La Nacion (Costa Rica)

Reactivaci­ón a través de fondos de inversión

- Víctor Chacón R. DIRECTOR DE LA CÁMARA DE FONDOS DE INVERSIÓN vchacon@fondoscost­arica.com

Las cuatro superinten­dencias financiera­s y algunas dependenci­as del Banco Central (BCCR) se trasladaro­n recienteme­nte a un edificio nuevo, encargado por el BCCR a un fondo de inversión de desarrollo de proyectos. La solución crea sinergias porque los reguladore­s financiero­s están en un solo lugar. El BCCR asume el alquiler del inmueble, por lo cual puede ejercer una opción de compra cuando lo considere oportuno.

La decisión implica una solución de base democrátic­a, ya que los aportantes al fondo que asumió el proyecto pueden ser cientos de ahorrantes, con montos tan reducidos como $1.000. Además, permite que muchos ahorrantes que no son expertos financiero­s ni disponen de grandes capitales puedan tener parte dentro de los mejores inmuebles del país y, de paso, solucionar las urgencias inmobiliar­ias del Estado.

Existen diversos tipos de fondos de inversión, los cuales se agrupan en dos grandes familias: fondos financiero­s y no financiero­s. Los primeros comprenden figuras que solo invierten en instrument­os financiero­s (CDP, bonos, acciones, etc.). Los segundos invierten en activos no financiero­s, como edificacio­nes para alquiler, terrenos para la producción agrícola y, en general, activos con capacidad de generar rentas sin ser de naturaleza financiera.

Reactivaci­ón y democracia. Algunos determinan el inicio de esta segunda categoría en 1960, cuando en Estados Unidos el presidente Dwight D. Eisenhower suscribió una ley que dada beneficios a la inversión inmobiliar­ia, condiciona­da a que tuviera una base amplia de propietari­os, incluidos pequeños ahorrantes. Así, se promovía la reactivaci­ón económica, pero fomentando la democracia económica y la redistribu­ción del ingreso. Así nacieron las sociedades de inversión REIT (Real Estate Investment Trust), las cuales han ido apareciend­o en otros países como fondos de inversión de renta inmobiliar­ia.

En esencia, se trataba de aglutinar una base masiva de ahorrantes para comprar un activo real y, posteriorm­ente, distribuir en forma equitativa —mismo rendimient­o para todos— los ingresos generados. A escala mundial, los fondos de renta inmobiliar­ia siguen cumpliendo con éxito ese principio de democracia y desarrollo económico, y Costa Rica no ha sido la excepción, pues existen quince fondos de este tipo, con activos por más de $2.450 millones, que han adquirido una gran diversidad de inmuebles.

Transforma­ción. En el 2006 el Consejo Nacional de Su pervisión del Sistema Fi nanciero (Conassif) abrió e camino para crear de forma reglamenta­ria los fondos de desarrollo inmobiliar­io y, más recienteme­nte, en el 2017, vol vió a aprobar nuevas reformas propuestas por la Superinten dencia General de Valores (Su geval) para trasladar la figura hacia fondos de desarrollo de proyectos. No es un simple cambio de nombre, sus alcan ces pretenden canalizar aho rros de cientos o miles para financiar obra e infraestru­ctu ra pública y municipal, como transporte, energía, puertos y aeropuerto­s, edificacio­nes de salud o educativas, etc. En e ámbito privado, los fondos de desarrollo de proyectos tam bién llevan a cabo proyectos inmobiliar­ios, agrícolas, fores tales, energético­s, etc.

El hecho de ser figuras re guladas y supervisad­as no le quita la existencia de riesgos naturales en toda decisión hu mana, financiera o empresa rial, pero asegura informació­n y transparen­cia a todas las partes intervinie­ntes.

La noticia de la culminació­n de la construcci­ón del edificio señalado al inicio, por parte de un fondo de desarrollo de pro yectos y su entrega al BCCR demuestra que la alternativ­a funciona y cumple el cometido visualizad­o por legislador­es y reguladore­s.

Un desarrollo más extendi do en el ámbito estatal, sobre todo en infraestru­ctura, de penderá de que el Estado lo considere, se enmarque en e complejo legal propio de la ad ministraci­ón pública, y con e apoyo de las sociedades admi nistradora­s de los respectivo­s fondos, se haga la estructura ción financiera de cada caso Por su base democrátic­a, de equidad y transparen­cia, los beneficios son evidentes para el país.

La alternativ­a favorece el desarrollo de la infraestru­ctura de manera democrátic­a

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