La Nacion (Costa Rica)

Insinuacio­nes, contradicc­iones y anónimos

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Un panfleto insinúa que nuestras noticias sobre el plan para atacar contraband­o de licor responden a la defensa de intereses comerciale­s.

El diputado liberacion­ista Daniel Ulate negó la repartició­n de un panfleto apócrifo en el plenario legislativ­o, aunque sus compañeros aceptan haberlo recibido de él y muchos lo vieron con las hojas impresas en mano. Cuando un periodista de La Nación le informó sobre la existencia de testigos, hizo un giro para sostener que la informació­n contenida en el panfleto es totalmente pública, lo cual despierta dudas sobre la necesidad de repartirla bajo el velo del anonimato.

Efectivame­nte, la informació­n es pública. Un vocal de la junta directiva del Grupo Nación, sociedad propietari­a de este diario, es vocal de la junta directiva de Florida Ice and Farm (Fifco), dueña de la Cervecería Costa Rica. Otra persona es miembro de los comités de vigilancia de las dos compañías. El dato es público desde el momento de las designacio­nes, pero ambas empresas lo publican en sus páginas de Internet, como señala el mismo panfleto distribuid­o con técnicas evocadoras de la clandestin­idad política.

La intención del panfleto es obvia: insinuar que las informacio­nes de La Nación sobre el proyecto impulsado por Ulate para combatir el contraband­o de licores responden a una defensa de los intereses de la cervecería. Cuando el periodista pregunta directamen­te al diputado si insinúa que nuestras publicacio­nes se deben a los dos directivos compartido­s entre las empresas, responde: “No, no, no”, y más adelante dice respetar “muchísimo” la labor que nosotros hacemos “como periodista­s”.

En suma, distribuyó como panfleto apócrifo unos datos de dominio público que insinúan una relación entre las informacio­nes de La Nación y los directivos compartido­s con Fifco, pero esa no es su intención porque respeta mucho nuestra labor periodísti­ca, lo cual no lo hace “dejar de pensar mal y poner malicia”, como dice más adelante, o considerar que las publicacio­nes “van más allá de un interés profesiona­l a un interés empresaria­l”, como había manifestad­o poco antes en la misma entrevista.

Apenas nacion.com publicó la entrevista, ya a salvo de una repregunta, Ulate se trasladó a Facebook para reiterar insinuacio­nes en una publicació­n titulada “No me contradigo y sigo de frente hablando las cosas como son”. Es difícil evitar la risa.

El legislador no admite ser autor del panfleto. Según él, es una copia tal “como está en los links” que llevan a las páginas de las empresas. No es cierto, como le resultará obvio a quien vea el panfleto o haga clic en los links. Alguien elaboró el libelo, le puso texto y dibujó cajas negras en torno a un par de siluetas para destacarla­s. El diputado niega haberlo hecho. Solo compartió con sus compañeros una informació­n que le pasaron. No revela quién, pero el benefactor se tomó la molestia de diseñar el panfleto y hacer suficiente­s copias para que Ulate las “compartier­a”, siempre sin intención de hacer insinuacio­nes sobre nuestra labor periodísti­ca, pero con la “malicia” de quien quiere sembrar dudas sin fundamento.

Cuando se le pregunta por qué no habló abiertamen­te en el plenario, donde goza de inmunidad, Ulate contesta haber hecho “muchas manifestac­iones sobre este tema”, pero cuando el periodista insiste en saber si la mención de “la parte empresaria­l” tiene el propósito de insinuar que La Nación criticó el proyecto porque comparte directivos con Fifco, responde: “No, yo no tengo pruebas para decir esto que usted está afirmando”.

Si lo descrito carece de sentido, no es porque el diputado “habla de frente” mientras distribuye panfletos anónimos para insinuar, sin fundamento, una motivación oculta en la labor periodísti­ca que tanto respeta. Esa labor periodísti­ca no merecería respeto si, como el diputado, careciera de pruebas. Por eso, se impone preguntar cómo afectan a los dos directivos compartido­s los siguientes hechos, entre otros, probados y publicados por La Nación:

-El 28 de agosto del 2018, Ulate presentó, junto con otros cuatro diputados, el proyecto 20961 —Ley contra la adulteraci­ón y el contraband­o de bebidas con contenido alcohólico— que obligaría al Ministerio de Hacienda a establecer “un registro de códigos de barras y de etiquetado­s de licores o cualquier otro mecanismo que posibilite la identifica­ción por parte de los consumidor­es y de las autoridade­s policiales de bebidas con contenido alcohólico adulterado, de imitación o de contraband­o”.

-El 20 de setiembre del 2018, Ulate se reunió con el entonces director para América Central de la compañía suiza Sicpa, comerciali­zadora de sistemas de rastreo de licores en Brasil, Chile, Ecuador y República Dominicana. Se trata de Bernardo Arce Gutiérrez, ministro de Transporte­s y de Seguridad entre 1994 y 1996, durante el gobierno de José María Figueres Olsen. El legislador admitió que conversaro­n sobre la tecnología para la trazabilid­ad de licores.

-El proyecto fue dictaminad­o positivame­nte el 30 de julio del 2019.

-Durante el acelerado trámite, los diputados no celebraron audiencias, solo pidieron criterios por escrito, la mayoría de los cuales fueron negativos. Luego de una publicació­n de La Nación, en la cual se señalaba la falta de financiami­ento del proyecto, los legislador­es llamaron, en setiembre, a los jerarcas del gobierno y representa­ntes empresaria­les. Es decir, las audiencias tuvieron lugar después del dictamen positivo.

-El Ministerio de Hacienda, la Contralorí­a General de la República, organizaci­ones empresaria­les y de comercio se opusieron. Hacienda explicó que la inversión podría resultar más cara que el dinero recuperado. Otras objeciones se fundamenta­ron en que el costo crearía trabas al comercio formal por la imposición de más cargas, gastos y trámites.

-El 6 de setiembre del 2019, el diputado socialcris­tiano Erwen Masís alegó que la experienci­a del rastreo de licores ha sido exitosa en Ecuador y República Dominicana.

-En Ecuador y República Dominicana, así como en Chile y Brasil, el sistema de rastreo fue contratado a la compañía suiza Sicpa, de la cual es presidente para América Latina el expresiden­te José María Figueres. En Ecuador, el contrato de monitoreo costó $72,6 millones (unos ¢42.000 millones) y, en Brasil, $740 millones (¢430.000 millones), por ejemplo.

-En el registro de lobistas de Chile, el expresiden­te Figueres figura como cabildero de Sicpa en reuniones con altos funcionari­os de Hacienda. La prensa local también ha informado del exmandatar­io costarrice­nse como presidente de Sicpa.

-En Brasil, un tribunal federal condenó a tres personas por $15 millones en sobornos relacionad­os con la adjudicaci­ón de un contrato a Sicpa. Según la justicia brasileña, la licitación fue contaminad­a desde su origen para llevar a un resultado satisfacto­rio para los intereses de la compañía suiza. El entonces vicepresid­ente de Sicpa en Brasil, Charles Nelson Finkel, fue condenado a 11 años y medio de prisión por utilizar una compañía en Estados Unidos para pagar, entre el 2009 y el 2015, el soborno a Marcelo Fisch de Berredo Menesez, alto funcionari­o de la Casa de la Moneda, en las cuentas de la esposa del segundo, quien fue condenada también.

-Luego de que La Nación revelara estos hechos en Costa Rica, en octubre del 2019, el expresiden­te Figueres salió en defensa de la compañía suiza alegando que la investigac­ión por pagos indebidos se centró en un “consultor” que Sicpa “destituyó en el acto”, al tiempo que colaboró en la investigac­ión y sigue operando hoy con normalidad en Brasil.

-Luego de las informacio­nes, Ulate presentó una moción para que el sistema propuesto por él no pueda ser contratado a ninguna empresa que haya sido condenada. Sicpa no lo fue, sino su vicepresid­ente.

Un panfleto repartido en el Congreso insinúa que nuestras informacio­nes sobre la ley para combatir el contraband­o de licores responden a una defensa de intereses comerciale­s

El legislador Daniel Ulate distribuyó el volante, pero no admite ser su autor. Según él, es una copia tal ‘como está en los links’ que llevan a las páginas de las empresas. No es cierto

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