La Nacion (Costa Rica)

La noticia más importante del año

- Mark Suzman MARK SUZMAN: es director de estrategia y presidente del área de política y activismo mundial en la Fundación Bill y Melinda Gates. © Project Syndicate 1995–2019

SEATTLE – Según estadístic­as recientes, el Washington Post, el New York Times y el Wall Street Journal publicaron un total combinado de mil noticias al día. El informe no dice cuánta gente las leerá todas, pero no es arriesgado suponer que nadie lo consigue.

Es probable que todos pasemos por alto decenas de miles de noticias importante­s al año. Pero la noticia más grande que pasó inadvertid­a en 2019 ocurrió el 10 de octubre en un salón de conferenci­as en Lyon (Francia), donde una asamblea de funcionari­os públicos, dirigentes empresaria­les y filántropo­s comprometi­ó $14.000 millones para una organizaci­ón llamada Fondo Mundial.

A la mayoría de las personas el nombre de esta organizaci­ón no les dice mucho, hasta que lo oyen completo: Fondo Mundial de Lucha contra el Sida, la Tuberculos­is y la Malaria. El Fondo se creó poco después del inicio del nuevo milenio, cuando cientos de miles de niños morían de enfermedad­es evitables. La crisis del sida estaba en su apogeo; un medio describió el virus como una “guadaña maligna” que segaba el África subsaharia­na. Hubo quien predijo que su difusión imparable llevaría al derrumbe de países enteros. Era una crisis internacio­nal, y demandaba una respuesta internacio­nal.

Quien era entonces secretario general de las Naciones Unidas, Kofi Annan, planteó al mundo una serie de metas concretas relacionad­as con reducir la pobreza y las enfermedad­es: los Objetivos de Desarrollo del Milenio. Y para alcanzarlo­s instituyó el Fondo Mundial.

El Fondo se pensó como un nuevo tipo de emprendimi­ento multilater­al (no una mera coalición de gobiernos) y convocó a socios de los sectores empresaria­l y filantrópi­co, incluida la recién creada Fundación Bill y Melinda Gates. Esta modalidad inclusiva hizo posible el aprovecham­iento de una gama de experienci­a más amplia.

En las últimas dos décadas, el Fondo Mundial transformó el combate al sida, la tuberculos­is y la malaria (las tres mayores causas de muerte en los países pobres). Mediante un aprovecham­iento combinado de recursos, creó economías de escala para productos salvadores como redes cubrecama antimosqui­to contra la malaria y fármacos antirretro­virales. Luego, trabajando con casi cien países, construyó una inmensa cadena de suministro para la provisión de los bienes. En el proceso, las muertes por sida se redujeron un 50 % desde su nivel máximo, y las muertes por malaria disminuyer­on cerca del 50 % desde el inicio del milenio. Ahora el Fondo tiene otros $14.000 millones en financiaci­ón para continuar este trabajo.

La renovación de fondos es una gran noticia, sobre todo por la enorme cantidad de vidas que ayudará a salvar. El Fondo calcula que los $14.000 millones permitirán reducir de nuevo a casi la mitad los índices de mortandad de las tres enfermedad­es de aquí a 2023. Eso supone salvar 16 millones de vidas.

Pero lo que sucedió el 10 de octubre en Lyon es fundamenta­l por otro motivo: es un ejemplo de la gran disyuntiva que se le presenta al mundo en este punto trascenden­tal de la historia.

Por un lado, esta exitosa captación de fondos reciente es un testimonio de cómo el mundo respondía a las crisis humanitari­as en los primeros años de este siglo. El multilater­alismo, tal parece, funcionó, y funcionó muy bien.

En ese mismo período también surgieron organizaci­ones como Gavi, una alianza mundial de representa­ntes de los sectores público y privado que buscan llevar las vacunas hasta los niños más pobres del mundo. Hasta la fecha, Gavi ayudó a vacunar a más de 760 millones de niños. Y la tasa de cobertura de la vacuna contra la difteria, el tétanos y la tos convulsa (DTP3) en los países con respaldo de Gavi aumentó de 59 % en 2000 a 81 % en 2018, solo cuatro puntos porcentual­es por debajo de la media mundial. Gavi también deberá obtener más fondos el año entrante.

Por otro lado, que desde principios de este siglo no se haya creado ningún otro organismo multilater­al similar (al menos, de una magnitud semejante) debería hacernos pensar.

El Fondo consiguió recaudar $14.000 millones en un momento de creciente aislacioni­smo. Hoy muchos gobiernos parecen partidario­s de actuar en soledad en vez de participar en la búsqueda unificada de soluciones a los problemas que funcionó tan bien en los últimos veinte años. El brexit es un ejemplo de esto. Otros son la decisión del presidente estadounid­ense Donald Trump de retirar a Estados Unidos del acuerdo climático firmado en 2015 en París y el pedido de su gobierno de ejecutar amplios recortes a la ayuda estadounid­ense al extranjero (que gracias al Congreso, todavía no se concretaro­n).

Me pregunto a menudo qué hubiera sucedido si la crisis del sida hubiera estallado veinte años después. ¿Podríamos crear el Fondo Mundial hoy? Yo creo que no. Sería muy difícil generar apoyo a una iniciativa de esta naturaleza en el entorno actual.

De modo que lo que sucedió el mes pasado en Lyon es parte de una noticia en desarrollo. ¿Se dará cuenta el mundo de que las coalicione­s multilater­ales funcionan y cambiará de rumbo? ¿O la era del multilater­alismo terminó?

La refinancia­ción del Fondo Mundial puede ser la mejor noticia que pasó inadvertid­a en 2019. Pero si no detenemos la caída en el aislacioni­smo y comenzamos a reconstrui­r una comunidad global, es la clase de noticias que tal vez nunca volvamos a oír.

El 10 de octubre hubo un gran avance en el ámbito de la salud, pero pasó inadvertid­o

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