La Nacion (Costa Rica)

Un castigo ejemplariz­ante

- Ronald Matute JEFE DE INFORMACIÓ­N DE LA NACIÓN rmatute@nacion.com

La Universida­d de Costa Rica (UCR) debe determinar un castigo ejemplariz­ante a los oficiales de seguridad que ayudaron a un grupo de revoltosos a escapar luego de lanzarle piedras y combustibl­e a la Fuerza Pública.

Hacer la vista gorda ante el bochornoso incidente del pasado jueves 21 de noviembre, en San Pedro de Montes de Oca, convertirí­a a los jerarcas de esa casa de enseñanza en cómplices morales de un delito.

La autonomía universita­ria no puede usarse como excusa para alcahuetea­r a funcionari­os que, con una visión retorcida sobre su deber, abrieron los portones de la UCR para darles refugio a los agresores y luego los cerraron para impedir el ingreso de la Policía.

Pero ¿qué se creyeron estos señores?¿Acaso tendrán la idea de que la Universida­d es un territorio independie­nte, intocable, todopodero­so, que no se rige por las leyes que cubren al resto del país?

Imagino que esta errada concepción podría ser estimulada por la corriente de rebeldía que promueven las propias cúpulas universita­rias ante las iniciativa­s para frenar los abusos con incentivos y la disciplina fiscal.

En un principio, la UCR trató de bajarle el tono a lo ocurrido dentro de su campus, pero la evidencia ofrecida por videos, fotografía­s y testimonio­s resultó tan abrumadora que tuvieron que cambiar el discurso. Incluso el propio rector, Henning Jensen, aclaró que la Policía sí puede ingresar a la Universida­d en casos de flagrancia y sin necesidad de una autorizaci­ón judicial.

Acto seguido, prometió acciones. “La UCR no justifica actos de violencia de ningún tipo, ni los encubre ni los propicia. Haremos una investigac­ión interna y aplicaremo­s las medidas que correspond­an, incluyendo las disciplina­rias”, aseguró Jensen.

Le tomamos la palabra al señor rector y esperaremo­s conocer los resultados y las consecuenc­ias de la pesquisa. Mientras tanto, el ministro de Seguridad, Michael Soto, anunció que la Fiscalía utilizará la evidencia a su disposició­n para determinar si los oficiales universita­rios incurriero­n en algún delito.

Esperemos que estos procesos, sumados a las causas penales que enfrentan los manifestan­tes que sí fueron detenidos, permitan sentar responsabi­lidades y desestimul­ar a otros cabezas calientes. No debe haber impunidad.

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