Estadounidenses comienzan a sufrir ‘ansiedad climática’
››Personas afrontan crisis con decisiones como no procrear o dejar viajes en avión
NUEVA YORK. AFP. Desde la costumbre cotidiana de llevar palitos en la cartera para evitar el uso de cubiertos desechables hasta una decisión más profunda como abandonar la idea de procrear, la ansiedad por el cambio climático se manifiesta de múltiples maneras en Estados Unidos.
Los miedos acerca del calentamiento global, que alientan acciones y manifestaciones en todo el globo, han tenido en el país que figura entre los principales emisores de CO2 del planeta un efecto inesperado en la salud mental.
Seis de cada 10 estadounidenses dicen que están “algo preocupados” por el clima y 23% declara estar “muy preocupado”, según una encuesta de las universidades de Yale y George Mason realizada en marzo y abril.
No ayuda a disipar la angustia el contraste entre la actitud de buena parte de los líderes mundiales, que a partir del lunes se reunirán en Madrid en la conferencia sobre el clima de Naciones Unidas (COP25), y la del presidente Donald Trump, que retiró a Estados Unidos del Acuerdo de París y se ha encargado de flexibilizar o eliminar muchas de las políticas “verdes” de su predecesor, Barack Obama.
La tormenta psicológica se apoya en angustias disímiles, lo mismo por el uso del plástico que por las inequidades ambientales sujetas a la clase social.
Sus consecuencias llegan a casos extremos como el de Kate Schapira y su esposo, una pareja del estado de Rhode Island (noreste), que decidió no tener hijos.
Pero esa no es la única forma en que Schapira, de 40 años, profesora del departamento de Inglés de la Brown University, está lidiando con esta incomodidad.
Según ella, su opción de no procrear excede al temor por el futuro de su descendencia en un mundo ambientalmente degradado, y tiene que ver también con no querer que el sentido de responsabilidad con el planeta “se reduzca al tamaño de una persona”.
La académica dice también que probablemente nunca vuelva a tomar un avión.
Preocupada por lo que percibía de los demás como un reduccionismo de sus miedos a un “problema personal e individual”, decidió investigar si ese era “realmente el caso”.
Entonces, en 2014, Schapira salió a la calle con su puesto de
“ansiedad por el clima”, en el que invita a los peatones, por 5 centavos de dólar, a hablar sobre sus miedos ambientales.
Anthony Leiserowitz, director del programa de la Universidad de Yale sobre comunicación del cambio climático, dice que los estadounidenses pueden dividirse en seis categorías según sus reacciones a la crisis ambiental, un rango que va desde la alarma al desdén.
Suele creerse que solo “liberales
blancos de clase media alta con buena educación que toman café cortado con leche” son los que se preocupan por el cambio climático, dice Leiserowitz. “Resulta que no es verdad”.
Ninguno de esos seis grupos está integrado principalmente por un segmento demográfico particular, explica, a excepción de los que expresan “desdén”, en el que “hombres blancos conservadores con buena educación” son la gran mayoría.