cobra por el servicio.
Ahora, la Procuraduría General de la República respondió a la consulta de un ente público sobre la legalidad y límites de las rebajas. “Por ningún motivo es posible hacer deducciones del salario del trabajador que afecten el ‘salario mínimo intocable’ al que se refiere el Código de Trabajo”, sostuvo la entidad.
La deducción automática alimentó el riesgo moral y muchos se endeudaron por encima de sus posibilidades porque el mecanismo hace atractiva la concesión de crédito. Pendiente está la forma como se establecerá la limitación de las deducciones anunciada por el gobierno. Habrá que definir si es solo para nuevos créditos, posiblemente conforme al criterio de primero en tiempo, primero en derecho, como sería lógico, en cuyo caso el mal no se resolvería de inmediato. Por otra parte, si la medida se les aplicara a los préstamos vigentes, ayudaría a los deudores, pero afectaría la morosidad de las entidades que concedieron el crédito conforme a las reglas anteriores, incluida la deducción.
Si el gobierno se abstiene de ejecutar las rebajas a sus servidores cuando dejen el neto por debajo del salario mínimo, muchos perderán la condición de sujetos de crédito. Una medida de esa naturaleza, como la anunciada por la ministra de Planificación y Política Económica, en primera instancia “favorece” a una cantidad considerable de servidores, pero también oculta la magnitud del problema y no constituye la solución.
Los demandantes de crédito, con independencia de si laboran en el sector público o en el privado, corren el riesgo de apartarse de la prudencia si el patrono ayuda mediante el mecanismo de las deducciones. Esa realidad apoya la idea de exigir a cada solicitante de crédito programarse y atender, por sí mismo, sus obligaciones financieras en la forma pactada con los acreedores. La deducción es susceptible de un uso pernicioso, afirma el superintendente general de entidades financieras, Bernardo Alfaro.
En vista del evidente mal manejo de las finanzas personales por gran cantidad de servidores públicos, queda la duda de si podrán actuar con eficacia en el desempeño de su cargo. Esperamos que sí, pero también que el sobrendeudamiento se declare emergencia y a los afectados se les brinde un programa corto, pero eficaz, de manejo responsable de sus finanzas. Todos —entidades financieras, patronos, empleados y sus familiares— ganarían.
Entidades financieras concedieron crédito a burócratas sin capacidad de pago, en parte porque la deducción automática del sueldo funciona como garantía
Un empleado con problemas de liquidez crónicos es un funcionario disminuido, incapaz de producir a plenitud, pues su mente está ocupada en otros asuntos